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Winona Riders: Inconsciencia disruptiva

La joven banda del oeste la rockeó de lo lindo en Niceto desplegando su repertorio de frenesí psicodélico.

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Winona Riders demostró que crece cada vez más en el ambiente. La noche del jueves en Niceto marcó la capacidad de tocar durante dos horas en un show sumamente rockero de principio a fin.

Ariel Mirabal Nigrelli (voz y guitarra), Ricardo Morales (guitarra y coros), Mauro Arenas (sintetizador y teclado), Santiago Vidiri (bajo), Gabriel Torres Carabajal (percusión), Francisco Cirillo (batería) se hicieron presentes a la hora señalada. Abrieron con “Más fuerte que el Sol” y el público ya comenzaba a demostrar que la noche iba a ser a puro pogo.

Chicos y chicas en su mayoría de 20 a 25 se dieron cita en Palermo. Mucha juventud en este cónclave rockero que haría emocionar a los pocos de 30 y 40 años que se encontraban en el recinto. Señoras y señores, hay esperanza. Remeras de Stooges, Nirvana, Los Natas, Skay, full variedad. Punks, rastas, metaleros, pelos de colores, todos yendo al mismo ritmo y compartiendo la misma melodía. Mancomunados seres que se entregan al sonido en cuerpo y alma.

Todo se descontrolo cuando tocaron “Dopamina”. La juventud pogueó haciendo vibrar los cimientos de Niceto. Tanto fue el punto de éxtasis que el escenario se colmó de gente que subía a agitarla. La conexión banda-fans era total. Winona rompe cualquier frontera musical, demostrando que este fenómeno trasciende barreras y estilos. Con “Antes que el diablo llegue a casa” llegó el punto de más serenidad de la noche. La calma antes de que la tormenta psicodélica vuelva a caer y la gente comenzara a saltar, empujar y gritar hasta quedarse sin voz.  

Winona nos sumerge en una especie de rock psicodélico y sin la típica desmesura de motosierra en los riffs. Muchos momentos de trance. Trance del bueno, de esos donde el público se mimetiza con la música y se vuelven uno. De esos que despiertan momentos oníricos. Momentos de ensoñación en los que nadie quiere ser despertado. Por eso cuando un seguidor subió e intentó acercarse al micrófono se comió dos codazos por parte de Gabriel.

El show tuvo momentos muy arriba con la gente saltando sin parar de la mano de “Anto”, “Joe” y “Servo”.  “¡Dale Winona!” se escuchaba de muchas bocas seguido del cántico “Wiinooonaa, wiinooonaa”, que se repitió varias veces a lo largo de la noche. Las influencias de la banda son variadas y pueden viajar a través de varios estilos en una sola canción. Sus temas no tienen una duración determinada.  Eso torna de matices su actuación show a show. Ya cuando rascaban las 2 horas de concierto “Revolver” fue el ejemplo perfecto. El contenido es tan variable que cualquier clase de encasillamiento limitaría toda definición posible. “DIE” llegó para cerrar un show donde público y banda eclosionaron energía. Winona demuestra que la escena alternativa del rock está más viva que nunca. Y si todavía alguien sostiene que el rock murió será porque no vio actuar a Winona Riders.

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