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Barbarita Palacios

Barbarita Palacios: "El sueño ideal es que no tengamos que clasificarnos en ningún género"

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Gentileza: Prensa

09 de Febrero, 2021

Barbarita Palacios: "El sueño ideal es que no tengamos que clasificarnos en ningún género"

La cantante y compositora sacó a la luz los singles “El fin” y “Te fuiste”, nuevos adelantos de Criolla, su futuro disco producido por Gustavo Santaolalla. Ocasión perfecta para charlar de su obra, de la lucha del feminismo y de la necesidad de tener cada día un mundo un poco más justo.

“Escucho las canciones que fui sacando y es increíble como todo se puede resignificar en estos tiempos de pandemia, como que hablan de algo medio apocalíptico”, se sorprende Barbarita Palacios a la hora de hablar de las últimas piezas que fue ofreciendo al público. “Son canciones donde la franja entre lo terrenal y lo espiritual, la vida y la muerte, es algo que se mueve dentro de ellas”, analiza a la hora de hablar, por ejemplo, de “El fin” y “Te fuiste”, últimos adelantos hasta ahora de su disco Criolla, o “Ángel en guerra”, tema que podemos disfrutar desde abril del año pasado.

Desde lo musical, estas últimas novedades son un ejemplo perfecto de lo que la artista propone: rock, folklore, fusión, todo girando alrededor de lo alternativo. Algo que se puede notar desde sus primeros pasos a la cabeza de la banda Semilla que saliera a la luz a principios de milenio con una novedosa impronta. “Sin dudas que si hay un lugar donde encasillarme claramente es en lo alternativo, ese es mi mundo”, reconoce mientras prefiere la abolición de las clasificaciones. “Este nuevo disco tiene mucho de Semilla sin dudas, el anterior no fue tan así. Ahora estoy más amigada y encontrada conmigo misma, relajada en esa situación, en el primer disco solista había una búsqueda, algo que encontrar. Acá es más un dar, esto soy, y Semilla tenía mucho de eso”.

-Esto que decís me recuerda una frase que te leí, en donde contabas que gracias al feminismo te fuiste amigando con algunas partes de vos misma.

-Es que sí, gran parte de todo esto tiene que ver con el feminismo, nos pasó a todes. Esa cosa de ya estar fuera de tanta presión, de todo lo que tenés que ser, de responder todos los mandatos. Amigada ahora conmigo misma, con todas mis Barbaritas. Lo veo en todos los ámbitos, me imagino que en todos los mundos hay un cambio, no solo en la música. Ya no estamos pensando con qué tenemos que cumplir. Es una lucha que le debemos al feminismo y por suerte se está librando.

-Y se ve esa naturalidad en las nuevas generaciones, se nota que se cosechó lo que se sembró.

-Totalmente, mi hijo ya no habla en el mismo código que hablamos nosotros, que estamos dejando de hacerlo pero sigue ahí. Estoy muy contenta de que me hijo pueda vivir de esa manera. Hay una diversidad total, no están pensando un montón de cosas que nosotros sí nos discutíamos.

Como símbolo perfecto de esta lucha encaja perfecto “Piba cumbia”, una “cumbia empoderada y feminista”, define Barbarita. “Me gusta esa cosa de piba y diva, nunca sabés cuando digo una cosa o la otra, ese chiste me encanta que suceda”. La canción fue grabada junto a Julieta Venegas y Micaela Chauque (“dos guerreras”). Esta última es la primera mujer en tocar el sikus, un instrumento que les estaba negado. “¡Tuvo que pedir autorización!”, enfatiza. “Es un tema muy complejo ese, no fue fácil la verdad, hoy ella tiene alumnes, enseña pero es la primera. Increíble que haya tenido que traspasar tantas barreras para hacerlo, todavía queda mucho por cambiar”.

-Esta canción tiene un instrumento bastante exótico, el autoharp.

-Creo que es de origen norteamericano. Yo lo conozco por June, artista increíble, ella lo usaba un montón. A mí me llega al corazón por P. J. Harvey que grabó un disco entero con ese instrumento y un órgano de piso. Siempre deseé tocarlo alguna vez y mi novio (el músico Javier Casalla, quien además toca en su banda) me regaló uno, así que humildemente hice la “Piba cumbia”, nunca se me hubiera ocurrido con ese instrumento hacer este tema, pero se ve que la raíz me puede.

-¿Te gusta que se den esas mezclas que a priori parecen imposibles?

-Es totalmente natural en mí. Sí me gusta componer con diferentes instrumentos porque hace que lo haga con diferentes tonalidades y otras ideas, en este caso jugando con el autoharp salió esta cumbia. Me gusta llegar a la composición con más instrumentos además de la guitarra o el piano. Generalmente una puede caer en dar vueltas siempre en lo que le resulta familiar, uno compone una canción y posiblemente las tres que vengan después sean de la misma familia, y de esas cuatro después una medio que elige una para publicar. A mí me aburre moverme por donde me sea cómodo. En este disco está por ejemplo “Sin llorar”, que tiene una tonalidad grave y “Sueño de piedra lunar” es recontra aguda, bien noventera, esos contrastes son los que me divierten, por eso también trabajo con otros compositores, porque esa energía enriquece mi propia energía, y más que nada a la obra en general.

