Desde lo musical Mötley Crüe y Def Leppard es sin duda una dupla que combina a la perfección, y cuando anunciaron su gira en conjunto no podía fallar. Sin embargo en vivo la propuesta resultó ser un poco más disímil. Los norteamericanos apostaron a un show más clásico, casi con ese mismo espíritu lleno de la testosterona y el sexismo que supieron explotar en los 80´s, mientras que los oriundos del Reino Unido, dieron un espectáculo sublime, donde lo musical se destacó por sobre lo escénico.
Mucha azúcar, sin edulcorante
La apertura de la velada estuvo a cargo de los locales Rata Blanca, o “Ratas Blancas” como los mencionó Joe Elliot mientras pidió un aplauso para el show de la banda local de metal melódico por excelencia. Giardino y los suyos hicieron lo que tenían que hacer para dejar el clima listo para lo que estaba por venir.
Durante el 2022, Def Leppard lanzó “Diamond Star Halos”, un disco con estilo clásico y muy buenas canciones. Del mismo eligieron “Take What You Want” para abrir su set list. Ya desde ese comienzo todo indicaba que iba a ser un show impecable, desde la solidez de la voz de Elliot, pasando por los poderosos solos de Phil Collen, sin dejar de lado un espacio para cada uno de los miembros de la banda. Rick Allen sigue sorprendiendo, y hablar de la falta de su brazo al tocar ya es una obviedad, pero el tipo la rompe y no hay con que darle. Tampoco es justo dejar de lado la fortaleza de Rick Savage en el bajo y las bases de Vivien Campbell en segunda guitarra. Todo funciona como una máquina tan bien calibrada que realmente da placer verlos en escena.
Con “Foolin´” y “Armageddon It” demostraron todo su ADN rockero, sabiendo complementar muy bien su setlist, con temas de su nueva placa como “This Guitar” en un encantador set unplugged que combinaron con “When Love and Hate Collide”.
Con un juego de rayos láser que pedían miles de celulares grabando el instante, “Rocket” abrió la segunda mitad del show, más cargado de hits. “Hysteria” y “Pour Some Sugar On Me” fueron palmeadas por todos los presentes, mientras que el cierre con “Photograph”, con fotos de los más de 40 años de carrera de la banda acompañando, fue sin dudas, el final ideal para una performance de excelencia.
Chicas, chicas, chicas…
La tarea era sumamente sencilla, Mötley Crüe debía simplemente tomar las cenizas que sus compañeros de gira habían dejado por el escenario y esparcirlas, casi sin esfuerzo, pues el clima estaba dado para eso, sin embargo los norteamericanos no supieron aprovechar ese envión, y tuvieron que pasar varias canciones de su lista para poder acomodarse.
Con el “Requiem” de Mozart de fondo y una especie de apocalíptico noticiero, “Wild side” abrió el inicio del show, seguida de “Shout at the Devil” y “Too Fast for Love” . Todas canciones fuertes y fundamentales en la lista de la banda, sin embargo la voz de Vince Neil tardó en encontrar su climax, y si bien la solidez de Nikki Sixx en bajo y Tommy Lee en la batería se mantienen intactas, hubo que ajustar algunas tuercas hasta llegar al momento de explosión que el público esperaba. Está más que claro que la decisión de reemplazar en guitarra a Mick Mars (quien se retiró por problemas de salud), por John 5 fue sin dudas una de las mejores elecciones. Es que la figura del guitarrista en el escenario tiene tanta vida propia, que es uno de los platos más fuertes del show.
Más allá de los altibajos del inicio, la banda apostó a un típico show de estadio, cargado de luces, energía y una escenografía que combinó féretros para los micrófonos y hasta dos gigantescas Barbarellas inflables para el final. Un detalle un poco confuso fue la participación de dos bailarinas que por momentos oficiaban de coristas, que fueron desfilando diferentes atuendos sensuales y tuvieron gran protagonismo en las imágenes de las pantallas principales del escenario.
Hacía la mitad del show, y luego de un popurrí de canciones que combinó clásicos como “Helter Skelyer” (The Beatles) y “Blitzkrieg Bop” (Ramones), la banda propuso momentos de intimidad con cada uno de sus miembros. Así un correcto Nikki Sixx se asomó con una bandera de Argentina que plantó en el escenario, subió una fanática y recordó una vez más, aquel lluvioso 2008 que los trajo a Buenos Aires, mientras que Tommy Lee, en su momento personal, se gastó en elogios usando la palabra “fuck”, pidió a algunas chicas que muestren las “tetas argentinas”, un pedido que tardó en surtir efecto y que ya es caduco en estos tiempos más modernos, para sentarse al piano y compartir el intro de “Home sweet home”.
John 5 no habla, no lo necesita. Él se expresa con la música y un sin fin de muecas. Así explotó en un solo que incluyó su destreza con el tapping, y se lució en los temas más clásicos elegidos para el cierre como “Dr. Feelgood”, “Same Old Situation” y “Girls, girls, girls”.
La velada terminó, como no podía ser de otro modo, con la poderosa “Kickstart My Heart”, que demostró ese amor que todo lo perdona que tiene el público local con los norteamericanos. El calor, no sólo de los últimos vestigios del verano, sino también de la audiencia, se hizo escuchar en cada grito de Whoa, yeah. Al fin y al cabo, es Mötley Crüe motherfuckers.