María Ezquiaga presenta “Toco y canto“, su nuevo disco solista
Después de muchos años en Rosal, la cantante y compositora lanza un segundo material solista en el que navega en la introspección y las melodías simples.
Una guitarra acústica y una voz que aterriza en el medio del caos cotidiano y citadino. Calma. Suena “Lluvia” una canción compuesta a partir de un poema de Ricardo Cabral. “No hay nada que apagar, hay que dejar arder”. Y que arda nomás en esa melodía que invita a volar con la mente.
Invitados hay muchos y todos conforman un trabajo enriquecedor: Pablo Dacal, Lucas Martí, Pol Nada, Mariana Bianchini, Alfonso Barbieri, Mauro Conforti y el hermano de la cantante, Marcelo Ezquiaga.
En la gacetilla de prensa nos hablaban de contrastes, de luces y sombras, del miedo (que aparece en varias ocasiones) y el desamor. Pero a contrario de lo que podemos imaginar en esas líneas que tranquilamente se podrían traducir en melodías tristes, de alma apagada, María canta y cuenta con total luminosidad. Es una invitación constante a ingresar a su mundo de introspección, a su retrato más intimista.
Pero no son solo las canciones las que invitan, también hay audios de WhatsApp puestos estratégicamente, quizás como alguna especie de “homenaje” a esas canciones que hace algunos años se hicieron a través de mensajes en el contestador.
En “Sampler” -cuya invitada es Mariana Bianchini que brilla con su impronta tan característica- la rockea un poco cantándole a esos machitos de las redes.
El que queda rondando en la cabeza es “Donde nos dejamos” que compuso junto a Lucas Marti y también es el corte que puede verse en video clip.
Este disco navega por melodías simples, amables, con mucho del confort y música para volar. Tranquilamente podría estar en esas listas de canciones para escuchar cuando se necesita refugio.