El último baile (2024) de Trueno es un disco que propone un recorrido por distintos climas: desde los más sentimentales hasta los más combativos. Amor y protesta conviven dentro del rap, donde las letras abordan temas controversiales sin miedo: el gobierno, la pobreza y la reivindicación de su historia de superación frente a las adversidades del pasado.
La noche del viernes en Ferro comenzó con miradas inquietas entre los convocados. Nubes negras avanzaban y cubrían el estadio por completo, dejando apenas algunos rayos de luz filtrarse en ellas.
Sin preámbulos, apenas sonó el primer acorde de la banda que acompañaba al rapero, la amenaza de lluvia pareció desaparecer. El calor del público, saltando y cantando, le dieron la bienvenida a Trueno para hacer de este show, de los más históricos de su carrera.
La propuesta artística fue uno de los puntos más altos de la noche. El cantante rindió tributo al hip-hop estadounidense, incorporando fragmentos de clásicos como “Gangsta Paradise” y “Killing in the Name”, que despertaron gritos de sorpresa entre el público.
Sin dejar de lado su profunda pasión por Argentina, Trueno dedicó varios pasajes al país: frases proyectadas en las pantallas, acompañadas por su voz en off, destacaron la calidez de su gente y remarcaron que el amor por la patria es más fuerte que cualquier estatus sociopolítico.
No faltaron clásicos como “Mamichula”, canción que escribió junto a Bizarrap e interpreta en el disco junto a su pareja de entonces, Nicki Nicole. También hubo espacio para los temas más románticos de su último álbum, como “Gangsta Love” y “Rain III”.
Luego llegó el turno de los invitados. No podía faltar Milo J, a quien definió como “el hermano menor que le dio la música”. Juntos interpretaron “Gil”, canción que ambos comparten en el nuevo disco de Milo, La vida era más corta. Los gritos colmaron el estadio en un momento cargado de emoción, atravesado por una letra que alude a la traición sufrida por Trueno tras un contrato malversado.
Para cerrar el segmento de invitados, el escenario recibió nada menos que a Serú Girán. Emocionado, Trueno finalizó las canciones con un fuerte abrazo de David Lebón y Pedro Aznar, subrayando una vez más la importancia del legado de la música nacional.
Cuando parecía que la noche comenzaba a apaciguarse y acercarse a su final, el joven rapero regresó al escenario acompañado por un grupo de enmascarados. A través de las pantallas, comenzó a organizar al público del campo bajo la premisa: “Vamos a hacer algo histórico”.
El campo fue dividido en dos secciones, al estilo de los clásicos shows de metal y su conocido wall of death. Una línea imaginaria separó el lado izquierdo del derecho hasta que, al sonar el break de “Violento”, ambos sectores corrieron en direcciones opuestas para dar lugar a uno de los pogos más grandes que haya vivido el rap nacional.
Trueno bajó del escenario para compartirlo con sus fans, pero debió retroceder ante la avalancha de quienes buscaban abrazarlo. Sin respiro, sonó “Dance Crip”, acompañado de coreografías propias del hip-hop, fuego y láseres danzantes, sellando una noche histórica para el rap argentino.
Antes de despedirse lanzó una última frase al mejor estilo mic drop...