Vamo a Cagarlaes el segundo disco de No Importa, Así Van a Entrar las Mariposas. Lo primero que notamos antes de escuchar es la cantidad de productores artísticos que se sumaron a este trabajo: Juan Bruno y Pepe Céspedes (Bersuit), Santi Martínez (El Kuelgue) y Julian Scarinci (El Club de los Elefantes).
El eclecticismo creativo de la banda es una característica y se potencia con los distintos colaboradores en materia de producción. “Si bien puede ser polémico, tuvimos suerte de trabajar con dos duplas”, aclara la banda, y así encontramos a los Bersuit por un lado y a Scarini y Martinez por el otro. “Laburamos cuatro canciones con cada dupla y cuando una canción estaba terminaba con una dupla, los otros productores escuchaban también para saber qué sonidos y qué búsqueda iba teniendo el disco”.
Así entonces, la banda reconoce que de esta forma “enriquecieron el trabajo final de manera que cada uno aportó lo que más sabe, ya sea desde la producción en general, la edición del audio, de los sonidos que hay que usar o del fuerte instrumental que tiene cada uno. Además, fueron conscientes de que el disco era un laburo en conjunto de esas dos duplas para con nosotros”.
―A medida que uno va escuchando el álbum siente que no sabe con qué podrá toparse en la siguiente canción. ¿Es una premisa de la banda este eclecticismo?
―Si, quizá no fue algo premeditado, pero al final de cuentas terminamos tomándolo cómo premisa. La realidad es que hacemos lo que nos gusta y nos gustan diferentes géneros musicales. No podríamos encasillarnos en un sólo género y morir con eso, o al menos hacer eso nos aburriría o nos quitaría el hambre de seguir haciendo canciones.
No Importa, Así Van a Entrar las Mariposas se gestó en tiempos de pandemia por Gastón Collizzolli y Peto de Temperley, buscando un recurso artístico y creativo para apaciguar el estado de encierro. “Arrancó todo cómo un juego o cómo un entretenimiento productivo, donde en momentos en que había poco y nada por hacer, hacer música nos lograba disociar y a su vez sentirnos realizados con algo a pesar de todo el contexto”, recuerdan.
“La motivación para seguir con el juego una vez terminada la pandemia fue darnos cuenta de que teníamos como doce canciones y estábamos contentos con el resultado de esa dinámica que armamos vía audios y mensajes de whatsapp. El paso siguiente fue decir “no sabemos si vamos a terminar armando una banda, pero por lo menos grabemos estas canciones que nos salieron y grabemos con algún productor cómo para llegar a un buen resultado, pero también para vivir esa experiencia”.
―¿Cómo es un show en vivo de la banda?
―Los shows son hermosos. Mezcla de absurdo, emoción y potencia. Somos conscientes de cómo armar la lista de temas lo más “homogénea” posible para que no sea un delirio y que se puedan disfrutar de los temas sin que haya tantos cambios (aunque a veces es imposible), cosa de que la escucha sea amena. A veces agregamos secciones o momentos más performáticos entre tema y tema para que esos baches de pasar de un rock pesado a una balada puedan estar camuflados. Ya sea una ronda de chistes (al mejor estilo Videomatch) un juego entre personas del público, unos audios disparados desde una botonera (al mejor estilo radial) o la actuación de algún personaje que haga referencia alguna canción o chiste del momento que logra entretener entre tema y tema, o mismo en el medio de una canción. Tratamos de que los shows no sean meramente lo musical sino buscar entretener a la gente también. Que la pasen bien, que disfruten, que conozcan, que les llame la atención la música que hacemos, pero también permitirles reír, entretener y distenderse que es lo que al fin y al cabo busca la gente muchas veces para con el arte.