Juan Ibarlucía, compositor productor argentino y fundador de Pommez Internacional, presenta La Tempestad, su debut discográfico solista, el cual cuenta con la participación de Paula Maffia, Marina Wil y Ximena Giménez.
El próximo domingo 9 de julio llegará a la Usina del Arte para tocar su flamante trabajo y el propio cantante reconoce que es una de suss salas favoritas de Buenos Aires: “Es hermosa, la acústica es insuperable y queda localizada en la zona sur, área que ha influenciado temática y musicalmente algunos de mis últimos proyectos”.
-¿Cómo se prepara todo para esta gran fecha?
-Llegamos afilados luego de presentar este disco en un Teatro Xirgu repleto, y con ganas de seguir expandiendo estas músicas hacia el escenario. Desde el inicio de esta etapa con “La Destrucción” hasta el presente, cada presentación viene siendo un ritual único, tanto en términos musicales como escénicos. Venimos preparando algo especial para el 9 de Julio, una suerte de fiesta patria de La Destrucción. Esto, sumado a nuestra propuesta musical que es, de por sí, extraña: Bandoneón, sintes modulares, baterías, guitarras noise, samplers, violín y más. Tenemos una virtud-maldición: Hacemos algo singular. Esta particularidad viene atrayendo adeptos, una tribu de freaks hermosa a la cual debemos la vida. Honramos nuestro compromiso con ellos subiendo la vara cada show. No sabemos dónde va a terminar esto, pero suponemos que será para bien.
-“La tempestad” llegó luego de muchos años vibrando con Pommez Internacional, ¿qué resabios de tanta historia hay en este disco?
–Pommez Internacional es mi escuela. Fundé esa banda con Hernan Ballotta a los 15 años, compuse buena parte del repertorio y fui el único miembro estable en sus cuatro discos. Para decirlo, sencillamente, su historia es indivisible a la mía. Como canta Natalia “Yo te llevo dentro/hasta la raíz/y por más que crezca/vas a estar aquí”. Más que resabios, hay agradecimiento: cumplí innumerables sueños con Pommez Internacional, aprendí muchísimo y di vueltas por el mundo haciendo música con mis mejores amigos. La Tempestad, como primer disco solista, es impensable sin esas experiencias.
-Confesás que con este álbum querías “ir con intensidad detrás de la sensibilidad de cada canción sin restricciones”, ¿cómo fue ese proceso?
-Profundamente desafiante. Vengo de una banda que hizo de la experimentación y el desafío formal una bandera. La emoción descarnada es algo que tuve que aprender a escuchar. Comencé este disco con tres canciones: “El Ardor”, “Tatuaje” y “Carnal”. Las tres las escribí con el corazón roto y, francamente, me importaba muy poco ser original o innovador. Solo deseaba manifestar lo que sentía, capturar la potencia de ese momento sensible con autenticidad. Ese espíritu se contagió a la totalidad del disco y permitió posteriormente acceder a regiones personales y musicales de mayor profundidad. Algunas canciones, como por ejemplo “La Canción de León”, son de una fragilidad que nunca me habría permitido antes. Ese proceso sigue su curso, expandiéndose a otras áreas de mi vida y permitiendo el surgimiento de nuevas músicas.
–Hay tres geniales invitadas que aportan sus personalidades entre tango, experimentaciones, bolero y melancolías, ¿qué sentís que fueron sus aportes más característicos en cada canción? ¿Cómo se generaron esos feats?
-La colaboración musical y amistad de Paula Maffia, Marina Wil y Ximena Gimenez es uno de los grandes tesoros que me dejó este proyecto. Son tres fantásticas cantantes y sus aportes hicieron de La Tempestadun disco incomparablemente mejor. Las tres fueron fundamentales para su desarrollo. Paula fue una mentora para mí. Me aconsejó como nadie en la transición desde la banda hacia esta etapa como solista y lo hizo desinteresada y amorosamente. Fue la primera persona que invité a cantar en el disco. Le pasé cinco demos y le dije “elegí el que quieras”. Tomó “Tatuaje” y cantó como los dioses. Con Marina fue distinto. Fue estudiante de un taller de composición mío. Escribió algunas músicas fantásticas y desarrollamos con el tiempo una amistad duradera. No hay mejor cantante en el pop argentino que ella y su presencia en “Carnal”es irrefutable. Mucho tiempo después -año y pico- entré en contacto con Ximena por motivos profesionales: Necesitaba una cantante para un soundtrack que estaba componiendo y ella se postuló. Aluciné con su voz de arrabalera postmoderna y sin dudar le propuse participar en “Rencor”, milonga que estaba terminando en ese mismo momento. Lo que pasó con Xime es muy misterioso: La persona justa en el momento justo. Es un orgullo para mi contar con la presencia de talentos como el de ellas en este disco. Hay otros, también, quizá menos identificables al ser instrumentistas, sin los cuales este disco sería imposible: Julián Tenenbaum, Nicolas Rey, Joni Chacon, Agustín Piva, por mencionar a algunos que tocaron con entrega.
–¿Qué sentís que mantenés de aquel Juan que grabó Contraluz Contraataque en 2010?
-Hay varias cosas que, siento, siguen siendo invariables con el paso del tiempo. La conexión con el disfrute a la hora de hacer música, la sensación de asombro frente a lo que me rodea y, por así decirlo, cierto optimismo vital que me acompaña desde siempre. Siento un gran respeto por esa banda de niños que hicieron Contraluz Contraataque e intento no traicionar los pactos fundacionales de mi adolescencia, son sagrados. Dicho esto, otras cosas han cambiado mucho y recibo ese cambio con gratitud y humildad. La experiencia en el hacer lleva a perspectivas más hondas. La arrogancia autodestructiva cede y la templanza emerge. Artísticamente, eso conduce a territorios más fértiles. Soy infinitamente más productivo musicalmente hoy que en el 2010. Mi campo de interés es más amplio y mi capacidad de concentración, mayor. Celebro el cambio y recibo artística -y personalmente- lo que viene con él. Siempre fue así, desde que soy pequeño.
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