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Un exorcismo de amor: El Plan De La Mariposa en el Luna Park

La banda oriunda de Necochea brilló ante una multitud de fieles seguidores que deliraron con su música.

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Una marea de gente transita por el bajo porteño en una cálida y hermosa noche de sábado. Se dirigen al Luna Park, ese templo que hoy abre sus puertas a una familia de músicos y amigos que a fuerza de bellas y sentidas canciones logró fundar su propia tribu. Ya adentro del estadio la gente canta, aplaude y agita banderas. Hay jóvenes, abuelos, padres y madres acompañando a sus hijos, amigos y amigas, parejas y amantes, todos sonrientes, esperando el ritual. Cuando faltan quince minutos para las 22 hs se apagan las luces. Suena una introducción en teclado con base electrónica. El público estalla; salta, baila y grita como un mantra: “este es el plan…” Las luces se encienden y la banda completa está sobre el escenario. Ya no hay vuelta atrás: el plan (de la mariposa) está en marcha. 

Dando inicio a una noche que será mágica, el estadio entero canta al unísono: “Será confiar o morir… y el sueño se queda de pie”. El mismo sueño que estos cinco hermanos (Máximo, Valentín, Camila, Santiago y Sebastián Andersen) junto a dos amigos (Andrés Nor Julián Ropero) iniciaron hace muchos años en su amada Necochea. Ese mar de emociones que llevaban dentro y que inundó sus vidas (y las de los demás) para convertirse en un tsunami musical que arrasó con todo, llevando luz, esperanza y alegría a cada pueblo y ciudad en donde se presentaran. Porque no importa si es un bar en un pueblito alejado, o un parador en alguna playa perdida, o un parque en una ciudad cualquiera, o uno de los estadios más importantes de Sudamérica, como esta noche en el Luna Park: el plan, siempre, es darlo todo y sembrar una semilla de amor y buena vibra en quienes presencian su ritual. 

El arranque del show es demoledor. La banda suena firme, potente, con la dosis justa de prolijidad, frescura y desfachatez, versátil para interpretar con gran profesionalismo diversos géneros musicales, pero siempre con su impronta personal, incluyendo instrumentos no convencionales como violines, acordeones y hasta ¡gaitas!, y una lírica y búsqueda espiritual épica que se traslada inmediatamente desde el escenario hacia el público. Asistir a un show de El Plan de la Mariposa es ser parte de una experiencia que va más allá de lo musical. Su público es un integrante más de la banda, creando así una comunidad que vibra y se conecta a través de la música

El show va in crescendo, con clásicos que hacen estallar al público, como “Domador de Sombras”, “Incandescente”, “Túnel de la vida”, “Oro de abeja”, “¿Cómo decir que no?”, “Savia”, entre otros. Sebastián Andersen, líder vocal del grupo, mira emocionado a la multitud y dice: “Gracias por venir. Estamos felices celebrando la vida”. 

De pronto se arma un set acústico y un hermoso momento de intimidad abraza la noche. “La música sigue siendo eso: reunirse al rededor del fuego”, confiesa Seba Andersen. Unas hermosas y psicodélicas imágenes, proyectadas sobre unas pantallas gigantes que se alzan de manera vertical sobre el escenario, complementan de manera magistral la idea conceptual de cada canción. 

El show cuenta con varios invitados que brillan en cada una de sus intervenciones: Edu Schmidt (ex Árbol), los integrantes de JEITES y un grupo de Gaiteros (entre ellos incluidos el periodista Jason Mayne Tomás Kaplun, primo de los hermanos Andersen). 

Con un público extasiado, explotando en cada uno de los estribillos, agitando banderas y corazones, bailando al compás de una banda que lo da todo (y más también) la noche va llegando a su fin. Hay un canto colectivo, una energía que vibra alta y se apodera del estadio. “Acá se trata de sentir” suena fuerte en boca de todos, como una declaración de principios. Y cuando termina el show, mientras la banda saluda y se abraza de cara a sus seguidores, hay algo que queda claro, y es que esta noche el público vivió algo más que un recital; lo que presenció fue, sin dudas, un exorcismo de amor

El Plan de la Mariposa llenó su segundo Luna Park y demostró, ante un público efervescente y fiel, que es una de las bandas con mejor presente y proyección dentro de la escena musical actual. Una marea de bellas, luminosas y sentidas canciones llegó desde Necochea para ganarse un lugar en el corazón de miles y miles de fanáticos: una tribu que no para de crecer. 

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