Después de cinco décadas, el proyecto del músico y productor volvió a brindar un show en suelo argentino, donde repasó toda su carrera en un Gran Rex abarrotado.
Giuliano Canterini nació en 1944 en La Spezia, región de Liguria, Italia. Seguramente en sus primeros años de vida jamás se imaginaría que tiempo después sería rebautizado artísticamente como Billy Bond, que desarrollaría una carrera musical al otro lado del mundo -en la Argentina- durante la explosión beat de la década de 1960, que sería regente del mítico bar-teatro “La Cueva”, considerada como la cuna del rock argentino y que formaría un grupo que fue un auténtico semillero del rock de acá.
Luego de diversos conjuntos y algunos discos solistas lanzados entre 1966 y 1969, el italiano nacionalizado argentinoformó Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, su nombre completo, un colectivo musical que contó con un sinfín de integrantes que iban y venían, tales como: Luis Alberto Spinetta, Pappo, los integrantes de Manal -Javier Martínez, Claudio Gabis y Alejandro Medina-, David Lebón, Jorge Pinchevsky -el primer violinista del rock-, Isa Portugheis, Pajarito Zaguri, Cacho Lafalce, Vitico, entre muchos otros.
La vida de ese proyecto se desarrolló durante la primera mitad de la década de 1970, hasta que el cantante se radicó en Brasil -donde vive hasta hoy-, debido a la creciente represión y violencia que en aquellos años había en estas tierras, culminando en el golpe de Estado de 1976. Pero antes de exiliarse en el país vecino, dejó tras de sí un mito que persiste hasta el día de hoy: aquel recital que su banda brindó en el Luna Park en 1972 donde empezaron los desmanes y quedó la frase esbozada por el cantante: “¡Rompan todo!”.
Cincuenta años después, el productor regresó a nuestro país para brindar un show único e irrepetible, que quedará grabado en la memoria de la música nacional y, por supuesto, de quienes tuvieron la suerte de participar en esa gran velada. Una verdadera puesta en escena teatral, mediante un show de poco más de dos horas donde contó toda su historia junto a una enorme cantidad de invitados.
El teatro Gran Rex estuvo lleno de fanáticos de varias generaciones, que se congregaron para tener la oportunidad de vivir una experiencia que Bond pensó hasta el más mínimo detalle, en concordancia con su saber hacer de productor de obras teatrales: con pantallas que proyectaban imágenes de aquellos artistas con los que él trabajó en el pasado -lejano y no tanto-, otras que sirvieron para poner en contexto su historia desde su nacimiento en el viejo continente y una escenografía que mezclaba el camarín con una ciudad semi destruida.
Un espectáculo que mezclaba lo audiovisual con el histrionismo del músico quedó maridado con un repertorio de anécdotas que éste contaba a la audiencia. Tamaña historia no podía reducirse a un show acotado, por el contrario, en poco más de dos horas hubo un sinfín de músicos y músicas, como de historias contadas en primera persona por el cantante, desde la “Génesis”, que fue una versión coral del clásico de Vox Dei, pasando por otros hitos de su trayectoria, sus inicios en la música, con algunas canciones nuevas -”El niño y el ángel”; “El demonio”, entre otras- y el descubrimiento del beat, con una versión de “I Saw Her Standing There”, de los Beatles, ejecutada en la voz por Fernando Samartín, quien la interpretó personificando al mítico Sandro.
Luego de contar cómo otro productor en los años 60 le sugirió usar su nombre artístico y otros relatos más, matizó con “la del limón”, como cantó Charly García en una de sus composiciones en épocas de Serú Girán; se trataba de “Mi limón, mi limonero” y “El toro campeón”, las primeras canciones que le dieron visibilidad al italiano.
Hubo tiempo para más covers, como el de “No pibe”, otro clásico de Manal, que contó con la colaboración de Patricia Sosa en voz. Continuó “Verdes prados”, que tuvo difusión reciente en la película El Ángel (2018), “Voy a ver a un amigo” -con la participación de Daniel Melingo-. En la versión de “¿Adónde está la libertad?”, que sirvió como homenaje a Pappo, se sumaron Machi Rufino -bajo-, Black Amaya -batería- y José Lavallén en voz.
Con los intervalos en esa sección de camarín en la que continuaba la travesía por su vida y las canciones, tuvo una sección de cuerdas de fondo la cual daba un ambiente intimista, se pudo observar la escala de producción, no sólo por la escenografía sino por un plantel de músicos que rotaron a lo largo de la velada, además de los invitados.
Carolina Peleretti también formó parte y puso su voz en otra canción nueva: “Nunca seremos iguales”. Después, vinieron más hitos de la discografía pasada, reforzados con Don Vilanova en guitarras, luego el hit “Salgan al Sol”, que tuvo como invitados a Boom Boom Kid. Más tarde, Alejandro Medina hizo su aparición en las tablas para cantar “La maldita máquina”, canción de su autoría que el mismo Billy Bond le pidió que interpretara en la versión original de estudio, donde también se sumó Kubero Díaz, Alambre González e Isa Portugheis.
A “La pálida ciudad” -también con Kubero Díaz- le siguió “La marcha de San Lorenzo”, momento en que el público ofició de gran coro, mientras el oriundo de La Spezia deambulaba por la platea. Medina volvió para sumarse en otro clásico: “Tontos”, y la cosa se volvió casi un espectáculo circense con la participación de Pipo Cipolatti, Gillespi, Fernando Noy y una murga, conformada por varios artistas más, quienes interpretaron “Gracias al cielo”.
Continuaron “Enfermeras”, también con Cipolatti, “El héroe” con Rufino de nuevo y en “Las guerras”, otro cover de Vox Dei, tuvo la colaboración de Ricardo Soulé en guitarra. La explosión rockera que sirvió de saludo al artista del bigote bicolor sumó en las cuatro cuerdas a Javier Malosetti y a Juanito Moro en la batería -el hijo de Oscar Moro-, en “¿No te sobra una moneda?”.
El tramo final, con el clímax de los y las presentes se dio con un intervalo emotivo que fue “Cuando ya me empiece a quedar solo”, de Sui Generis -banda que fue producida por Bond en sus inicios-, y que tuvo de invitados a León Gieco en voz y Rodolfo Mederos en bandoneón.
Con “Soy el Rock” el multifacético artista culminó una fiesta en uno de los teatros más emblemáticos de nuestro país, donde el recorrido por su carrera mostró que fue uno de los pilares indiscutibles del rock argentino, con el apoyo de casi setenta artistas en escena y mostró que La Pesada en su versión 2025 la volvió a romper después de cincuenta años.
Billy Bond y La Pesada en una noche de antología (Foto: Mara Moreno)