Realizado junto a Esteban Frontera, músico y amigo de Juan Robles, Tambores de Arena, tercer disco de estudio del pianista y compositor, es una cena compuesta de 13 pasos diferentes, donde el oyente puede degustar un poco de todo. Una comida musical ejecutada con gran precisión con un menú excesivamente variado.
La escucha comienza con “La Venganza del Gran Hampa”, una canción que navega entre el pop bailable y el canto tirolés, seguida de “La Aurora”, una canción pop con reminiscencias de Frank Zappa y la psicodelia lírica de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de Los Beatles. Algo más de eso se percibe en “Diurna y Hermosa” pero con un corte más electrónico, mientras que “Un caso perdido” y “Cuchillos en Balvanera” maridan a la perfección con la vieja esencia del arrabal condimentada con un poco de electropop. “Tal vez sea tu aire de misterio” repite desgarradoramente en “Fuego desatado”, la canción más intimista del disco, para despacharse con un delirio lleno de vaivenes musicales en “El vicio de la avispa”. Pero la cuestión no termina allí, pues las raíces de un folklore bien local se sienten en “De la Noche a la Mañana” y “La Matemática de una Flor”, canción que cierra a la perfección el setlist de su album.
Juan Robles nos invita a pasear por 13 canciones como paisajes, todos diferentes, pero a la vez todos conectados por su voz. Combina de manera ácida y contundente rock alternativo, electropop, algo de triphop con bases de tango y folklore. Por momentos delirante, por otros brillante. Sin dudas un disco que merece ser escuchado.