Marilina Bertoldi en Obras: santificado sea tu rock
La ganadora del Gardel de Oro propuso este domingo en el estadio Obras una performance impactante y teatral, con una vibra religiosa, pero bien rockera.
El último domingo de noviembre, el Estadio Obras se incendió con la llegada de la que se convirtió en un ícono del rock para las chicas y, en particular, para la comunidad LGBT+: la cantante y compositora Marilina Bertoldi.
Desde las canciones más dulces, sonando a un ritmo lento, hasta esas más potentes que la rompen y ponen al público a poguear, la playlist pasó por todos los álbumes de Bertoldi y la noche fue la excusa perfecta para que la artista se suba a lo más alto del pedestal del rock.
Veinte minutos más tarde de la hora pactada se apagaron las luces del estadio, pero no del todo. La tensión en el aire se volvió casi palpable; incluso, y a pesar de los movimientos sobre el escenario, la atención estuvo puesta sobre uno de los accesos del fondo del campo. Mientras tanto, sonaba el “Kyrie” de la Misa Criolla de Ariel Ramírez. “Señor, ten piedad de nosotros”, cantaba la inmortal Mercedes Sosa mientras llenaba cada hueco del recinto con su voz.
Más tarde, por una de las puertas apareció un grupo de penitentes, iluminado solamente por un puñado de antorchas, que atravesaba la muchedumbre. La performance permitió que los fans fueran parte de una especie de ceremonia religiosa; tanto fue así que, el recorrido se proyectó por una pantalla que ocupó todo el fondo de la escenario, y que capturó los rostros de la procesión en primerísimo plano y los siguió desde que entraron por el lateral y hasta que se los perdió de vista. Minutos después, los “feligreses” cargaron en brazos a Marilina Bertoldi, la depositaron en el centro del altar y la crucificaron.
Para poner en contexto: durante la presentación de Mojigata en el Luna Park, la artista había “expresado” haber muerto junto al rock. Sin embargo, la historia continuó y el show del domingo, significó su domingo de resurrección.
La tensión era total y el calor del estadio era envolvente. El show empezó con “Sexo con modelos”, y Marilina se bajó de la cruz sobre la que había sido crucificada al grito de “qué más habrá que ceder para que todo esté vivo”. En ese momento, todo explotó con el agite que hacía rato estaba a la espera de un detonante para ponerse a saltar, cantar y sacudir violentamente la cabeza al ritmo de la música. ¡Amen!
“Cosa mía” la encontró ya apostada con sus atuendos de rockera setentera en el centro de la tarima en la que se apiñaba junto a la banda, su cónclave. “Fumar de dia” fue otro de sus grandes hits, esta vez en una nueva versión más Funky. Durante todo el primer bloque la cantante condensó toda su sensualidad/sexualidad, oscilando entre el perfil de chica sexy y su caricatura del macho.
Algunos temas más tarde, Bertoldi interpretó “Vivo pensando en ayer”, una auténtica crisis nerviosa hecha canción. Después, sonaron “Correte” y “La casa de A”, pistas que dieron paso al apartado introspectivo del recital. También sonó “Remís”, con ella sola con su guitarra, dándole el toque de emotividad, el grupo de penitentes devenidos en apóstoles escucharon su prédica sentados en ronda al borde de la tarima, tirándole claveles.
Entonces, su séquito la rodeó unos minutos, hasta que Bertoldi emergió del círculo, esta vez ataviada con una ropa de cowgirl deluxe: de blanco impecable, con parte de su cuerpo al descubierto y con la mirada y el cuerpo en una firme intención de romper todo, Rocanrol n´n´n´ comenzó a bajar como rezo. Ya con “Es poderoso”, ¿“O no?” y “La cena” explotó todo el poder, la gloria y la furia rockera que venía contenida.
En ese preciso momento, la artista hizo un párate para dirigirse al público, bajando un mensaje respecto a la salud mental que mostró a una Marilina más optimista que se refirió al momento que estaba pasando cuando fue invitada a Caja Negra a principio de año: “Yo estaba en la mierda fuerte. Fue pasando el año y seguía en la mierda. Preocupé a mis amigos y a mi familia. Pedí ayuda. ¡Me volví evangelista! Y ahora estoy bien. No estoy más deprimida, lo que nadie te avisa es que después de la depresión viene la ira”, contó un poco en chiste y un poco en serio antes de comenzar “Y deshacer” donde los presentes retomaron su euforia, sus saltos y sus cantos a todo pulmón.
Ya cerca del cierre sonó “Pucho”, con Bertoldi revolcándose en una montaña de tierra, de polvo. Acto que podría considerarse como otro guiño a su resurrección: salir del polvo y levantarse; eso, sumado la toma cenital de la cámara en un plano completamente dramático que se proyectaba sobre la pantalla. También, del polvo salió a las patadas mas de uno fue de los que estaban el campo cerca del escenario fue bendecido con el.
En “Racat” manejó como a títeres los cuerpos de los bailarines que se movían espasmódicos en el piso hasta rodearla en una coreografía que terminó copiando los pasos de “Thriller”, de Michael Jackson.
El show cerró con “MDMA”, con un público que lo dejó todo en el pogo al grito del estribillo “Vivo estando loca y ya no pega mas”. Y lo selló al tirarse de cabeza al campo, dándole la frutilla del postre más rockera en esta festividad de pascua zombie. A pesar del cansancio y el calor, el público se quedó con ganas de más y con la manija de quien acaba de presenciar un espectáculo a la altura de las expectativas, mientras esperan con ansias la vuelta de su mesías. ¡Amen, hermana!