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Guns N’ Roses: bienvenidos a la jungla… de los recuerdos

La banda liderada por Axl Roses volvió al país para dar dos shows en el Estadio Huracán.

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Sin lugar a dudas, los Guns jugaron de local en el barrio de Parque Patricios. En la noche del sábado el estadio estuvo colmado. Fue la octava vez que la banda de Los Ángeles piso suelo Argentino y, una vez más, el público les mostró su amor. Varias generaciones disfrutaron de un show que duró casi tres horas, plagado de canciones inoxidables, verdaderos clásicos y un homenaje a Ozzy Osbourne.

A las 21:20  irrumpieron en el escenario y toda la ansiedad y las expectativas previas quedaron de lado. Ahora solo restaba disfrutar. Para los que pintamos canas, fue una noche algo nostálgica. Si bien Axl ya no tiene la voz que nos supo cautivar, de todas maneras dio un show impecable. Y para las nuevas generaciones, fue la oportunidad de encontrarse con una banda que, aunque ya no cuente con el mote de “la banda más caliente del planeta”, sigue sonando de forma demoledora. 

Como siempre, “Welcome to the Jungle” fue la primera canción de la noche. Axl apareció vestido de negro, de pies a cabeza. Mientras cantaba, hubo un problema con el micrófono y, al terminar el tema, lo arrojó al suelo de manera violenta. Más tarde, se sacó su campera de cuero y también la tiro,  mostrando así su enojo por lo sucedido anteriormente.

Por suerte, el enojo no duró mucho y Axl volvió al escenario. La noche continuó con “Bad Obsession”, “Mr. Brownstone”, “Chinese Democracy” “Pretty Tied Up” y “Live and Let Die”. 

La muerte de Ozzy Osbourne aún resuena en el corazón de los metaleros, y por eso Guns N’ Roses lo recordó con “Sabbath Bloody Sabbath”, la legendaria canción de Black Sabbath, como una forma de homenaje.

El momento de mayor explosión de la noche llegó con los clásicos: “Double Talkin’ Jive”, “Knockin’ on Heaven’s Door”, “Sweet Child o’ Mine” y “You Could Be Mine”. Axl recorrió el escenario de punta a punta y, cada tanto, cambiaba de campera de cuero, una mejor que la otra.

Slash, como siempre, dejó a todos con la boca abierta en cada solo de guitarra, utilizando una infinidad de variantes eléctricas a lo largo la noche. Por su parte, Duff McKagan, con su habitual seriedad, se impuso sobre el escenario con su bajo Fender Jazz Bass Special blanco perla.

Un momento particular del show fue una tanda de covers: “Wichita Lineman”, de Jimmy Webb; “Hard Skool”; “Rocket Queen”; “The General”; “Slither”, de Velvet Revolver; “Better”; “Absurd”; “Down on the Farm”, de UK Subs; y “New Rose”, de The Damned, que fue interpretada por Duff.

A la hora de tocar “Coma”, fue el tiempo de presentar a la banda: Richard Fortus en guitarra rítmica; el histórico Dizzy Reed y Melissa Reese en los teclados; e Isaac Carpenter en la batería. Y por supuesto el trío responsable de llevar a Los Guns n ‘ Roses a la cima del mundo en los ’80: Axl, Slash y Duff.

Para el final de un show increíble, con un sonido arrasador, quedó primero el solo de guitarra de Slash. Qué decir que no se haya dicho ya del hombre de la galera: un dios de la guitarra, ayer, hoy y siempre.

Ahora sí, la última tanda de clásicos: “Civil War”, “Patience” y “November Rain” —seguro a más de uno se le habrá escapado alguna lágrima—, “Nightrain” y “Paradise City”.

Guns N’ Roses demostró este fin de semana que sigue siendo una gran banda de rock, que todavía juega en primera. Aunque la voz de Axl ya no sea la de entonces, cantó mucho mejor que en otras visitas al país. La nostalgia y los recuerdos de la adolescencia estuvieron presentes en el estadio Tomás A. Ducó. Fue una noche inolvidable. Porque hay que decirlo: son una leyenda.

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