La gira latinoamericana 2025 de Thundercat, anunciada con un flyer que explícitamente emulaba la portada de “Tropicália: ou Panis et Circensis”, disco de 1968 de Gilberto Gil, Gal Costa, Os Mutantes, Caetano Veloso y otros artistas, reúne a oyentes de todo tipo pero con una característica en común que resulta fundamental: el goce del perfil más que interesante del jazz mixturado contemporáneo.
El show en Buenos Aires, en el Complejo C Art Media, fue precedido por una espera que contó con una DJ local ofreciendo una curaduría musical interesante que hizo contacto con la música nacional (SRZ, también conocida como Soledad Rodríguez Zubieta) al margen del escenario.
El tinte frugal de esto se vio reflejado en todo lo que siguió también. Tras el primer pie puesto en las tablas por parte de Thundercat y sus escoltas enardeció a la audiencia. A sendos lados del carismático e hipnotizante bajista se sentaron entonces, por un lado, Justin Brown, percusionista fanático de Thelonious Monk y Art Blakey, y de larga trayectoria entre bares, iglesias y demás escenarios jazzeros; por el otro, el versátil tecladista nominado a los Grammy,Dennis Hamm.
Estas tres personas procedieron a extender sobre los presentes un manto hipnótico sin demasiadas palabras por fuera de la performance. El público parecía un pequeño océano agitado, disfrutando de mil formas el show que tenían frente a sí, moviéndose uniformemente por porciones y de forma dispersa por otros.
Con picos de emociones diversas, se recibieron algunos de los favoritos de los oyentes de Thundercat de lo largo de su discografía, incluso remontándose a trozos de “Apocalypse” (2013), pero con un foco notorio en su último álbum, “It Is What It Is” (2020). Tanto “A Fan’s Mail (Tron Song Suite II)” como “Dragonball Durag” fueron especialmente celebrados, y las energías se veían absolutamente controladas por estos tres inmensos y talentosos sujetos que sin más que sus instrumentos y el poder del Groove lograban movilizar a un lado y otro del espectro del goce a quienes allí estaba.
Con “How Sway” el clima era eléctrico, con “King Of The Hill” afloraba un ambiente suave como la seda. Todo, además, cabe resaltar, con realmente una puesta en escena escueta y sobria. Los firuletes, los rulos, la complejidad y todo florete era proporcionado, meramente, por la personalidad arrasadora no solamente de la personalidad de Thundercat sino también por la forma de permear en los cuerpos de la música de Thundercat. Su virtuosidad era la que coloreaba el aire y la que desde los parlantes enredaba a quienes estaban, incrédulos y entregados a lo que estaba pasando, moviéndose al ritmo de esta criatura viva que es el jazz cuando entrelaza sus tentáculos con el R&B, con el rock, con el soul, con el pop. La importancia de la energía y la mutabilidad de la misma se surbraya por los pocos y efectivos pedidos del bajista de mantenerla a la altura del show, cosa que el público respetó en todo momento. La gente, complacía sin chistar, envueltos en el momento y el disfrute.
Los últimos instantes fueron de puro agradecimiento, tanto desde arriba del escenario (a sus músicos, a Buenos Aires) como desde abajo del escenario: el primer compás de “Them Changes”, el tema elegido para ser el último en programa, desencadenó una explosión de vitoreos y festejos de parte del C Art Media. Más aún, cuando tras la retirada del escenario llegó el encore: “No More Lies”, el tema de Thundercat con la banda australiana Tame Impala.
Más allá de la rica cantidad de canciones tocadas la noche del domingo 17, lo cierto es que fue un masterclass de cómo representar esta música en vivo. Elementos paramusicales mínimos ante una arrolladora presencia escénica y un repertorio inapelable. Un devenir sonoro coherente y diverso que presentó todo el abanico de lo que los oyentes de Thundercat ponderamos. Una noche de goce indiscutible que quedará tatuada en los recuerdos de quienes vivieron el espectáculo entregándose sin pruritos al Groove del gato.