“No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme”, le dijo el escorpión a la rana de la famosa fábula después de haberla picado. Quizás, con un sentido menos trágico, es un poco lo que define a Charly o a todos los Charlys que conocemos.
Y si, esta voz no es la voz del Charly de Sui, ni la del de Serú. Ni siquiera es la voz del Charly que hizo Random en el 2017.El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos y esas cosas. Tampoco es un disco que hizo para sus seguidores, lo hizo para sí mismo- y quién le puede discutir algo- con sus gustos, sus complejidades y el trazado de un niño que juega y que necesita hacer música para no morir.
En este disco -que también tiene una producción exclusiva en vinilo- se encuentran referencias a temas propios y ajenos. Por ejemplo, en “La medicina N°9”- que cuenta con la participación de David Lebón– escala en “Rap de las hormigas”. En “Te recuerdo invierno”, una de las más tiernas y suigerianas aparece un homenaje a “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla. Match de maestros.
La melodía de “Estrellas al caer” nos reencuentra con “Chipi-Chipi”, pero esta vez Charly ya conoce New York y hasta tiene una esquina con su nombre. Otro de los grandes placeres de García es The Beatles, es especial John Lennon. En La lógica del Escorpión (2024) se puede escuchar un pedacito de la base de “Imagine” y también hay una versión español de “Watching the Wheels”.
Algo bastante curioso es la elección de la canción “Wait for it” para meter un sample en “El club de los 27”, en la que también participa Lebón. Esta canción viene del musical “Hamilton” de Broadway. ¿Vieron que conocía New York?
En la reversión de “La pelicana y el androide” aparece la voz del Flaco Spinetta, como no podía ser de otra manera, y le da el sentido melancólico al disco, aunque sea una versión un poco más “arriba” que la que Luis Alberto grabó para el disco Privé (1986).
No hay que dejar de mencionar la nueva versión de “Juan represión”, sobre todo en estos tiempos. Y es que Charly siempre tiene algo para decirle al poder de turno.
Y hay más, mucho más. Pero la gracia está en sentarse a escuchar con auriculares y dejarse llevar un rato, descubriendo esos pequeños guiños que fue dejando por las melodías como una búsqueda del tesoro.
No es el mejor disco de Charly, y eso es obvio, pero es el que tenía ganas de hacer y con eso es suficiente. Para todo lo demás: Say no more.