Feli Colina y su Coliseo infernal

Un público muy elegante afinó sus cuerdas y ajustó sus botones para ser testigo de la esperada presentación de Feli Colina, en el precioso Teatro Coliseo de la calle Marcelo Torcuato de Alvear, en la Ciudad de Buenos Aires.

La multitud presente dio cuenta de una gala joven, un tanto hippie chic y glamorosa: el público se mostró bastante diverso, y hoy, como en tantos otros shows de otros artistas, se comienza a percibir más quiénes son los que en ese tipo de públicos variopintos pueden efectivamente acceder con mayor facilidad a las entradas. Feli lo sabe, y agradeció calurosamente el esfuerzo de quienes están allí presentes en este “momento muy difícil del país.” 

También por esa lectura fue notorio que esta dedicada artista salteña se esforzó -y esfuerza- para ofrecerle a su gente lo mejor que pueda, lo mejor que se pueda. Es evidente -en el paso a paso de su carrera- que se rodea voluntariamente de gente en quienes confía (algunos de sus más viejos amigos son parte de su equipo de producción), pero también puede percibirse la confianza en el criterio artístico de otras personas, a quienes agrega elogiosos epítetos al nombrarlos.

Performers de distintos tipos formaron parte del show, desde quienes colaboraron con ella en su último disco hasta nuevos componentes desde la danza y lo visual, todo enmarcado en un escenario sencillo pero regido por un volcán de tules que permitía el ingreso y egreso, tanto de la protagonista de la noche como de todos sus secuaces en ese carnaval de sensaciones que fue la noche del 13 de abril en el Coliseo.

Feli Colina ofreció un espectáculo sin baches: completo desde el punto de vista del repertorio, pero también desde el punto de vista más bien teatral. Temas sedosos como “Oscura” y potentes como “De Dónde Salió Todo Eso?”, deleitaron al público y cosecharon los gritos de los oyentes más longevos de su música, conocedores de “Feroza” (2019). Sonaron también algunos de sus temas más populares, parte de “El Valle Encantado” (2022), el álbum que más la hizo pasar de boca en boca y de feed en feed. Y canciones como “Chakatrunka” y “Diabla”, partes vertebrales de aquel disco, fueron de las más valoradas por la audiencia presente, que se acoplaba a la montaña rusa de humores y propuestas del mundo en el que nos insertó Feli Colina, que de la mano nos paseaba por sensibilidades diferentes, por tragedias y algarabías profundas o altísimas.

Tanto el cover de “TRIGAL” de Sandro de América como el resto de las canciones de su último disco, “LXS INFERNALES (Del Valle Encantado)”, una vez más con esa sensualidad autóctona y sencilla que hipnotiza desde su repertorio, fueron lucidas incansablemente. Desde lo musical y desde lo performático se construyeron y habitaron espacios para la teatralidad embocados sin desperdicio, permitiéndo, además, el descanso de los sentidos, mas también la tensión de la expectativa entre fragmento y fragmento. 

Se sabía y se sabe que siempre hay más sorpresas y disfrute en las valijas de Feli Colina, una de las artistas punta de lanza de los nuevos híbridos musicales nacionales, a la cabeza (y con distancia) de todos los contactos posibles de la música de raíz con nuevos sonidos en Nuestramérica y todas las revisitas que queramos a las mitologías e historias que riegan la honrosa y fértil tierra cultural que pisamos. Sostiene como no se ha visto a nadie en mucho tiempo en la música argentina esa dualidad intrínsecamente sudaka, ese encuentro entre las glorias cristianas y lo pagano infernal, lo pop y lo paisano, la viveza criolla y la reflexiva angustia sudamericana, ese infierno del disfrute, esa magia del carnaval, de lo erótico, del éxtasis creativo.

Fue el hito del Coliseo otro capítulo de fábula en la ascendente carrera de una artista que representa cómoda y sin problemas algunos guiños, algunas líneas y algunas nitideces de nuestra tierra que tantos se esfuerzan en representar sin éxito alguno: su talentosa pluma, su hambre creativa, y su poderosa voz la convierten ya no en una revelación ni en alguien solamente emergente en la escena, sino en uno de los pilares de la nueva música argentina que tanta gente dice andar buscando.