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Fígaro Banda

Fígaro Banda, donde el Hip Hop vive

Cronista: Lucas González | Fotos: Lucas Iborra

15 de Abril, 2020

Fígaro Banda, donde el Hip Hop vive

El grupo de Rock & Rap liderado por el freestyler Klan acaba de publicar su nuevo disco, Volumen III. "Son letras con mucha realidad", aclara el MC.

Rodeado y amparado por sus tres compañeros, Klan asegura que Fígaro Banda es un grupo difícil de clasificar, mal que le pese a más de un purista. “Somos muy rockeros para los raperos y muy raperos para los rockeros”, define el cantante y compositor sobre una propuesta musical que no abunda por estos pagos: un híbrido que combina el flow callejero de los Beastie Boys, la impronta avasallante de Rage Against The Machine y la retórica rabiosa de Cypress Hill.

El MC sostiene que, a diferencia de lo que ocurre con otros géneros, hay puntos de contacto entre el rock y el rap que exceden lo estrictamente sonoro: “La forma de vestir, la gente con la que te juntás, los ambientes que frecuentás. Son estilos de vida. Y eso facilita que rockeros y raperos también empaticen”, improvisa uno de los competidores más avalado y respetado en el circuito del freestyle argentino. 

Introducido el tema, la primera aclaración: es Fígaro Banda, sin artículo, a secas. La segunda: no es el proyecto solista de Klan, ni un conjunto al que se acopla eventualmente, como solía hacer Wos con Banzai FC. En realidad, el artífice de este eslabón perdido entre Cadena Perpetua y Militantes del Clímax fue Ulises Gagliardino, un bajista con el look de Kevin Parker y la versatilidad de Flea. “Tenía en la cabeza la idea de hacer algo con un rapero, y luego por medio de un amigo en común nos conocimos personalmente con el Klan”.

 

-¿Qué pasó después de ese primer encuentro, Ulises?

Ulises Gagliardino: -Lo llamé y le dije de juntarnos. Por aquella época (2016), todavía no estaba muy ocupado (risas).

Klan: -Aparte, ya sabías cuál era mi estilo.

-Klan, entre tu paternidad, la participación en competencias y los ensayos de la banda, ¿cómo hacés para escribir?

K: -Escribo muchísimo. Es mi desahogo. Por ahí paso meses sin hacerlo, pero cuando me agarra la ansiedad compongo una letra y posiblemente en media hora la tenga terminada. Y al otro día haga otra, y otra. Tengo etapas creativas que me duran una o dos semanas en las que me cuesta parar.

-Por fuera de Fígaro, tenés once discos de estudio. ¿Encontrás diferencias entre un proyecto y otro en cuanto a las letras?

K: -Cambian los flows, los estilos y no tanto de lo que hablo, porque nunca hice letras genéricas o comerciales: siempre escribí lo que sentía, o una fusión de ideas que me nacen de la cabeza. Fígaro me brinda la posibilidad de sonar diferente.

-¿Cómo sería eso?

K: -Me cuesta explicarlo, pero siento que lo gozo más al ritmo, que lo puedo bailar. A las letras las veo más forreadas, sabrosas. En cambio, con lo otro me vuelvo una persona seria, me encierro, porque me gusta sonar completamente poderoso. Es algo mucho más egocéntrico. Me pasó de usar una letra de mi proyecto solista en Fígaro, pero en ese caso cambié el “yo” por el “nosotros”, porque quiero hacerlas más familiares.

-Pero hay temas del reciente Volumen III (2019) con referencias personales, caso “Serena morena” (“Tenga mucho cuidado, porque la fama activa y también engaña”) o “Game over” (“La calle te condena, me decía la abuela”).

K: -Parafraseando a Akapellah: “Si hayan contradicciones en algunas de mis canciones es porque mis letras están fundamentadas en mis emociones”. Me pasa de todo, soy una persona. No puedo evitarlo. Tampoco salir ni escapar de lo que sufro.

-Y a nivel personal, ¿en qué momento te encontró el proceso de composición?

