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Teenage Fanclub en Argentina: un encuentro esperado durante décadas

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Siempre hay una primera vez para todo, incluso para los Teenage Fanclub en Argentina. Después de décadas siendo uno de esos secretos bien guardados -allá por los no tan lejanos noventas, Kurt Cobain llegó a asegurar que eran “la mejor banda del mundo” y Liam Gallagher los posicionó justo detrás de Oasis como “la segunda mejor banda del mundo”-, por fin, el eco de esas afirmaciones se convirtió en algo tangible.

Es esa paradoja la que hizo de la noche del martes 9 de septiembre algo más que un concierto: Teenage Fanclub siempre habitó el reino del culto, acompañado de elogios tan extremos como discretos, admirados por sus pares y por entrelíneas del mainstream. Y ahora, esa banda de Escocia que Kurt o Liam alguna vez encumbraron, aterrizó en el C Art Media con todas sus armonías, guitarras soleadas y espíritu intacto.

Definitivamente, no se trata de artistas que viven del pasado. Siguen vigentes, lanzando discos cada vez que puedan. Here (2016), Endless Arcade (2021) o el reciente Nothing Last Forever (2023), son muestras de que su motor creativo sigue encendido a través de canciones que dialogan con el presente sin perder la esencia melódica que los hizo únicos.

Un show que mira hacia adelante

La noche comenzó con una señal clara de intenciones: “Tired of Being Alone”, del último disco Nothing Lasts Forever. Lejos de refugiarse en la nostalgia, la banda eligió abrir con una canción nueva, como declaración de principios. Después llegarían otras del último disco, como “Middle of My Mind” y “Falling Into the Sun”, mostrando que los Teenage siguen escribiendo obras honestas, con la sensibilidad intacta y la alquimia melódica de siempre.

Vamos a tocar todas las canciones que sean posibles”, prometió Norman al comienzo de la presentación. Entre los clásicos, el público vibró con “About You”, “Alcoholiday”,”Neil Jung” y la siempre coreada “What You Do To Me”. La química entre Norman Blake, Raymond McGinley y compañía se mantuvo presente durante todo el show. En esos gestos mínimos -una mirada, una sonrisa cómplice, el ajuste de los anteojos- que revelan a músicos mayores que todavía disfrutan el milagro de estar juntos arriba de un escenario.

Más tarde, antes de los bises y después de una demoledora versión de “The Concept”, aclaró: “Esta es la última canción, vamos a hacer eso de que nos vamos, ustedes aplauden y volvemos en dos minutos”. Nadie dudó en seguirle el juego: los Teenage Fanclub se fueron y volvieron, regalando un cierre con “Everything Flows” y la promesa cumplida de una noche inolvidable.

Entre el culto y la vigencia

No es casualidad que, en el mapa emocional del rock, Teenage Fanclub haya ocupado el mismo lugar de banda de culto que alguna vez tuvieron Big Star o The Byrds, ambas cercanas al power pop, en una versión más proto, de génesis. Los escoceses supieron componer himnos soleados y armoniosos, de alquimia exquisita, que influenciaron a generaciones enteras de artistas, aun cuando el público los percibía más como referencia que como fenómeno. Su música terminó trascendiendo el éxito comercial: fue semilla para otros, faro para colegas y objeto de devoción entre los que sabían dónde buscar.

Estos son músicos que muchos músicos idolatran -ayer estaba repleto, desde Gori, pasando por los ex Valle de Muñecas y Bestia Bebé, hasta Juanchi Baleiron-, con una discografía plagada de pequeñas joyas que se transmiten de oído en oído, más que de playlist en playlist. Se volvieron referencia inevitable para una generación de oyentes sensibles a la melodía y la melancolía.

Por eso, el debut de Teenage Fanclub en Argentina fue mucho más que un show esperado. Fue una celebración histórica de esa devoción musical silenciosa, el encuentro de quienes llevan años persiguiendo canciones que -como muy pocas- logran transformar lo cotidiano en algo eterno.

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