Bersuit en Vorterix: Hasta tumbar en plenitud

El cocoliche era esa jerga que usaban los inmigrantes tanos cuando llegaron a nuestro país y mezclaban italiano con español. Cocoliche Life es el nuevo disco de Bersuit. Y convengamos que el cocoliche es un modo de vida para esta banda que mezcló -y mezcla- toda clase de género musical y siempre fue incasillable, sobre todo para esos momentos en los que a las disqueras les gustaba poner etiquetas. Muy rockeros para los cumbieros. Muy cumbieros para los rockeros. 

Y así como Bersuit fue creciendo y madurando también lo hizo su público. Si bien se ven varias generaciones, los +35 son los que predominan en el campo de Vorterix. Asoma algún que otro pijama, pero no demasiados. Hay un poco de arenga, pero no son las eternas de siempre. ¿Y la Monada? ¿Y los pibes que llevaban papelitos y globos?  Ayyyyy, me duele festejar, me gusta igual, diría la canción. 

Juan Subirá– tecladista, acordeonista y compositor- arranca con “La biyuya” y se genera ese clima de mística bersuitera tan característico. De las nuevas le siguen algunas como “El cumbión” y la premonitoria de la realidad sociopolítica “Víctimas”. ¿Se podría decir que “la vieron”? “El que no salta votó a Milei”, cantan desde el público y se repite unas cuantas veces en la noche. De todas formas ya sabemos que si agarramos cualquier canción política de Bersuit en cualquier etapa del país, parecen actuales. Y sino escuchen “Como nada puedo hacer” o “Diez mil”. 

La puerta a la nostalgia de navegar por los 36 años se abre con “La vida boba” y “Toco y me voy”, dedicada a los campeones del mundo. El bloque del guitarrista Tito Verenzuela incluye “Ades tiempo”, “Agradezco” y más tarde la infaltable “Porteño de ley”. “Tito es bersuitero, bersuitero de verdad”, corean desde el público para el músico que siempre recibe el cariño de la gente. 

Aparece una que se tocó muy poco en vivo: “Yo”. Un temón que abría Testosterona, ese disco lanzado allá por 2008. “El tiempo no para” cuenta con la participación de Charly Bianco, integrante histórico de la banda que además llevó su propio pijama, reliquias de esos tiempos cuando subían a los escenarios y nadie sabía qué carajo hacían vestidos así. Se queda hasta “Vuelos” y Subirá se encarga de pedir apoyo a las Abuelas y a las Madres ante este gobierno negacionista que quiere tirar por la borda tantos años de lucha. Y si: “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, es militar”, agitan desde el público como en los en los ‘90 y como hoy. Porque siempre hay que andar recordando que Nunca Más es Nunca Más. 

La oscura y siempre bien recibida “Canción de Juan” pasa con mucho fervor en el público que baila esa danza rara. “Al fondo de la red” tiene de invitado al armoniquista Martin Hernández que la rompe en esa canción futbolera del uruguayo Mauricio Ubal que Bersuit inmortalizó en Don Leopardo. 

En “Señor Cobranza” y “Se viene” el baterista Carlitos Martin es reemplazado por Telmo Subirá (hijo de Juan) y Fermín Céspedes (hijo del bajista Pepe Céspedes). Ambos se lucen y dejan todo en el escenario. Lo loco es verlos crecer, antes correteaban por las pruebas de sonido o en algunos shows más chicos de amigos de Bersuit donde se ponían a jugar con los instrumentos, hoy son pibes profesionales. Chapeau por la nueva generación. 

Promediando las dos horas de show, con la energía imparable de Dani Suárez y el Cóndor Sbarbati como frontmans, llegan “Negra murguera” y “El viento trae una copla”, otra que hoy vuelve a cobrar relevancia. 

Dicen que Bersuit sin esto o lo otro no es Bersuit, porque ahora está de moda entrar a las redes para decirle a alguien que lo que hace es horrible, parece que los hace sentir bien en sus mentes. Pero lo cierto es que la banda sigue más vigente que nunca, con la gran mayoría de sus fundadores arriba del escenario. Ese no es un detalle menor, aunque muchos quieran pasarlo por alto. Hay Bersuit para rato. Que vengan muchos años más.

Si te gustó la nota, NOS INVITAS UN CAFECITO.