K: -Me agarró en una versión adulta y sana, donde puedo divisar las toxicidades de la vida. Además, decidí volver a mi fundamento. Siento que en un momento dejé de hablar de lo que realmente importa. Me preocupé más por pulir estilos, métricas y demostrar habilidades en lugar de transmitir lo que realmente me pasaba. Estas letras tienen precisamente eso, realidad. Mucha realidad.

 

-Y no es la única diferencia entre la placa nueva y las anteriores, Volumen I (2017) y II (2018). ¿Cómo la pensaron? Porque se nota que aumentaron las dosis de harcore (“King”) y funk (Stylo”).

UG: -Sí, en Volumen III primero trabajamos la música y luego se la pasamos al Klan para que escribiera las canciones.

K: -Cuando me comentaron la idea de hacer un disco les dije que sí, porque ya sabía que tenía letras. Aprendemos sobre la marcha qué es lo más cómodo para trabajar. Se pierde un poco la magia de estar con ellos, es cierto, pero esta dinámica me permitió frasear más cómodo. Por eso junto a Diego buscamos que sea el disco más raperizado de los tres.

Con un pasado variopinto (tocó punk, folklore y cumbia), Diego Juantorena fue un testigo privilegiado de la manera en la que se formó y desarrolló artísticamente Fígaro: previo a sumarse como baterista, para hacer Volumen II, ofició de drum doctor en la grabación del iniciático Volumen I. “Desde afuera me llamó mucho la atención Klan. No lo conocía, pero al toque me di cuenta que era un sarpado. También me gustó el sonido envolvente de la viola”.

A cargo de Sego Segovia, la guitarra ocupa un lugar protagónico y tradicionalmente destinado al teclado en el Hip Hop. Emula la función de los samplers, pero sin descuidar la escuela rockera que lo formó (La Renga, Redondos, Nirvana, Smashing Pumpkins). Por eso abundan los riffs y los efectos. Por eso Fígaro es lo que es.

-Pero tu estilo evolucionó a lo largo de los años.

Sego Segovia: -Cuando todo empezó, recién ingresaba al mundo de los pedales. Era más una onda Pappo, distorsión, zapar y ver qué magia se le podía meter. Ahora, en cambio, se refinó todo. Hasta retomé el estudio en la Escuela de Música de Lanús, después de muchos años de hacerlo de forma autodidacta.

-Ustedes dos son los pivotes sobre los cuales muchas veces se articula la dinámica del grupo. ¿Con cuánto tiempo de antelación comenzaron la producción de Volumen III?

Diego Juantorena: -Unos cuantos meses antes. En realidad, recurrimos a una carpeta que se llama “Ideas Fígaro” donde tenemos material como para tres o cuatro discos más.

-Y al momento de seleccionar esas ideas, ¿pensaban en lo que podía llegar a componer Klan o no necesariamente?

DJ: -A él le tenemos una confianza muy ciega, sabíamos que haría un trabajo espectacular llegado el momento de grabar. ¿Por qué? Me pasó de escucharlo rapear arriba de cualquier cosa, literal: un día lo hizo sobre la baliza de un auto, ja.

-Con respecto a esto último, Klan, ¿se puede batallar y apostar por la música al mismo tiempo?

K: -Competir me brinda otro tipo de llegada a las nuevas generaciones. Me beneficia siempre y cuando lo fundamentalice (sic): si yo no digo que soy músico en una competencia, que tengo una banda que se llama Fígaro, es difícil que un chico se entere de lo que hago. Me parece muy necesario ir y diferenciarse del otro, marcarle que yo soy músico, rapero.

¿Te quedan muchos años en las competencias?

K: -Sinceramente, no lo sé. Creo que sí, porque no podría dejarlo hasta que no cumpla ciertos objetivos.

-¿Cómo ganar la internacional de Red Bull?

K: -No importa tanto qué internacional, pero sí me gustaría que sea un título mundial. También me falta competir con algunos adversarios: Skone, Aczino, si algún día vuelve. Después de todo eso, me dedicaré a la música, porque este año me estoy profesionalizando más que nunca. Me gustaría decir que el próximo año voy a poder vivir sólo de esto…

-¿En serio?

K: -Si este año salen las cosas bien, sí. Esperemos.

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