El piano suena dulce. “Dame luz, cuidame”, entona amablemente la voz de Luciana Segovia. Esas simples palabras son el resumen de aquello que se puede escuchar en Serendipia (2022), disco de canciones profundas que se pasean por diferentes matices musicales y ritmos.
El primer álbum solista de la ex Cirse abre con “Irse”, una balada que inevitablemente lleva a 2019, cuando abandonó el grupo que comandó durante 16 años. “No fue el tiempo, que nos enterró”, canta de manera desgarrada, mientras su voz estalla, y descomprime la presión para dejarlo todo en su mejor momento.
“Voy a ponerme bien” es oscura, rockera y profunda. El riff es tan denso como su letra: “Que estoy deshecha, que ni bien pueda…voy a ponerme bien”. En plan rock-pop, “Mis demonios” y “Serendipia” comparten la línea y la premisa de que siempre viene algo mejor.
“Casi verídico” habla del amor, un amor entre dos, donde comparte con Luciano Villacé (Bigger) una especie de diálogo a lo Pimpinela, pero más bien crudo y agrio. No es casual que el disco cierre con “Desorden”, tema un tanto extraño, donde el rap, la electrónica y el rock musicalizan un mantra que lo sintetiza todo: “Deja de correr, estaremos bien”.
En Serendipia confluyen: un diario íntimo, horas de terapia, días de música y, por sobretodo, muchas luchas juntas que se viven en cada una de sus canciones. Un gran disco debut en la vida de esta cantante y compositora que no necesita mapas, porque tiene clarísimo cuál es el camino que quiere tomar.