Los Fabulosos Cadillacs: Esta música causa sensación
Inolvidable noche de calor en la ciudad con la banda de rock latino por excelencia, de la mano de hitazos, perlitas, buena energía y canciones imbatibles.
Para una banda que tanto le gusta empezar los shows con intros significativas (alguna vez en un Obras noventoso hasta arrancaron con una jocosa versión de “Bye bye” de Vilma Palma), resultaba extraño que nunca hubiesen saludado con las dos canciones instrumentales que resplandecen en su disco debut Bares y Fondas de 1986. Pero un día sucedió y fue el pasado sábado en un Estadio de Ferrocarril Oeste totalmente repleto con 35 mil personas.
Luego de una hora de retraso por la cantidad de gente que seguía entrando, “Bares y fondas” y “Noches árabes” le dieron un inicio instrumental y sorpresivo a una primera catarata de hits imbatibles de todas las épocas y para todos los gustos musicales como “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Carmela”, “Manuel Santillán, el León”, “Demasiada presión” o “El genio del dub”. Entre medio, “Estoy harto de verte con otros” le daba el toque rude boy de los ’80 y “V Centenario” el peso alterlatino de los ’90 con el “toca si va a tocar” en la intro percusiva que metían en aquella época y Vicentico verseando “quiero vivir en América” que hace muchos años no se escuchaba.
“Calaveras y diablitos” sirvió para el primer saludo y también para armar la división de bandos en el público que suele hacer últimamente el cantante, ayudada en este caso por una marcada separación en el medio del campo. “Calaveras” por un lado, “Diablitos” por el otro, y comenzó un juego de gritos ganado por los segundos, en propias palabras del árbitro en cuestión.
Con mayoría de cuarentones y cincuentones, sus propios hijos decorando la escena y también puñados aislados de jóvenes, la mayoría de la gente fue a buscar lo que la banda sabe tan bien devolver: las grandísimas canciones que conocemos todos, los mega hits. Pero llegó lo mejor de la noche que fue el bloque especial dedicado a los más fans, aquellos que en cada recital fabuloso se van recontra contentos cuando suena alguna que otra canción menos hitera. “Los condenaditos” nos remitió a la época más experimental de la banda (fines de los ’90), con una versión entre oscura y psicodélica con bastantes cuelgues que nos podrían remontar a los tiempos de los shows Calavera Experimental Concherto o Loco Miedo Loco. Flavio además le agregó al final un toquecito de bajo de “Mañana en el Abasto” de Sumo, como le gusta hacer desde hace tanto tiempo. “Saco azul” y “Número 2 en tu lista”, además de ser dos de las mejores canciones de su discografía son las más rockeras-cancioneras y tuvieron al hijo menor del cantante, Vicente, como invitado en guitarra. “Muy, muy temprano (con intro del saxo de Sergio Rotman) nos llevó a los ’80 y sonó más reggae que nunca. Después, lo más sorpresivo de la velada: medley con pedacitos de Lados B viejitos en clave ska como “Botellas rotas” (Yo Te Avisé, 1987), “Cartas, flores y un puñal” (El León, 1992) y “Tengo solamente dos maneras de estar cerca del cielo (El Ritmo Mundial, 1988), que cerró con “Revolution rock” para el deleite y el baile de todo un estadio que en su mayoría estaba deseando que volvieran los clásicos. “Gitana”, hitazo que no suele sonar muy seguido en vivo, terminó de engalanar el bloque de perlitas.
A esta altura, por supuesto, Los Fabulosos Cadillacs estaban descollando. Vicentico, vistosamente feliz, regalaba una energía interminable casi como en aquellos incendiarios y punkys noventas (salvando las distancias temporales, claro) , Flavio despuntaba el vicio de descontrolar todo con su bajo, Rotman que nunca para de agitar y nos encanta, los destellos bien claros de las teclas de Mario Siperman, los solos de trompeta de Dany Lozano y el relojito que es Fernando Ricciardi, sin dudas uno de los mejores bateristas del país. Además, los “viejitos” están acompañados de la juventud explosiva de los hijos: Ástor cada vez toca mejor la percu y Florián es el guitarrista necesario para este momento. Completó el team en vivo, una vez más Joaquín de Francisco rompiéndola en el trombón.
El último set previo a los bises tuvo más de las infaltables: “Siguiendo la luna” y ese final maravilloso donde volvió a aparecer Sumo con “Kaya” (otra vez nos vamos a los fabulosos noventa, chequear si no el disco En vivo en Buenos Aires de 1994), “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho”, “El satánico Dr. Cadillac” y el falso saludo.
“Matador” devolvió a la banda a las tablas. La excusa de este show, de los del Movistar Arena a mitad de año y de la gira por todo el continente son los 30 años del nacimiento de este mega hit que es la máxima referencia del rock latinoamericano. Vicentico no tuvo la mejor idea que retomar aquella disputa que generó en “Calaveras y diablitos” y preguntó, sin querer queriendo, “¿cómo está la grieta?”. La respuesta desde abajo no se hizo esperar: “¡el que no salta votó a Milei” y la mitad del campo saltando, con varios quejándose: “¿cómo puede ser que ganó este tipo?”. El cantante esbozó un “no sé, no sé”, y “Silencio hospital”, el primer hit fabuloso, terminó la discusión.
Quedaba tiempo para “Vos sabés” enganchadita con “Hoy lloré canción”, “Vasos vacíos” que sonó más épica que de costumbre (otra vez, perdón por la insistencia, llevándonos a los vivos de los ’90), y el final interminable de “Yo no me sentaría en tu mesa” con Vicentico en bajo y Flavio en voz, Vaino (exguitarrista y hoy mánager) en guitarra y Vicente también con las seis cuerdas. La excelente performance, la buena vibra y la energía de arriba del escenario se notó y contagió a las 35 mil almas que se fueron cantando el “oh, oh, oh” tan característico.
Los Fabulosos Cadillacs cerraron el año en su país de la mejor manera, con uno de los shows pagos más multitudinarios de su carrera (solo superado por aquella vuelta en River en 2008) y reconfirmando, aunque durante algún tiempo algunos lo ponían en duda, que son profetas en su tierra, y que una banda repleta de hits también puede convocar masividad en vivo.