La manija va en aumento. La noche previa en Cosquín suena rock hasta en la plaza Próspero Molina. Los pibes y pibas llegan de todas partes. Algunos más locales, otros cruzaron el charco y hasta la Cordillera. Una de las mejores cosas que tiene este festival es justamente la comunión entre la gente.
El día 1 espera con cielo despejado. ¿No había que hablar del clima en una nota? Disculpen, pero acá se justifica: Que no llueva en un Cosquín es medio milagroso. Pasa un vendedor de pilotos y dice que aprovechen porque a la noche se viene la tormenta y que tiene uno con la cara del Indio Solari. Spoiler alert: No llueve ni una gota.
Santa María está colmado. La ruta está pesada y la previa se divide entre negocios que ponen Los Redondos, un flaco que canta alguna de Callejeros y pasa la gorra para poder comprarse la entrada y una birra que baja de precio según la cuadra. Venden Fernet hasta en una pañalera y eso está bien. A vivir que son dos días.
Detalle no menor: Quienes tienen que retirar su entrada deben hacer una fila de casi cuatro cuadras con una demora de más de dos horas. En plena era tecnológica es un poco raro que no se pueda pasar con un simple QR que envíen por mail o poner más postas de retiro. No fueron pocos los que se perdieron la mitad del festival. Satisfacción al cliente… Te la debo.
Hay bonitos sets de El Mató y de Eruca Sativa que pudieron disfrutar los afortunados que zafaron de la fila interminable. Pero el que arrasa con todo es Wos –Wosito para las tías que tenemos más de 30-. Los pibes se cantan todo abajo del escenario. Arriba todo es un fuego. “Fresco”, “Púrpura”, “Luz delito” y “Canguro” son algunas de la lista que le deja el terreno bien encendido a quien sigue: el señor Skay Beilinson.
Una familia con un adolescente que no pasa los 15 años escuchan maravillados. Suenan los primeros acordes “Jijiji”, padre e hijo se miran cómplices y se van abrazados al pogo. Piel de pollo, qué bella es la música.
“Es una noche especial, no te la podés perder, toca el corazón de Patricio Rey”, corean abajo aunque aún el sol siga de pie. El set es un torbellino, pocas de Los Redondos pero las justas y necesarias. Tema nuevo, los clásicos y adiós con “El síndrome del trapecista”.
Con la noche en su esplendor y el cielo estrellado, aparece Babasónicos: Hora de bailar. La “Putita” pasa con “Sin mi diablo”, “Pendejo”, “Vampi‘‘ y de qué sirve ser inmortal si no se puede morir de amor. Amén. Hermoso set lleno de hits y de los no tanto. Dárgelos se pierde en la pasarela con su poncho blanco.
Sube Ciro y Los Persas. Se enciende la fiesta y ¡qué placer verte otra vez! Clásicos piojosos para todos los gustos, aunque quizás el momento más recordado va a ser la aparición de Wosito en “Pistolas”. Ya lo sabíamos todos, pero funcionó a modo de sorpresa igual. Hay que celebrar los crossovers de este estilo, así la vieja escuela deja de decir que el rock se murió y coso. Ah y como la noche viene media redonda, Ciro despacha “Me matan, Limón”. Aplauso, medalla y beso para un set list acorde a este festival.
“¿Quién carajo es Trueno?”, preguntan por ahí. El trapero de pocos años debuta en el segundo escenario principal y presenta temas de su disco Atrevido y algún que otro nuevo. Suben Tiago PZK y Nicki Nicole, hacen “Salimos de noche” y “Mamichula”, respectivamente. Antes se volvió a meter Wos para cantar “Sangría”. Los fanáticos disfrutan, los curiosos escuchan atentos, sorprendidos. Hay una nueva generación y está muy bien. Abran el paso.
La noche es coronada por Los Auténticos Decadentes y esas ganas de fiesta, aunque duelan los pies, hagan 10 grados y el sueño acorrale. Pero dale, metamos baile hasta que salgan ampollas. Flamea una bandera de México en el público y es que allá la fanaticada hace cualquier cosa por verlos. Pasan “Las de Cucho” y “las del Perro Serrano”, esas bien bonitas que sirven para descansar del pogo.
Un lindo primer día con matices y descubrimientos. Veremos qué depara el segundo día en donde habrá que decidir entre La Vela Puerca y Fito. O entre la Kermesse Redonda y Miranda!