El corista de Los Rolling Stones se presentó junto a su banda local en el Teatro Vorterix y ofreció un explosivo concierto con Jimmy Rip y Carca como invitados.
No importa que sea un lunes por la noche o que el concierto se anuncie sin mucha anticipación: donde tenga lugar un evento emparentado de alguna forma con Los Rolling Stones, la feligresía argentina acudirá a demostrar su amor y fidelidad por el grupo que este año festeja su 60° aniversario. En este caso, el protagonista excluyente de la velada es Bernard Fowler, el cantante neoyorquino que acompaña a la banda inglesa desde hace más de tres décadas y que se presenta en un Vorterix repleto junto a su conexión local, un combinado de músicos argentinos comandado por Fabián “Zorrito” Von Quintiero en bajo y el guitarrista Pilo Gómez.
Dentro del teatro las remeras con el famoso logotipo de la lengua se multiplican por cientos mientras crece en intensidad el cántico: “Mire mire qué locura / Mire mire qué emoción / Esta noche toca Bernard / Y en algunos meses tocan los Stones”. Minutos antes de las diez se corre el telón rojo y la banda se apodera del escenario con una contundente versión de “Powerman” de The Kinks, y otra de “Rebel Rebel”, de David Bowie, que levanta la temperatura y pone al público a corear su inconfundible riff de guitarra. Fowler, vestido de negro y con una campera de jean azul que no abandonará a lo largo del concierto, se pavonea frente a la batería, juega con los espectadores y los músicos y agradece: “Los amo mucho, gracias por venir, será una fiesta toda la noche”.
El conjunto lanza los dos primeros bombazos stones dirigidos al corazón de los fans, que deliran con “You Got Me Rocking” -del disco Voodoo Lounge (1994)-, tema en el que se destaca la guitarra filosa de Gómez y el contundente golpe del baterista Carlos “Melena” Sánchez, seguido de “Tumbling Dice”, el clásico de Jagger–Richards de comienzos de los años setenta. La banda se muestra perfectamente aceitada, con el Zorrito como lugarteniente de Fowler a la hora de arengar a los presentes, y el teatro para ese momento ya es un hervidero.
Los músicos se deslizan con absoluta naturalidad por el reggae, homenajeando a Bob Marley con pasajes de “Get Up, Stand Up”, y tocando distintas variantes del blues, donde brillan los solos del guitarrista Gaita Lattes y los teclados de Nico Rafetta. “Esta canción está dedicada a todos mis ‘fucking’ amigos de Argentina, porque los amo mucho”, suelta el cantante antes de una gran versión de “Honest I Do”, el clásico de Jimmy Reed en el que la banda se dedica a zapar como si estuviera de entrecasa.
Ahí está Fowler, con su garganta atronadora que luego da paso a melodiosas interpretaciones vocales. Encandila al público con su estampa y la soltura de sus movimientos, y pareciera entrar en un estado de trance con cada canción. El vocalista invita a su “hermano del escenario” Jimmy Rip, el guitarrista radicado en la Argentina que colaboró en la etapa solista de Jagger, para dos nuevos hits de Sus Majestades Satánicas: “Miss You”, con una destacada labor de Pablo Clavijo en saxo y una larga improvisación en la que Rip le saca chispas a su instrumento, y “Jumpin’ Jack Flash”, en el que la conexión local se monta vertiginosamente sobre uno de los fraseos de guitarra más reconocidos de ese riff humano que es Keith Richards.
Carca, otro de los invitados de la noche, ofrece su explosiva guitarra en el rock machacante “The Jean Genie”, de David Bowie. “Cada uno de los que están aquí esta noche es un héroe”, dice un exultante Bernard antes de interpretar “Heroes”, otro clásico de Bowie y uno de los puntos más altos de la noche, comandada por la guitarra de Pilo y la brillante y emotiva voz de Fowler. El escenario se tiñe de rojo y los tambores de La Familia, un grupo conformado por argentinos afrodescendientes, se acopla a una excitante interpretación de “Simpathy For The Devil”, que vuelve a contar con la guitarra de Rip.
El grupo se retira en un falso final y vuelve para ese bis que todos esperan, “(I Can’t Get No) Satisfaction”. Los músicos se suman a la locura que se desata entre el público, mientras Fowler, visiblemente emocionado, arenga y reparte besos a los fans. La felicidad dibujada en su rostro permite presagiar que no será su última visita. ¿La próxima será con Los Stones? Soñar no cuesta nada.
Un futuro disco de tango cantado en inglés y un documental sobre las historias de familias argentinas afrodescendientes son una muestra inequívoca de la ligazón de Bernard Fowler con la cultura rioplatense. El demoledor concierto que ofreció el cantante junto a sus amigos argentinos y la ovación y el cariño tributados por los fans también confirman que Fowler, por su talento artístico y su entrega generosa, definitivamente juega de local en estas tierras, en las que el público ya lo abraza como uno más de los suyos.