En el marco de una nueva gira por Latinoamérica, el cantante español Pedro Pastor regresa a nuestro país para presentarse en Rock en Bardero el viernes 18 de junio y en Teatro Vorterix el sábado 19, ofreciendo las canciones de su nuevo trabajo, Escorpiano, compuesto en su anterior visita al continente.
“Creo que llegué a un lugar distinto, como siempre me gusta hacer con mis discos”, explica el cantante acerca de su nuevo trabajo. “A lo mejor no tiene la profundidad que tenía sobre todo Vulnerables (2019). Pero tiene tintes rockeros, yo estoy tocando mucho la guitarra eléctrica, estoy muy influenciado por el rock argentino, algo que estaba escuchando mucho en ese momento. También hicimos un candombe y un merengue venezolano”.
―El viaje inspirador una vez más en tu carrera…
―Salvo una canción que ya tenía, hice todo el disco en ese viaje. En Puerto Rico nació la primera canción, luego Colombia y a partir de ahí empezaron las canciones solas. Ahí estuve un mes en Uruguay haciendo conciertos, pero muy relajado, salieron cinco canciones más, y cuando crucé a Buenos Aires hice “Enero en Buenos Aires”. Yo estaba en la costa de Uruguay, era la persona más feliz del planeta en Punta del Diablo, ¿por qué me fui a Buenos Aires? No había ningún amigo, se habían ido todos, no se podía respirar del calor. Pero sirvió para cerrar el disco.
―Le sacaste el jugo a nuestro enero de todas formas.
―Tenía que grabar una canción, una colaboración con el musico español Guillem Roma, que luego la compró Movistar. Y entonces como teníamos tiempo libre dijimos “nos quedamos una semana y vamos a visitar a todos nuestros amigos”. Pero no sabíamos que el enero en Buenos Aires era el agosto de Madrid. Llegamos y no había nadie, yo estuve una semana haciendo nada, fue terrible. Y por lo menos me regaló una canción, yo siento que el poder de la música también es eso, los momentos en los que uno está más desencontrado la música tiene esa salida.
―El tema que da nombre al álbum, juega mucho con el ida y vuelta en cuanto a tu relación con la astrología. ¿cómo se generó?
―Es una historia creativamente muy interesante y lo que sucede es un hallazgo. Cada noche después de cada concierto en Uruguay, los majísimos uruguayos venían a hablarme de astrología. Si hay alguien que está re loco con el horóscopo son los uruguayos, y eso que los argentinos también, pero lo de ellos era muchísimo, llegaba un momento en el que yo decía “ya no quiero más, hablemos de otra cosa, por favor”. Y en Montevideo se me ocurre la idea. Cuando estoy cerrando las primeras cuatro estrofas de repente la canción desemboca en otro lugar que es una descripción. Una madrugada en un Airbnb me meto en Google y busco cualidades de Escorpio. Hay una lista y empiezo a describirme a mí, con valentía (porque son cosas controversiales), a través de las cualidades de Escorpio. Entonces, cuando llevo ya tanto escrito, la canción me lleva a otro lugar que no esperaba llevarme, tal vez para no tener que admitir que… ¡soy escorpiano! (risas).
―La astrología te llevó por delante.
―Es muy curioso que quedé retratado en un marco de cualidades bajo unas fechas concretas en las que nací, y me dieron en el clavo. No he investigado más igual, me sigue sin interesar, prefiero vivir la experiencia sin esa maleta de decir “voy a tener que reaccionar así porque nací en un momento en el que las estrellas estaban colocadas de tal manera”. Cosa que no dudo, que la influencia de los astros está en nuestro día a día, este planeta está sostenido en un universo que no entendemos que es infinito y todo gira porque hay una serie de astros que permiten que estemos aquí vivos. Obviar eso ya es ser idiota. De ahí a querer intervenir mi vida por una serie de ideas que han ido surgiendo y que el ser humano ha escrito a mano (porque los astros tienen que ver con nosotros), bueno, ahí ya no entro.
―Por supuesto está llevada la letra de la canción por la ironía.
―Siempre con la ironía, claro, pero también es un poco la idea de este disco, porque hay canciones que tienen un tono distinto a otros discos, más sarcástico, venenoso: ¿Qué carajo hago en Buenos Aires? ¡Qué tonto es el ser humano! ¡No me pregunten más de qué signo soy! “El hambre de mi pueblo” también es un tono que no había usado nunca en mis canciones.
―¿Te encontraste con eso de repente cuando viste que habías escrito todo eso?
―Es que ese soy yo, a veces más que otros yo que he mostrado en otros discos. Soy una persona bastante sarcástica e irónica que roza un poco lo pesado y también soy una persona que me enfado, ese soy yo y me gusta que haya quedado plasmado.
