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Aymará en Café Berlín: Para viajar con calidez

La banda volvió a la ciudad de Buenos Aires en un show exquisito con entradas agotadas.

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El corte en diagonal de la Avenida San Martín parece dejar la puerta del barrio porteño de Devoto más fría de lo que el numerito de la temperatura pregona en el celular. Por suerte, entrar al Café Berlín nos alivia con su calidez desde que pedís el primer trago.

Aymará se podría definir (nos encanta a los seres humanos intentar hacerlo con cualquier expresión musical) como una banda que fusiona el reggae con ritmos y estilos latinoamericanos. Y es muy extraño, y genial a la vez, porque vas a escuchar un montón de temazos en clave reggae, y posiblemente luego dirás cosas como que las violas están geniales, los colores de la percu embellecen los climas, las voces tienen vibras de las buenas, la base de Diego El Gáname (batería) y Paco Arancibia (bajo) la rompe, los momentos íntimos estremecen y algunas cumbias te incitan a querer revolear las sillas para poder bailar. Pero tal vez nunca nombres la palabra “reggae”, y está muy bien así.

“Hogar” da la bienvenida y al rato suena una exquisita versión de “Mandolín”, de aquel indispensable artista uruguayo que es El Príncipe Pena. Entre medio, y durante varios momentos de la noche, la cantante Jimena Mujica se sube en reiteradas ocasiones para aportar la energía de su voz y acompañar al cantante y guitarrista Ariel Colla. La calma se perturba cuando la percusionista Nancy del Valle toma el control en “Cumbilonga”. Palmas, bailes en los asientos, pero rápidamente ella misma nos baja un cambio y pone al lugar en trance cuando llega “Mantric”.

En la recta final suenan algunas canciones nuevas y se cuela también, en clave reggae, “Lamento boliviano” de la banda mendocina Alcohol Etílico, popularizada en toda Latinoamérica por Los Enanitos Verdes, claro. “Quien te dijo” y “El cebú” se encargan de cerrar la velada a puro baile y agite, con las guitarras de Ariel Colla y Guido Parisi parafraseando pedacitos de la intro del Inspector Gadget (esa que muchos tildan de inspirarse en una pieza de música clásica).

Entre aplausos interminables de un público que se encargó de agotar las localidades, la banda posa para la foto final y rápidamente empieza la desconcentración, porque hay segundo turno y el tiempo es tirano también en los locales de música. Estaba todo tan hermosamente cálido que nos olvidamos de abrigarnos lo suficiente y caemos de nuevo en la realidad de una ciudad fría y un invierno adelantado para estas tierras.

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