Los Caballeros de la Quema en el Movistar: Brindo por tipos sin antifaz
El viernes 10 de octubre se vivió una noche de nostalgia, pero también de presente y futuro. Clásicos, novedades y una banda que atraviesa el paso del tiempo de la manera más genuina.
Ya pasando las dos horas de concierto, los bises arrancan con la melancolía extrema de “Mientras haya luces de bar” y durante siete minutos, entre las guitarras al aire de Martín Méndez y Pablo Guerra, todo el Movistar Arena se emociona hasta las lágrimas, tanto abajo como arriba del escenario.
“Parece que todavía tiene sentido nuestro oficio”, reflexiona Iván Noble, quien minutos antes había agradecido por estar tocando en un lugar que en el día anterior tuvo a Ca7riel y Paco Amoroso, y al día siguiente contaría nada menos que con Silvio Rodríguez.
“También pasaron otras cosas, lamentablemente”, agregaba, en clara alusión al bochorno presidencial del lunes de esa misma semana en medio de narcos y bajas de candidaturas. Así como en los ’90 el cantante de Los Caballeros de la Quema relataba a la perfección las desventuras de los jóvenes de su época, hoy es uno de los pocos señores cantantes que se anima a cuestionar algunas actitudes de la juventud, y también de expresar lo que está sucediendo política y socialmente en nuestro país, ya sea en una entrevista o en sus redes sociales.
En este contexto, Los Caballeros se aventuraron a editar Fiesta de Zombies, un nuevo álbum de estudio luego de ¡25 años!, con un parate en el medio de 15. Visiblemente orgullosos de su flamante obra, ofrecen de a poquito varias de esas novedosas canciones. En ellas encontramos algunas de sus preocupaciones actuales que vienen desde hace ya varios años: la juventud, con “Alma de mocasín” (“Vos fijate bro, guarda el tarascón que hay olor a nocaut/qué se siente ser Rappi de mamá, un monigote crypto siome”); el paso del tiempo, con “Otro día en la oficina” o el temazo “Tanto vino bajo el puente”; o la política actual, pese a que no suena “Vuelven los cuervos”. Todo esto sin perder la marca caballeros que lleva el primer corte “Y acá me ves”.
Pero claro, seamos sinceros, venimos a buscar, por sobre todas las cosas, los clásicos de siempre y si aparece alguna perlita escondida mejor. La noche arranca con la infalible “Todos atrás y Dios de 9” (¿el mejor tema de la banda?) y la alusión al Duki, con pulgar para arriba incluido, se cuela en el ya esperado cambio de nombres constante para reemplazar al “más Sid Vicious de tu cuadra”.
¿Los jóvenes de la vieja época, decíamos? Si habremos sufrido la “Huelga de princesas”, si la noche se habrá hecho “demasiado larga con un Guaymallén de cena”, si habremos salido a ver “Qué pasa en el barrio”, si nos habremos vuelto puteando de alguna fiesta de mierda como retrata “Me vuelvo a Morón”.
Es así, la nostalgia es parte de un show de Los Caballeros de la Quema, y los presentes, en su amplia mayoría +35 (para ser buenos), disfrutamos cada acorde y cada oración, pero ahora ya sin romper nada. Casi que no hay pogo en el campo, casi que solo saltamos (la mayoría) con “el que no salta votó a Milei” que emerge tras “Rómulo y Remo”, y casi que agradecemos las amplias comodidades del Movistar Arena. También observamos al Nene Cavo atrás de su batería luciendo una remera de Superman y no podemos dejar de pensar en Garfield Caldara, tecladista fallecido repentinamente en 2001.
¿Vejez decíamos? En la sesión de vientos, a Carlos Arín se lo ve más chiquito que de costumbre, y es que tocó todo el show sentado. “Se cayó en la prueba de sonido para atrás y casi se mata”, resalta Noble, al tiempo que agrega, no sabemos si en broma o en serio, que se rompió el tendón de Aquiles.
“Vamos a hacer un fogón, a sentarnos en la vereda como en aquellos tiempos en la 3 de Gesell”. Así llega uno de los mejores momentos de la noche a puras guitarras, armónica y voz, rescatando una canción muy pedida por el público como lo es “Ni a la esquina”, hermosamente escondida en aquel Fulanos de Nadie del año 2000.
Al toque, otra que siempre se pide, “4 de copas”, y Noble vuelve a castigar: “Ratis, ramones, rateros, Lemoines, rastamans”. Busquen qué dice la letra original quienes no sepan. Al toque, “Raja ratá” suena más rabiosa que nunca, y eso que surgió en tiempos de Menem y se cantó en tiempos de De La Rúa.
¿Emoción decíamos? ¿Nostalgia? Nada más hermoso que cerrar el show con “Hasta estallar” (¿o este es el mejor tema de la banda?) y cantar con el puño apretado “apuesto al Quijote aunque anda rengo, brindo por tipos sin antifaz”, con el tangazo rockero “Fulanos de nadie” compuesto por el bajista Pato Castillo (¿o es este?), con la siempre conmovedora “Sapo de otro pozo” y con la cruda, áspera e infaltable “Carlito”.
Después del agua, más agua. Y vaya si pasó agua por el puente de Los Caballeros de la Quema, quienes cierran los bises con su dupla superpoderosa que es “Avanti morocha” y “Oxidado”. “Nos volveremos a ver pronto, seguramente”, prometen, y es que ya hace un par de años demuestran sin tapujos sus ganas borrachas de volvernos a ver cada tanto.