-Muy al estilo Santaolalla eso de tener varios temas para elegir.

-En realidad es algo normal, se hace mucho así generalmente en todo el mundo, el propio Gabo Ferro componía todos los días para luego elegir lo que sería parte de la obra. Lo que pasa es que acá la figura del productor es bastante nueva, entonces como Gustavo se volvió el número uno acá en los ’90, y bueno, una de sus modalidades es pedirte muchos temas para elegir, quedó como que es algo de él, pero no, es algo muy común. Es que es así, no todo lo que uno hace está bueno. Cuando hicimos el primer disco de Semilla, de unas 50 canciones quedaron nueve y yo que recién empezaba decía “las otras canciones son malas”. Pero no es verdad, lo que pasa es cuando pensás en un álbum pensás en un concepto, entonces no entran y quedarán para uno próximo.

-¿A la hora de pensar en un nuevo disco partís de aquellas viejas canciones que quedaron relegadas?

Sí, yo arranco de lo que ya tengo. Siempre tengo alguna canción que me devuelve la chispita para seguir, porque pasa que después de un álbum queda un vacío que sentís que nunca más en tu vida vas a volver poder a componer, que diste todo lo que había para dar, que nunca se te va a ocurrir más nada. Pero de repente un día vuelve esa onda, tenés una canción, y esa chispita es la punta para lo siguiente y ahí voy a buscar todo aquello que quedó afuera. De repente ves las canciones desde otro lugar. Por ejemplo “Ángel en guerra” yo la había demeado para el disco Terraplén y cuando empecé a trabajar en Criolla la rescaté, era el momento para hacerla.

A pesar de trabajar como solista, Barbarita se define “bicha de banda” y enfatiza con fuerza que ella necesita trabajar en equipo. Así entonces tiene un gran equipo de trabajo, encabezado en producción por Daniel Martín y el propio Gustavo Santaolalla. “Ellos están mucho a la hora de elegir, me alivia muchísimo tener algún curador de la obra, alguien que te ayude a ordenar todo eso que tenés. El equipo lo es todo, no me divierte hacer nada sola, tengo montones de colegas y amigas que van y tocan solas, pero a mí no me divierte. Yo toco con mi banda, me pongo a servicio de las bandas, toco con mis compañeras, siempre con alguien, si no, no se me hace entretenido. Cuanto más solista, más acompañada”.

Barbarita es hija de la histórica cantante y actriz Egle Martin, de quien heredó su amor por la música. “Mi mamá es mi primer potrero. Con ella me crie arriba del escenario, canté, toqué los tambores, bailé, hice de toda. Es una persona alucinante, es totalmente música, tiene una magia dorada hermosa. Ella ha generado que yo me decidiera a hacer música, y ha logrado que mucha gente también lo haga, compartir música con el universo que es algo maravilloso. Estoy muy agradecida a mi mamá”.

Uno de los próximos temas de Criolla será una canción de su madre, “Mbae pa ere cheve nde”, con título en guaraní producto de la estadía de Egle en Corrientes, también grabada por los legendarios Huanca Hua. “En la versión que hicimos mamá grabó todo el recitado que tiene el tema y también los coros, así que no te puedo explicar lo contenta que estoy”.

-¿Cómo viviste la lucha que se dio por la Ley de cupo femenino en festivales en la que fuiste protagonista principal junto a otras artistas?

-A mí me invitó Celsa Mel Gowland y estuvo muy bien. Es re importante legislar para lograr algo que debería ser natural pero no lo es. Es difícil. Pero lo interesante es que la ley de cupo obliga a todes a ponerse a laburar. Igual, ojo, hay un montón que ni les importa, no lo hacen, pagan la multa y listo. Pero hay que estar atentos a las grillas que haya y fijarse si cumplen o no, si no lo cumplen denunciarlo al INAMU para que al menos paguen la multa. Ojala en un futuro se vuelva natural, mientras tanto hay que cumplir esta ley ahora para intentar tener un mundo más justo.

-Siempre te encargás de manifestar que de todas formas el movimiento no está representando en los grandes escenarios.

-Sí, y ahora encima que no se puede tocar… imagínate todas las bandas emergentes. Los que pueden tocar son solo los que convocan mucha gente y pueden sostener ese gasto, los demás, los que tocábamos en lugares más emergentes estamos más complicados, ni hablar las mujeres, pero no hay que bajar los brazos. Igualmente, dentro de los propios movimientos incluso, hay que dejarse de clasificar, estoy feliz de tener un hijo que no está pensando si es hombre o mujer en su vida, es lo que quiere ser y es feliz, ni siquiera se plantean ese tipo de cosas, son parte de otra generación. Nosotros seguimos teniendo que luchar con eso. ¿Y qué pasó? Vinieron los Gardel e hicieron todas las categorías mixtas, es lo ideal, pero claro, al final ganaron un montón de hombres. Es lógico porque somos menos, todavía faltan años para que la cosa cambie. El sueño ideal es que no tengamos que clasificarnos en ningún género, ni sexual, ni musical, pero todavía falta para eso.

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