Demasiado Humana es lo nuevo de la joven cantante y compositora Azul Schenquerman, un álbum donde se exploran los sentimientos y las contradicciones que nos plantea el simple y a la vez complejo hecho de ser humanos, y que comenzó a gestarse ni bien terminó su anterior trabajo, Incendio (2022).
Es que la discografía de Azul es una obra conceptual en sí que va ofreciendo distintos capítulos hermanados desde su debut con Catarsis (2019). “Apenas volví a conectar con la composición luego de todo lo que conlleva lanzar un disco, empezó a salir lo nuevo”, reconoce, “como una necesidad y como un punto de quiebre hacia un nuevo enfoque”. En este sentido, confiesa que a su tercer disco lo comenzó a pensar como tal el día que escribió la canción que finalmente dio su nombre: “ese fue el día que dije, es por acá. Todas las canciones que compuse hasta hoy y que siga componiendo tienen que ser parte de un nuevo disco”.
―Ya todo empezaba a formarse nuevamente.
―Surgió mucho nuevo, y también resignifiqué y modifiqué canciones que habían quedado afuera del segundo disco. Cuando llegué a tener once canciones terminadas y grabadas en demos empezamos con el productor, Adrián Schenquerman, a planear cómo llevar a este disco fuera de casa. Las dos obras anteriores habían sido 100 por ciento grabadas en nuestro homestudio, o con archivos enviados de homestudios de colegas, por la contingencia de la pandemia. Es por eso que este disco lo pensamos de una manera más humana, llevándolo a Chufitlandia, el estudio de Alejandro Spinelli. Tuve la dicha de llevar este disco al estudio acompañada de una banda maravillosa, compuesta por Valentín Cremona, Bruno Marchetti, Narowé L.S y Dante Fisicaro. Con ellos grabamos las bases de la mayoría de los temas en Chufitlandia, y todo lo que no era grabado en su estudio eran instrumentos o voces que decidimos mantener de los demos. Una mención especial al proceso de producción del disco va para Lucho Scianca, quien me compartió la base rítmica de “Mantra”, sobre la cual compuse la armonía y la letra. Esa canción tiene un proceso compositivo y creativo diferente a las otras canciones del disco, al haber sido pensada en función al ritmo.
―¿Cómo se va generando el concepto que se sucede a través de tus obras? ¿Es algo que te planteaste o sentís que te van llevando las canciones?
―Va surgiendo con las canciones. Insisto con ella, pero algo clave para el concepto del disco apareció en la canción que le da nombre, el acto de rendirse. De rendirse ante lo humano, de aceptar la impotencia, de trabajar y construir a partir de lo que ya existe. Distinto al enfoque del disco anterior, donde estaba presente el Incendio, en este disco se presentó la aceptación. Lejos de ser un camino fácil, en este caso la aceptación está atravesada por un proceso visceral, ver de frente a todos y cada uno de nuestros demonios internos. “Ver todo aunque no cambie nada”, como dice la canción. El disco recorre anhelos, miedos y procesos que me interpelaban durante todo el proceso de composición. Cada vez que comparto una obra, sé que estoy dejando a la escucha de todos, una parte muy vulnerable de mí misma. La barrera del miedo de compartir eso se rompe cuando entiendo que esas historias que cuento, las personas las pueden interpolar a aquello que las moviliza en lo personal. Aunque escribo de una manera cruda, dejo las letras libradas a que todos puedan llevarlas a su propia situación personal, y eso, es lo que me mantiene motivada todavía de seguir compartiendo lo que hago. Aún, siendo complejo en muchísimos sentidos. Con el concepto musical sucedió algo parecido, se vieron atravesadas las obras por todo lo que estaba escuchando en el momento. Grandes influencias para este disco fueron Radiohead, George Harrison, Phoebe Bridgers, Boygenius, David Amado, y como siempre, Jeff Buckley. A diferencia de otros discos, donde la guitarra me inspiraba más, en este nacieron muchas más canciones del piano. Me permití ir más a fondo con una sonoridad rock/folk/indie, e incluso algo de grunge, que es uno de mis géneros musicales favoritos y todavía no había explorado ahí en mi propia música.
