Los Fabulosos Cadillacs, 40 años en Ferro: Todo, todo es el amor
La emblemática banda festejó sus 40 años de historia en dos noches inolvidables con sets perfectos que tuvieron grandes hits, familia, melancolía y gratas sorpresas.
“Vos sabés como cambia la vida”. Niños, adolescentes, jóvenes. Padres, hijos, ¡y hasta nietos! El momento más emotivo del festejo de los 40 años deLos Fabulosos Cadillacs largó lagrimas arriba y abajo del escenario. En el campo del estadio de Ferrocarril Oeste la incontable cantidad de madres, padres e hijos sentían que lo que pasaba sobre las tablas era un espejo perfecto de sus vidas. Las diferentes generaciones de músicos y fans demostraban en tan solo tres minutos por qué esta banda es historia viva e imprescindible dentro de la música argentina y latinoamericana.
El día sábado, con entradas agotadas, ya había sido un bombazo directo al corazón de los casi 35 mil presentes. Al día siguiente, tras una intro a pedir del Sr. Flavio (bajo y coros), la seguidilla de las primeras canciones de esta gran celebración no era diferente a cualquier otro concierto fabuloso de estos últimos tiempos con hitazos por donde se escuche: “Manuel Santillán, el león”, “Demasiada presión”, “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Carmela” y “El genio del dub”, en las que se lucen siempre el trombón de Joaquín de Francisco y la trompeta de Dany Lozano, hasta que llegó el saludo típico de “Calaveras y diablitos”.
A partir de ahí la lista dio un giro ideal para los más fans, los que fueron parte y compañía más que necesaria en todos estos años. “C.J.” es una bellísima balada que tuvo su videoclip con Valeria Bertucelli en aquel La Marcha del Golazo Solitario (1999) y bajó completamente la adrenalina de la primera tanda. “Los condenaditos” (otro del mismo disco, con misma actriz en su video) entregó el momento más experimental y lisérgico de la jornada, como ya vienen haciéndolo en varios shows, rememorando aquellos explosivos tiempos noventosos cuando se oscurecían versiones de “Siguiendo la luna” o temas como “Sábato” parecían infinitos. De yapa, Gabriel Fernández Capello (Vicentico), regaló partecitas del tango “La última curda”, de Cátulo Castillo y Anibal Troilo.
¿Tango? Aparecieron bandoneones en escena y el candombe milonguero “La vida” volvió a sonar tras más de veinte años. “Algún día tendremos que despertar, ojalá que nos despertemos algún día”, suplicó el cantante antes de que sonara la conmovedora “Gallo rojo”. Así entonces, su estribillo golpeó bien fuerte, y sobre el final, si bien no se escuchó el fragmento típico de “Hasta siempre, comandante”, el cantante exclamó alguna posible reminiscencia a la vieja revolución cubana (“dieciséis barbudos en la selva esperan por la muerte sin miedo”) y tras los aplausos asomó desde el campo aquello de que “el que no salta votó a Milei”.
El domingo no sonó una canción que se escuchó el sábado, “Estrella de mar”, en la cual Vicentico regaló versos de “Ramón, el indio hereje”, temazo que forma parte de aquel emblemático Peso Argento de Iorio/Flavio. Tampoco llegó en este show Pablo Lescano, quien sí había dado el presente el día anterior. Eso no impidió que Ferro se convierta en pista de baile cumbiero para “Padre nuestro”. Al toque, “V centenario”, precedió al momento más sorprendente de la jornada.
“Fabulosos Cadillacs, 1985, 40 años, un paso adelante”, repetía Flavio Cianciarulo una y otra vez. Y así, mientras las luces volvían a encenderse, “Silencio hospital” nos obligaba a bailar ska mientras veíamos a Vaino Rigozzi en guitarra y Luciano Jr. en percusión, junto a Vicentico, Flavio, Sergio Rotman, Mario Siperman y Fernando Ricciardi. El set Bares y Fondas (álbum debut de 1986) trajo además a “Vos sin sentimiento” (la última vez que había sonado fue en Badía y Compañía en 1987), y la histórica y frenética “Belcha” en la voz del viejo percusionista, ahora llamado El Tirri. Nostalgia pura. Gracias.
Haciéndole un sanguchito a la ya mencionada “Vos sabés”, Jay y Cocó (hijos de Flavio) y Vicente (hijo de Vicentico) se sumaron a “Cartas, flores y un puñal” y esa cita a Los Auténticos Decadentes(“como dice la canción a esta altura me da igual”), mientras que, para alegría de todos, Valeria Bertucelli volvió a su recitado en “Saco azul”, regalando otro de los mejores momentos de la noche. Manito con su compañero, miradas, actuación excelente y amor puro.
Y volvieron los megahits para el sprint final. “Siguiendo la luna” trajo más melancolía con todos coreando “Kaya” de Sumo como en aquellos fabulosos 90’s. El cantante está cantando mejor que nunca y lo demostró en el final de la canción, aunque luego del largo grito del epílogo bromeó: “casi me muero”. Y hablando de aquella época, la versionaza de “Te tiraré del altar” que encumbra el recopilatorio Vasos Vacíos (1993) hizo explotar al estadio, coronándose como la canción más coreada y festejada de todo el concierto.
En “Mal bicho”, Vicentico recordó que en los ’80 ya tocaban un ritmo que ahora llaman reggaetón, ofreció un pedacito de su hit solista “Se despierta la ciudad” (“niño que baila le va a robar”) y hasta imitó al actual presidente con un irónico “¡amoooooo!” antes de cantar aquello de “yo no voy a la guerra, a la violencia, a la injusticia y a tu codicia digo no”. “El satánico Dr. Cadillac” decretó a pura energía el falso final.
Con La Bomba de Tiempo acompañando, “Matador” y “Carnaval toda la vida” inauguraron los bises, para coronar la noche con “Vasos vacíos” y la infaltable “Yo no me sentaría en tu mesa” con la presencia nuevamente de todos los hijos cantando junto a todo el estadio el característico “oh, oh, oh, oh”.
Y ahí, de yapa, fuera de lista, como ya había pasado el día anterior a pedido del público y de Florian Fernandez Capello y Astor Cianciarulo, sonó “Nro. 2 en tu lista” (¿el mejor tema de los Cadillacs?) con Santiago Motorizado de invitado, para coronar otra noche perfecta.
Hace dos años, en este mismo estadio, podíamos pensar que habíamos visto el mejor show de esta banda desde aquella vuelta en River en 2008. Ahora podemos asegurar que este festejo de sus 40 años de vida fue mejor aún. Lo que significa que, además de la historia, la leyenda, la nostalgia, la emoción y los clásicos, Los Fabulosos Cadillacs están viviendo uno de los mejores momentos de su historia, la cual bien sabe de grandísimos momentos.