Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Arbolito

La chata los llevó al Teatro

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

01 de Julio, 2006

La chata los llevó al Teatro

Pisando el umbral de su primer década como banda, editaron “A donde la chata nos lleve”, su primer disco en vivo y llegaron por segunda vez al Teatro Flores. El Chino y Diego analizan este momento como banda.

Pisando el umbral de su primer década como banda, editaron “A donde la chata nos lleve”, su primer disco en vivo y llegaron por segunda vez al Teatro Flores. El Chino y Diego analizan este momento como banda.

En tiempos donde el folklore parece condenado a morir como “música de viejos”, y donde el rock nacional se debate entre propuestas repetitivas y empobrecidas, la gente de Arbolito encontró la originalidad buscando el raíces de ambos géneros. Tomando su nombre de un texto de Osvaldo Bayer, sobre un indio que, luego de que el Coronel Rauch degollara a su familia, ajustició al militar. Curiosamente, un pueblo de Buenos Aires lleva el nombre del coronel, mientras que nadie recordaba a Arbolito. Al menos hasta ahora.

Recuerdo algunos experimentos del rock nacional junto con el folklore, como fue el caso de “El Arriero”, pero en cuanto a bandas que busquen matices de ambos estilos, no encuentro muchos antecedentes.

Chino
: Bandas que hayan hecho carrera folklórica desde sus comienzos, y por una cuestión de piel hayan ido girando hacia el rock, no es lo más común. Por lo general los procesos son rock puro que por una necesidad de experimentación llegan al folklore.

¿Como surgió en ustedes? Vos decías que era casi una cuestión de piel…

Chino
: Digamos que la base de la banda son chicos que estudiaron en la Escuela de Avellaneda, y en base al estudio, arrancó siendo una banda folklórica. Después cuando uno ya se hace músico, y empieza a experimentar, te das cuenta que existe un Pedro y Pablo, un Jimmi Hendrix, León Gieco… es inevitable la búsqueda de mezclar eso.

¿Cómo dan con Osvaldo Bayer?

Diego
: Primero dimos con un libro de él, Rebeldía y Esperanza, de donde se rescata el nombre. Los chicos cuando le ponen el nombre al grupo lo conocen a Osvaldo por un tercero en común, y en principio para consultarle respecto del nombre. Esa historia él la había investigado en los años sesenta, y esto le revolvió un montón de cosas. De hecho, fuimos a Rauch con él. En agosto sin ir más lejos, vamos a ir a Azul, donde le van a cambiar el nombre a la calle Rauch por el de Arbolito. Nos invitaron y seguramente vayamos para allá con Osvaldo.

¿Cómo tomó la gente de la Rauch la historia de Arbolito?

Diego
: Es como todo. Hay gente que está de acuerdo y gente que no. “Este intelectual que viene a sembrar la duda” decían. Que se arranque con un debate para mí es buenísimo. Por ejemplo, el día que llegamos, se pararon al lado de la camioneta dos pibes, diciendo “esos son los que vienen a cambiarle el nombre a la ciudad”. Esos pibes no tendrían más de diez años, asi que, algo estaba pasando. Algo estaba haciendo ruido.

¿Temen confusión con Arbol, teniendo en cuenta la popularidad de los de Haedo en el último tiempo?

Diego
: Siempre nos confundieron. Es muy simple, Arbol es Arbol y Arbolito es Arbolito. No tiene absolutamente nada que ver una cosa con la otra, el nombre tiene todo un significado. Y creo que musicalmente ni siquiera se acerca tampoco. No hay mucha más nada que agregar.

¿Piensan que la propuesta de Arbolito puede llegar a arrimar un poco a la gente hacia el folklore?

Chino
: Yo creo que muchos tienen la posiblidad de conocer temas y rítmos folklóricos desde la banda, y después el público, si bien en un primero momento tuvo mucho más que ver con el folklore puro, ahora hay como un aventón de juventud que hace que los folkloristas se tengan que correr, porque arranca el pogo y se desvirtúa todo.

Los que vieron alguna vez a Arbolito, rescatan la diversidad que hay en el público…

Diego
: Es una mezcla, como la música. Arbolito es una banda que tocó mucho en las plazas. Era un clásico de todos los domingos en el Parque Lezama. Y al estar en la vía pública, uno está completamente en libertad, al igual que la gente. Entonces te encontrabas con chicos, hasta personas mayores. Y en el medio, toda la gama habida y por haber que puede pasar por una plaza.

Y eso después fue provocando una comunión entre la banda, la música y el público, que se fue trasladando a los lugares donde tocamos. Hay quienes bailan la chacarera con el formato con el que se debe, otros que están para el pogo y hasta los que hacen trencito. Es básicamente una fiesta.
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