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La Vela de nuestro corazón: 30 años de La Vela Puerca en Ferro

Los uruguayos celebraron a lo grande ante más de 20 mil personas en Caballito, con un gran cantidad de invitados y momentos de emoción y nostalgia.

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“Viejo divino, ¿dónde vas?”. A los pocos segundos de comenzado el festejo por los 30 años de La Vela Puerca, todo el Estadio de Ferrocarril Oeste estaba desaforado cantando la primera canción de la noche, la que a su vez irrumpió en aquellos comienzos del milenio sonando bien fuerte en nuestro país, y la que hoy en día sigue siendo sin dudas su himno más emblemático.

Si vinimos a esta fiesta sabemos que vamos a empaparnos de nostalgia de la linda, la que nos trae una sonrisa, un abrazo, un recuerdo feliz. “El profeta” completó el primer como de aquel emblemático De Bichos y Flores (2001), y al toque irrumpieron “Sobre la sien”, de Piel y Hueso (2011), y “Sin Avisar”, de Érase (2014).

Todo iba a ser al palo, emotivo, por momentos bien arriba, por momentos con calma, pero unas tras otras sonaron las 33 canciones en 2 horas y cuarto de show. Bien atrás, directo al siglo pasado, nos fuimos con “El bandido saltó de mata” que se enganchó perfecto con “Burbujas”, con letras y significancias tan actuales que duelen: mientras el Tío Sam desfilaba en las pantallas en la primera, el Enano Sebastián Teysera cantaba luego eso de que “a vos te ilumina un sol artificial, sólo te motiva lo que es material” y “solo te preocupa lo que quieras ver, tu mundo se reduce a lo que vos jugás”. Cualquier similitud con la actualidad argentina (y mundial) no es pura coincidencia.

Las pantallas, justamente, fueron un gran plus en la noche, con grandes visuales en el medio y perfecta definición en los costados para enfocar a los protagonistas. Recorriendo la historia, yendo y viniendo por todos los álbumes, “Escobas” y “Clarobscuro” trajeron la referencia de A Contraluz (2004), el trabajo que terminó de consolidar a La Vela Puerca como una banda de esas grandes de verdad.

Y entonces, iba a comenzar la catarata de invitados, para darle más emoción a una noche que afloraría sentimientos lindos por demás. La Vela de por sí es una banda que transmite buena vibra, ese famoso sentimiento inexplicable. El estadio se cayó abajo con la presencia del infaltable Emiliano Brancciari, cantante de No Te Va Gustar, para sumar su voz y su guitarra acústica a la maravillosa “Va a escampar”, ¿la canción más hermosa de su discografía? Entre la oscuridad de “Un frasco” y la arenga de “Por dentro”, también se subieron Barbi Recanati (“Tormenta”), Arquero (“La pastilla”), el histórico stage de la banda, Manolo (“Común cangrejo” y luego “Pedro”), y Fernando Santullo, de la recordada banda uruguaya El Peyote Asesino (“La sin razón”).

Pero el momento más emotivo y sorpresivo llegaría cuando el Enano se sentó con la acústica, empezó a cantar la desgarradora “Para no verme más”, y apareció Germán Daffunchio, de Las Pelotas, a quien no solemos ver muchas veces como invitado en estas tierras ya que vive en Traslasierra. Caricias, abrazos y algún que otro llanto. Momentazo. Luego, no podía faltar tampoco Batra (Sepulcro Punk, Responsables No Inscriptos), dueño del Salón Pueyrredón, lugar que cobijó a La Vela en sus primeras incursiones en nuestro país.

¡Y hubo más invitados! El actor Pablo Tate, presente en anteriores festejos, llegó con su recitado de fragmentos del poema “Guitarra Negra” de Alfredo Zitarrosa, para ocupar los espacios de cambio de escena o la previa a los bises, algo que nos recordó a aquellas primeras presentaciones de La Vela en las que siempre se intercalaban distintas expresiones artísticas (recordamos sus primeras incursiones Buenos Aires, cuando nunca había silencio, porque aparecían los tambores para apaciguar las esperas). Antes de los bises, Bochi de Las Pastillas del Abuelo, tocó la guitarra y coreó “Colabore”, cuando de repente también apareció de la nada para agitar Pablo Coll, de 2 Minutos.

“Esto es para vos, Guille”, expulsó al micrófono el Cebolla Cebreiro, mientras todo se reacomodaba, recordando públicamente al manager en Argentina de La Vela, Guille González, fallecido hace tres años.

Para la ronda final fueron clásicos tras clásicos. “Mi semilla” encendió la mecha y Ale Piccone nos maravilló con su trompeta. Si hablamos de historia, en aquel primer show de La Vela en las calles de Montevideo, a un par de amigos se les ocurrió cantar “vamos la vela de mi corazón” en el momento instrumental de “Vuelan palos”, el primer clásico de la banda que acá en Buenos Aires, en el año 2000, sonaba como cortina de cierre de un programa de TyC Sports, ¿alguien lo recuerda? “El canto nació por ustedes y sigue hasta hoy, así que háganse cargo”, reclamó Teysera antes de gritar bien fuerte “¡Documentooooooooos!” y encender, aún más, a todo el barrio de Caballito.

Si hablamos de esencia, arrancó “Zafar”, que tuvo un problema técnico-táctico y volvió a empezar para que podamos disfrutar perfectamente de la viola de Gian Sirio Di Piramo, quien grabó la versión original de estudio en 2004, y también de otro invitado más, Juanchi Baleirón, cantante y guitarrista de Los Pericos.

La gaita de McGregor sopló bien fuerte en la energética “La ciudad”, enganchadita con la bomba perfecta que es “Llenos de magia”. Vaya cierre imbatible, que tras el saludo con todos los que se subieron a las tablas durante la noche, tuvo su bonus track con la ya infaltable versión íntima a guitarra y veinte mil voces de “José sabía”, ese momentito extra que nos permitimos tener con Seba Teysera, el corazón de esta banda amiga que nos aguanta el corazón, valga la redundancia, hace 30 años. “Ojalá sean 50 más”, exclamó el cantante. Acá estaremos atentos, festejando uno por años todos los años hasta llegar a esos ochenta.

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