Si se cierran los ojos por unos segundos la atmósfera se traslada a ese momento mítico e íntimo en que Charly García hizo su música para toda Latinoamérica. La sala está llena, pero la experiencia se hace cercana.
Eran épocas de gloria musical y tener un MTV Unplugged era sinónimo de éxito rotundo. Eran los ‘90. La situación política y social era horrible y buena para pocos, pero la música era el puente salvador. Casi como ahora, en este espacio, en este momento de privilegio.
Suenan los primeros acordes de “Yendo de la cama al living”. El cello y el violín como protagonistas. La banda introduce al público a un viaje de esos tan confortables que es difícil bajar. Tal vez como como le pasa a alguna “Pasajera en trance”, la del amor real que es como dormir y estar despierto.
Hay un living, veladores, rosas en floreros y la muñeca Barbie. Emilio Citro (voz y teclados) respeta hasta las respiraciones y silencios de Charly. ¿Cómo no trasladar la mente a algunas de esas tardes o noches que vimos este pedazo de la historia en la tele?
El bandoneón en “No soy un extraño” deja la piel de gallina, como este tema de García tan adelantado para la época, mientras que para “Los dinosaurios” el público se desborda en cánticos contra Milei, y la banda acompaña.
El disco continúa de manera perfecta en orden. La perfección que también marcan los músicos a quienes se les nota el amor por Charly, por aprender cada detalle entre los millones de detalles que tienen los cientos de Garcías que conocemos.
“Ahora vamos a cantar lo que se nos canta”, dicen después de finalizar la tanda del Unplugged. ¿Se puede seguir sorprendiendo? Claro que sí.
Jere Goñi vuelve al bajo aznariano para hacer “Parado en el medio de la vida” con un toque de Ruso Lebón dando vueltas. Dante Bronzini (quien además acompaña en teclas durante casi todo el show) canta “Influencia” de esa etapa solista de Charly más border, pero igual de inteligente.
La voz de Olivia Suárez envuelve el alma en “Cómo mata el viento norte” de La Máquina de Hacer Pájaros. Obviamente no puede faltar una de Sui Géneris y la elegida es “Rasguña las piedras”.
Un momento para atesorar es el final con “Seminare” y el público emocionado con las luces del celular emulando los encendedores de aquellas épocas.
Lo de Cinema Verité es inclasificable. Hay calidad, hay carisma, pasión y amor por la obra de Carlos García Moreno, por lo que fue, por lo que es. No es una banda de covers, es un homenaje a la historia.