En 2017 Azul ganó el concurso Vamos las Bandas y gracias a esto se presentó en Tecnópolis Mar del Plata y grabó una canción junto a Lito Vitale en su estudio. “Lo que más me quedó de esa experiencia es la gente que conocí. Era muy chica en esa época. En realidad, era muy adolescente, entonces estaba medio inconsciente de todo. Iba a donde me llevaba la marea, lo cual estaba bueno porque hacía las cosas sin pensar tanto. Creo que por eso también atesoro tanto ese recuerdo, porque lo viví con mucha presencia. Y nuevamente, eso está vinculado por las personas con las que tuve la suerte de compartir, tanto la banda con la que fui, como todos los colegas con los que tuve la suerte de compartir. Hasta el día de hoy todavía no caigo en que grabé con Lito en su estudio. Fue súper cálido como nos recibieron ese día, y aprendí mucho de él. Lito es una persona muy importante en el desarrollo de mi carrera, supo darme el empujón que necesitaba para animarme a tirarme de lleno en este mundo, y le voy a estar eternamente agradecida por eso”.
―¿Qué recordás de aquello que cantabas cuando eras tan chica? ¿Cuáles fueron esas primeras canciones que te incitaron a sentir la pasión?
―Las primeras primerísimas canciones que canté de chica tienen algo de influencia de mi familia, porque estamos hablando de mis 4/5 años aproximadamente. Cantaba mucho Adriana Calcanhotto y Julieta Venegas. Cuando era muy chica también, mi papá me grabó en su homestudio (el mismo en el que después grabamos todos los discos) cantando el estribillo de “Who can it be now” de Men at Work. De esto no me acuerdo, pero sí tengo el registro de la grabación y es muy bizarro escucharla. Ya después de más grande, el cantante que más impactó mi búsqueda y mi carrera (al igual que la de muchos, me atrevo a decir) es Jeff Buckley. Lo descubrí cuando tenía 15 años, y en ese momento, estaba obsesionada con cantar como él. Después de varios años de entrenar y estudiar canto, y conectar con la unicidad de cada voz, entendí que obviamente nunca iba a poder cantar cómo él, y me enfoqué en empezar a cantar con mi propia voz. Igualmente, me quedaron muchísimos recursos estilísticos suyos, y sigo considerando que tiene una de las voces más maravillosas que existieron jamás. Freddie Mercury fue y es un gran referente también, y el más presente de todos es Thom Yorke, quien me ayudó y me ayuda en la búsqueda de cantar de una manera más orgánica. La voz de Thom Yorke me parece que está atravesada por una belleza enorme, que es completamente única suya, y sabe cómo potenciar eso. Un cantante completamente mágico y único.
Azul presenta el nuevo trabajo el viernes 20 de septiembre Humboldt (ex Niceto Lado B), en el barrio de Palermo y confiesa que nunca estuvo tan nerviosa en su vida como en esta previa. “Hace años que mi sueño es hacer un Niceto, y estar a punto de concretar la fecha de presentación del disco que más me moviliza de mi carrera, con una banda de personas que admiro y quiero tanto, es una locura. Me tomo la licencia de que el disco se titula ‘Demasiado Humana’ para confesar que me está costando dormir porque no puedo parar de pensar en cómo haremos para llenar la sala, lo que también es una gran parte de armar fechas, además de todo lo lindo. Siento que, como persona humana, es importante compartir esto también. Al margen de todo lo positivo que moviliza, estoy bastante asustada. Tanto de que salga ‘bien’ como de que salga ‘mal’. Porque significa que algo se concreta, que hay un punto de quiebre, un salto al vacío. Animarse a hacer lo que uno sueña es completamente agridulce. Este es un disco al que le tengo mucho cariño. Son momentos en los que todos necesitamos refugiarnos en la humanidad que llevamos. Nos vemos en Humboldt el 20 de septiembre para cantar todo lo que sino nunca nos animaríamos a dejar salir”.
