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Las Pelotas 6×6 en Obras: Lo que amo siempre es imborrable

Treinta y seis años de historia en una noche al aire libre repleta de invitados, festejo, emoción y nostalgia. Las Pelotas es un ícono del rock argentino.

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“No te engañes como yo, que quise tomar por presa al cazador”. Mientras coreábamos el final de “El cazador” entre lágrimas, tal vez no caíamos en que habíamos disfrutado de dos momentos tan mágicos como emocionantes, en el medio de un concierto que fue festivo y nostálgico de principio a fin. Ahí estaba Ismael Sokol, cantando dos piezas fundamentales de Las Pelotas y de su papá Alejandro.

Unos minutos antes también nos había regalado junto a la banda “Para qué?”, ese himno desgarrador que dio nombre a aquel álbum de 1998. Ismael se abrazó mientras cantaba con Germán Daffunchio, se acomodó el auricular del in ear una y otra vez como lo hacía su viejo, regaló esa voz y esa estirpe tan parecida al Bocha, y nos miró, nos sonrió y nos hizo poner la piel de gallina.

En la fresca noche primaveral del pasado sábado 18 de octubre, el Obras al aire libre nos iba a recibir con “Corderos en la noche” y un arranque que podría ser de cualquier típico show pelotero: “Desaparecido”, “Ya no estás” y “Qué podés dar”. Al toque, el ya infaltable Gabriel Dahbar (otro que nos regala siempre un poco del espíritu del Bocha), hacía su primera aparición para cantar la demasiado actual “Día feliz” (“el dinero de hoy no te sirve, no importa” o “¿dónde habrá un helicóptero para mí?”), acompañada de los viejos billetes de 2, 5, 10 y 20 pesos en las pantallas.

El siguiente segmento también tuvo un aire a cualquier concierto de los últimos tiempos: seguidilla de canciones más nuevas y tranquilas, con “Personalmente” (“uno de los temas que nos hizo famosos”, bromeó Germán) y “Pasajeros”, ambas del álbum Despierta (2010), como estandartes. También se subió a las tablas Sebastián Andersen de El Plan de la Mariposa a cantar “Ya lo sabés”, y hubo tiempo para regalarnos una canción aún inédita.

El escenario se vació y apareció un arpa. Momentazo de la noche junto a Sonia Álvarez, que le sacó chispas al instrumento y acompañó a Daffunchio en una versión exquisita de “Víctima del cielo” que ya pudimos disfrutar en aquellas Versiones desde casa (2021) en tiempos de pandemia.

La noche explotó con “Hola, que tal” y una buena performance de otro invitado, Mariano di Cesare, cantante de Mi Amigo Invencible, para dar al paso al siempre esperado bloque reggae, el cual contó con la pureza de “Saltando”, la calidez de “Los dos”, la presencia de Gillespi en “Si supieras”, la energía de “Veoyover”, y otra de las tantas referencias a los tiempos que corren con “Hasta el fondo del río”.

En ese momento llegó Ismael Sokol para arrancarnos lágrimas, y seguidito se subió a las tablas Piti Fernández de Las Pastillas del Abuelo, asumido fan pelotero y de Sumo, que se prendió para hacer nada menos que “Senderos”, aquel oscuro tema que abre el oscuro Máscaras de Sal (1994).

“Esta canción la hicimos el día que murió una de las personas más hijas de puta que tuvo este país”, contó Daffunchio y sonó “Rey de los divinos”. Por la fecha de lanzamiento del álbum Esperando el Milagro (2003) podemos deducir que se trata de Leopoldo Galtieri, aquel que, además, el propio cantante y guitarrista, contó que tuvo que ser su chofer cuando todavía era adolescente en tiempos de la última dictadura militar.

Con un sonido que iba y venía constantemente, que se desacomodaba por momentos entre el aire libre, el viento, los invitados y las restricciones de volumen, las canciones seguían empapándonos de nostalgia. El 6×6 recorría toda la historia de Las Pelotas y no se salteaba ningún escalafón. El temazo que es “Nunca me des la espalda” fue pura energía con la vuelta de Gabriel Dahbar en voz y con Mariana Pellegrino rompiéndola en la guitarra, algo que repetiría con el solo de “Sin hilo” mientras veíamos y escuchábamos ¡cuatro guitarras!

“Cualquier parecido a la actualidad es pura coincidencia”. Otra vez, 2001-2025. “Esperando el milagro” tuvo el pogo de la noche y los dedos haciendo fuck you se levantaron más altos que nunca en el final de una “Capitán América” que parece haber sido compuesta hace dos semanas. Si algo nos demuestran las letras de Las Pelotas en estos 36 años es que la historia se repite una y otra vez, y el ser humano tropieza siempre con la misma piedra.

Los bises trajeron a “Cómo se curan las heridas”, la versión en banda de “El cazador” y el hit “Será”. “Este es el último tema”, advirtió Germán, pero nadie le creyó. De todas formas, el público se encargó de calentar la fresca noche acompañando a “Bombachitas rosas”. Tal vez esta canción se haya convertido en la más sanguínea de la banda, en la más sentimental. Cada vez que suena provoca alegría y tristeza a la vez. Podemos irnos, por ejemplo, a aquella icónica versión en Cosquín en 2003 con el Bocha corriendo a todos sus compañeros que nos transmite la felicidad en su estado más espléndido, o podemos encontrarnos con su despedida en River en 2008, con el andar y la mueca en la cara del cantante expulsando angustia y dolor. Todo a través de la misma canción.

¿Fin? Ni a palos. Los bises de bises ya a esta altura fueron un desconche y eso nos encanta. Al palo con “Brilla (shine)” y “sería ingrato no recordar al pelado querido”, nos advirtió Germán. De esta forma, con todos los invitados sobre las tablas, nos fuimos con “No tan distintos (1989)” y “El ojo blindado”. Después de dos horas y media, más no podemos pedir.

Tomás Sussman, Gabriel Martínez, Gustavo Jove, Sebastián Schachtel, el Pollo Gómez Ferrero, Gaspar Daffunchio. Las Pelotas es un ícono de nuestra música. Y especialmente Germán Daffunchio, personaje principal de aquella banda de los ’80 que cambió al rock argentino, y además un símbolo de constancia, resiliencia, perseverancia y, por sobre todas las cosas, grandes canciones.

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