Desde su primer viaje a nuestro continente hace diez años, Pedro Pastor ha recorrido Latinoamérica en reiteradas ocasiones y durante mucho tiempo. Estas tierras han sido una constante fuente de inspiración en su obra, pero también a la hora de llevar su vida. Nunca ha dejado de lado la situación política y social, siempre retratándola en sus canciones, o siendo protagonista visitando diferentes lugares o conviviendo con algunos procesos que se fueron dando en estos tiempos.
“Siempre hay cosas nuevas para conocer, y también volver es alimentar los vínculos. Hay música que te va a llegar por primera vez, y siempre el encuentro con el público es muy inspirador. Siempre suceden cosas en los conciertos que uno no planea, el público es muy protagónico en Latinoamérica, especialmente en Argentina, y se siguen generando nuevas herramientas muy interesantes. Todo eso va llenando la mochila”.
―Vos siempre estás muy atento y presente en lo social, ¿cómo ves esa evolución en cada viaje?
―El que más cambia en ese sentido soy yo. Estuve en un pueblo de pescadores colombiano que hacia 10 años que no iba y mi experiencia fue totalmente distinta, pero por mí, porque el pueblo estaba casi igual que cuando fui por primera vez, cuando tenia 20 años y esa inconciencia natural de una persona de esa edad que lo único que quiere es derramarse por el planeta. Ahí la experiencia es más desenfadada y acaba siendo más espontanea y más profunda. Cuando pasan los años, empiezas a tener más miedos infundados, estás más alerta, más preocupado, y eso hace que la experiencia sea distinta, me permite llegar a menos lugares. De alguna manera yo me consuelo pensando que me va a salvar la vida, pero la verdad es que cuando no la tenía me la salvó igual, lo cierto es que nunca me pasó nada.
―¿Cómo la encontrás en lo político?
―Hay luchas que se han congelado en el tiempo que no estuve y luchas nuevas que están surgiendo. Nosotros vivimos una época movilizante, el estallido en Chile, los paros nacionales en Colombia que luego derivaron en la salida de Duque. Ahora está todo más adormecido, pero son etapas, no se puede uno permanecer años aguantando en la calle los gases. Luego siento que esos procesos revolucionarios que se venían proponiendo no llegan a puerto, algo que ha pasado también en España. Hay muchísimos intereses políticos que ni siquiera tienen que ver con los parlamentos, hay mucha propaganda, la massmedia tiene mucho peso en lo que es nuestra forma de pensar. Entonces es muy difícil que lleguemos al final a conquistar esos derechos por los que estamos peleando, y en Latinoamérica poniendo además mucho el cuerpo. La represión es muy fuerte y muy dura, como pasa ahora con los jubilados en Argentina, entonces es muy difícil eso mantenerlo con el tiempo.
―Lo que está pasando mucho es que encima hay mucha gente apoyando las represiones.
―Yo creo que ese es el quid de la cuestión. Es un poco lo que nos tenemos que enfrentar en esta década, recuperar esa batalla cultural, no tiene sentido que gente que está muerta de hambre defienda la represión a los jubilados, no hay por donde sostenerlo, es absurdo. Pero creo que es el triunfo del nuevo discurso, el capitalismo como único modelo social, el individualismo, la meritocracia, todas estas ideas que nos meten a través de la propaganda, y están calando en nuestra sociedad que cada vez piensa más en si mismo y deja de tener a la colectividad o al prójimo como algo propio. Al final los móviles, las redes sociales, la estética como prioridad, los discursos de la meritocracia en los que lo único que importa es que tu tengas dinero, las criptomonedas. Estamos en una sociedad distópica nueva, a través de las redes sociales especialmente, en la que discursos altamente conservadores que ya habíamos superado vuelven a tener un lugar prioritario en el debate público. Ciertos valores morales que ya habíamos pasado vuelven a estar adelante. Pero bueno, la historia es cíclica y hay mucha gente que le interesa que estemos peleados. Ahora tenemos otra vez que opinar a ver si alguien quiere cambiar de género, y estamos peleados en eso. ¿Qué más le da a José que Antonio quiera ser María? ¿Qué influye en su vida? Nada. Pero estamos ocupados en esas tonterías porque hay un montón de gente que quiere meter eso en el debate público, para que luego nos sigan reventando con la inflación, sigan subiendo los precios de la canasta básica, nos sigan expropiando las tierras, sigan deforestando el Amazonas, y sigan haciendo las barbaridades que hacen en este continente y en el mundo.
―La visión es pesimismo puro.
―¿Quién es capaz de ser optimista en el mundo que tenemos enfrente? Hay algo infantil que no queremos dejar morir y por eso hacemos lo que hacemos, por eso seguimos invirtiendo nuestro tiempo y nuestra energía en tener conversaciones, en generar debate público, crear música que tenga contenido social, ir a visitar territorios (ahora he estado en Guatemala visitando escuelas rurales). Seguimos ocupando nuestra energía en eso porque hay algo que no queremos dejar que se muera, porque es algo que necesitamos para vivir. Pero de ahí a pensar que el mundo no está perdido, vamos, el que piense eso está en babia.