Connect with us

Caballeros de la Quema: “Esas ganas borrachas de volverlos a ver”

El emblemático La Paciencia de la Araña cumplió 25 años y aprovechamos para llenar un Luna Park a pura nostalgia.

Publicado

“Levanten la mano los que tienen más de treinta”, pidió Iván Noble promediando la noche y casi todo el estadio se hizo cargo. “Ahora los de más de cuarenta”, el 70% del Luna volvió a levantar. “Me da miedo lo que viene”, exclamó mientras pidió por los mayores de cincuenta, aunque también por los (mínimos) menores de veinte. “Viejo es el viento y todavía… es una brisita”, bromeó antes de que todos cantemos “Malvenido”, aquel primer corte de La Paciencia de la Araña, cuando todavía no augurábamos la explosión que iba romper todo pocos meses después. Hoy ya son veinticinco años y el festejo fue en un Luna Park agotado.

La guitarra de Martín Méndez por un lado, la guitarra de Pablo Guerra por el otro, la bata del Nene Cavo para marcar el pulso y toda la banda después. Así arrancaba esta celebración de Los Caballeros de la Quema con “Todos atrás y Dios de 9” y un cantante que ya desde la forma de ingresar a escena demostraba su ofició de crooner cada vez más vigente. “¿Te gustaría ser el más Bizarrap de tu cuadra?”, preguntaba en medio de los versos para, como hizo desde aquella vuelta en el Único de La Plata en 2017, aggiornar las canciones a la actualidad. Así después le tocaría el turno al Dibu Martínez de aparecer en lugar de El Diego en “Qué pasa en el barrio”, la “puta AFIP” suplantando a la vieja DGI en “Celofán”, o Wanda Nara por Graciela Alfano en la bolichera “Rómulo y Remo” que mantuvo el “cáncer en los huevos para los Galtieri y para los Massera”.

“Buenas noches, gente”, saludó el cantante y al toque agregó el característico “buenas noches, monada”. La segunda canción de la noche sería “Patri”, como para demostrar que no se iban a centrar en el disco más exitoso de la banda, sino que todas las canciones se intercalarían como en cada show que recibimos en los últimos años. Entre “Huelga de princesas” y “Cerrá bien cuando te vayas” se coló “Pejerrey”, la incitación al primer gran pogo de la jornada y la primera consulta acerca de si alguien necesitaba un tubo de oxígeno.

Entre un sonido por momentos bajo y una lista de temazos no tan pogueables, los +35 disfrutaban a pura nostalgia de canciones como “Jodido noviembre u “Otro jueves cobarde”. La visita de los coros femeninos con tres integrantes de Parkour Geriátrico decoró “Me voy yendo” y “No chamuyés”. Ahí llegó “Rajá rata” para descontrolar la calma, tironear algunos músculos y romper algunos huesos. “¿Algún traumatólogo en la sala?”.

Un consolidado Iván Noble, a quien se le nota su escena y sus años de oficio como frontman, se vistió con camisa blanca, chalequito y pantalón de vestir negros. Bien lejos, por supuesto, de aquellos jeans rotos y cortos de los años ’90, tanto en tiempo como en espacio. Todo se entendió aún más cuando en la mitad del show se confesó: “Cuando planeamos hacer el Luna Park, que era una espinita que teníamos incrustada, pensamos en toda la gente que pasó por este escenario legendario, y quisimos hacer una canción de alguien que haya pasado por acá, Ojalá les guste”. Inmediatamente sonó “Rosa, Rosa”, tema que la banda grabó en el Tributo a Sandro, un disco de rock y en las pantallas se veía al Gitano bailando con vestimenta igualita a quien lo estaba homenajeando. A su término, se permitieron la anécdota de haber recibido dos botellas de champagne Dom Pérignon de regalo, que, como buenas rockeros del oeste noventoso, terminaron bebiendo del pico y con nula refrigeración.

Y volvió la calma. La banda se fue un ratito y se armó el set íntimo. “De mala muerte” arrancó alguna lágrima, “Yendo de la cama al living” sorprendió como un homenaje a Charly García (“a nuestro San Martín”) y “Cuatro de copas” coronó el bloque con Guerra luciéndose en armónica y voz.

La armónica siguió para escuchar una de las mejores canciones de la discografía caballera: “Hasta estallar” emocionaba como siempre, la banda recordaba que un amigo la había grabado con ellos y ojalá anduviera bien donde quiera que esté. Luego del primer estribillo todos miramos a Guerra para que vuelva a soplar su instrumento. La melodía sonaba, pero él no tocaba. ¿Qué pasaba? No lo esperábamos, y desde el otro lado, entró magistralmente León Gieco para que la conmoción llegara al pico más alto de la noche. “Apuesto al Quijote aunque anda rengo, brindo por tipos sin antifaz, me abrazo a la rabia de los vencidos”. La ovación fue total. Aprovechando al invitado sobre las tablas, todos cantamos “El fantasma de Canterville” (otra vez Charly) y coronamos un momento épico.

“¿Cómo seguimos ahora?”, preguntó Iván mientras seguían los aplausos. La desgarradora “Madres” fue ideal, con la advertencia incluida de que “los negacionistas se mantienen sentados en el Congreso en la actualidad”.

La seguidilla final fue imbatible: la poesía nocturna y citadina de “Fulanos de nadie” y “Sapo de otro pozo”, el clásico de clásicos “Avanti Morocha”, la ya citada “Celofán” y el denso hit interno “Carlito”.

Los bises llegaron con un nuevo agradecimiento de todos los presentes: el “gracias por volver” sonó más fuerte que nunca, los músicos no disimularon sus lágrimas y regalaron la bukowskiana “Mientras haya luces de bar”, dedicada al recientemente fallecido Enrique Symns. Ahora el llanto también afloraba en el campo, pero “Oxidado” rápidamente decretó el final a pura emoción.

“Somos una banda vieja y aparentemente hemos ganado la batalla más difícil de todas que es la del olvido”, agradeció el cantante en algún momento de la noche y fue la mejor forma de ejemplificar lo vivido en la noche del jueves 13 de abril en el Luna.

Es día de semana. Muchos ven las dos cuadras de cola y se arrepienten de haber dejado el auto en el estacionamiento. Algunos pegan locales de comidas rápidas ansiosos por cerrar, otros se colman de paciencia para degustar las clásicas pizzerías de la calle Corrientes. Unos pocos llegan al Obelisco, doblan por Carlos Pellegrini y arrancan un par de Ugi’s para que el combo rockero y noventoso sea completo. Todos volvemos a nuestras cuchas rengueando esas ganas borrachas de volverlos a ver.

Si te gustó esta nota, invitanos un cafecito.

Continuar leyendo

LAS + LEÍDAS