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Fito Páez: Dos días en la vida nunca vienen nada mal

Crónica y fotos de la segunda noche de los festejos de los 30 años de El Amor Después del Amor en Vélez.

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Si la nostalgia se resumiera en un solo momento podríamos cerrar los ojos y viajar a cualquiera de esos ciclos que sentimos que finalizaron en algún momento de nuestras vidas. Si hay música, si hay personas, si hay una foto, estamos ahí abrazados con quien sea que se puso al lado, nos movemos lentamente de un lado para el otro, formamos una ronda y cantamos con lágrimas esos “recuerdos que no voy a olvidar”.

Si se cumplen 30 años del disco emblema de rock nacional que a su vez cuenta con esa canción, entonces las luces del estadio se apagan, las linternas de los celulares se encienden y la postal del Estadio José Amalfitani se vuelve tan épica como melancólica. Todos nos abrazamos musical y emocionalmente y finalmente se consolida, una vez más, el festejo de los 30 años (¡31 ya!) de El Amor Después del Amor. Fito Páez agradece ahí, sentado, o parado, pero siempre brillante sobre el mic.

A diferencia de lo que sucedió en la serie de los Movistar Arena de 2022, en esta ocasión el disco homenajeado se fue cortando con los momentos más sobresalientes de la noche, como si Fito quisiera agregarle más regalos a esta celebración. Si bien el primero que irrumpe es “11 y 6”, al toque el poder de “Naturaleza sangre” y la visita de Fabi Cantilo para regalarnos el amor después del amor después del amor de “Te aliviará”, nos anticipan que tendremos sorpresas varias además de lo que todos vinimos a buscar.

“Los años salvajes” de 2021 es casi el resumen de la vida del cantante y nos ofrece la letra para que leamos mientras escuchamos. Un set de piano que arranca con la música de la película Tacones Lejanos de Pedro Almodóvar (de un año antes de El amor después del amor) y se engancha con “Bello abril” es el homenaje al recientemente fallecido Ryūichi Sakamoto, músico japonés al que Fito no le mezquinó palabras de admiración. Un medley con la mayoría de canciones de la época del amor antes del amor (“Solo los chicos”, “Tercer mundo”, “Gente sin swing”, entre otros) cuenta con la grata presencia, pese a los tibios aplausos, de Hernán de Mala Fama en “Hey you!” y termina con un estruendo potente en “No bombardeen Buenos Aires”. Minutos después resuena “Margarita”, aquella pieza de Yo Te Amo (2013) dedicada a su hija. Todo junto, una hermosa sinopsis de vida y obra. Muchas preciosas decoraciones para esta noche de festejo.

Cierto, estamos de festejo. Volvamos al principio. Si pudimos no llegar tarde pese al tránsito y la imposibilidad de estacionar cerca, nos quedamos recontra manijas al ver en las pantallas el tráiler de la serie del cantante que se viene para este mes en Netflix. Pero ahora sí, y escuchemos la inconfundible intro de la canción que da nombre al disco y que ya nombramos tantas veces. ¿Vamos de nuevo? Sí. “El amor después del amor”. ¿Y como sigue el disco? “Dos días en la vida” con el “¡buena suerte, chicas!”. Después, la primera invitada de la jornada, Nathy Peluso, para saborear con su voz la perfección de “La verónica”. Si no lloraste aún en estas tres piezas, tal vez no tengas corazón, pero seguro lo hagas en las que llegarán luego.

Con las interrupciones musicales del caso ya contadas, el disco que todos vinimos a escuchar cae en orden, aunque no completo. Rockeamos con “Tráfico por Katmandú”, miramos a Luis Alberto Spinetta en el cielo con la maravillosa “Pétalo de sal”, cantamos todxs juntxs “Un vestido y un amor” gritando bien fuerte “¡Te ví, te ví, te ví!”.

Es 2 de abril y las palabras de Fito resuenan crudas para homenajear a los caídos en Malvinas. Nada mejor que regalarles “Tumbas de la gloria” y, ante un techo natural siempre nublado, al mismo tiempo que cantamos “divina gloria” caen las primeras gotas que golpean como lágrimas de aquellos chicos que desde algún lugar sin dudas lo están escuchando.

No hay tregua. Esta noche nos fuimos de casa para escuchar rocanrol así que vibramos con “La rueda mágica” antes de la recta final que antecede a los bises. La seguidilla es implacable: “Al costado del camino”, “Fue amor” (no, no subió Fabi), “Circo beat” con todos los vientos copando la escena y el joven músico Alejo Llanes (de Alejo y Valentin) rompiéndola toda en su performance de cantante y arlequín, la ya citada “Brillante sobre el mic”, “Ciudad de pobres corazones” con un largo y potente solo del guitarrista Juani Agüero, y el falso final junto al prócer del rock nacional que es David Lebón en “A rodar mi vida” (¿vieron el rayo atrás del escenario?).

Mientras descansamos, algunos piensan en lo mal que le hizo el campo vip a los recitales y toda la magia y energía que le quitó al disfrute, otros recuerdan lo lejos que dejaron el auto debido a que es imposible estacionar en la zona y los poquísimos estacionamientos cobran el cuádruple de lo normal, los que tuvieron la suerte de dejarlo cerca esperan que los barras de Vélez que oficiaban de trapitos se hayan portado bien, otros ruegan que no llueva más de lo que ya está lloviendo porque saben que van a tener que caminar demasiado para encontrar un transporte que los devuelva a casa. Casi todos tienen hambre porque comprarse algo en un recital hace varios años que es proporcionalmente aún más caro que las propias entradas y eso ya es mucho decir.

Pero la banda vuelve por suerte para quitarnos los demonios y recordarnos la noche feliz que estamos viviendo. Si queríamos más sorpresas no podemos dejar de comentar el momento Biribiri de la jornada: la cuenta de Instagram que mixea de manera genial canciones totalmente diferentes tuvo su gran reconocimiento en un show en vivo nada menos que generado por el propio Páez. El agasajado agasaja al agasajador (?). Sí, no entendemos nada, pero es así, está sonando “Cable a tierra” mezclada con “Boys don’t cry” de The Cure y es porque alguna vez pasó esto.

Los bises terminan con de todo, como suele suceder siempre: “Dar es dar” pegadita a “Mariposa teknicolor” y todos solos junto a Fito y su piano nos vamos cantando “Y dale alegría a mi corazón”. Y sucede literalmente así porque en los bondis del Metrobus y en las cuadras de la Avenida Juan B. Justo seguimos bebiendo y emborrachando la ciudad, convencidos de que durante un par de horitas afuera se fueron las penas y el dolor.

Gracias, Fito.

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