“Gracias por bautizar éste festival con el nombre de la siguiente canción”, agradeció Walas antes de que Massacre tocara “Nuevo Día”. Con esta suerte de bendición por parte de la diva del rock, durante los escenarios del Konex pasaron varias bandas donde el sonido de la guitarra distorsionada predominó.
Los ascendentes Winona Riders, que tanto despelote lindo están haciendo en algunos sucuchos del under, dieron un show sólido moviéndose entre las canciones de sus discos Esto es lo Que Obtenés cuando Te Cansaste de lo que ya Obtuviste (2023) y el más recién El Sonido del Éxtasis (2023).
En la oscuridad del escenario Vomit, dentro de la Sala de las Columnas, Dum Chica, Las Tussi, y Marina Fages hicieron una superpoderosa mezcla de azúcar, flores, muchos colores y punk furioso antifascista.
Massacre cerró el escenario destechado con casi cuatro décadas a cuestas. Durante su repertorio, Walas jugó a ser un Papa del skate-punk, y bendijo a los artistas que lo acompañaron durante la jornada con su báculo vudú.
Entre canciones nuevas que están próximas editarse y varias perlas de discos anteriores (tocaron “Divorcio” después de casi 10 años), Massacre se autoproclamó como “La Octava Maravilla” ante la aprobación de su público.
Día 2: Estábamos tan bien
El segundo día del Festival tuvo varios puntos en común con el primero: chicos y chicas recorriendo los escenarios con cerveza en mano, parando a ver a sus bandas favoritas y acercándose con curiosidad a ver propuestas nuevas para que el escenario les devuelva puro ruido distorsivo en volumen 11.
Bajo una muchedumbre de remeras negras, los marplatenses de Buenos Vampiros desplegaron su post-punk gótico y por suerte no se derritieron a pesar de tocar “Todo el Mal” a plena luz del día.
En formato de power trío, Mujer Cebra se posicionó con una de las bandas más interesantes para ver en la escena indie actual, apoyándose en las canciones de su nuevo (y notable) disco Clase B (2023).
En la Sala de las Columnas, Kill Flora reforzó su formato drum & bass con guitarras eléctricas, que le sirvieron para brindar un set bien enérgico en el gritan contra el sexismo de la escena y los estereotipos masculinos, con una dosis de humor. El Club Audiovisual, por su parte, ofreció un sonic-pop apoyado de una propuesta visual con una paleta de colores embriagante.
Al calor de la discusión por la financiación de la cultura y las artes que la coyuntura socio-política nos vuelve a proponer, Barbi Recanati la defendió como bien sabe hacerlo: con el poder de una guitarra a cuestas y grandes canciones.
Con una posición clara al mostrarse en desacuerdo con la Ley Ómnibus que propone el gobierno de Javier Milei, la ex Utopians mostró su rebeldía tocando canciones como “Que no”, “Teoría Espacial” y una versión shoegazer de “Mejor no Hablar de Ciertas Cosas” de Sumo, con Marilina Bertoldi haciéndole el aguante desde las cuatro cuerdas de su bajo.
Ryan fue la banda encargada de cerrar la edición de verano del Nuevo Día. Los jóvenes músicos bautizaron su propuesta como babyrock, aunque decidieron abrir con “Una Vela” de Intoxicados. Para el final de su set, Barbi Recanati subió a cantar “Capaz” para que terminen con “Ponete un Disco”, un track con aroma a hit radiofónico.
Walas de Massacre recomendó insistentemente no perderse el show de Marina Fages. A Barbi Recanati se la pudo ver dando notas con una remera de Dum Chica. Los chicos de Mujer Cebra salieron a tocar con musculosas de Las Tussi. Si dejamos de lado la música (solo por un ratito), el Festival Nuevo Día también se trató de esto: comunión entre bandas y los experimentados dándole su bendición a los primerizos. Se sintió muy fuerte en el ambiente la idea de que en la movida están todos juntos, y que la resistencia al sombrío panorama que se viene es colectiva.