Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Guli

Guli se ríe del éxito

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza: Prensa

25 de Marzo, 2019

Guli se ríe del éxito

En su nuevo disco, el proyecto de Agustín Bucich coquetea con el soft-rock de los 80 e ironiza sobre la idea de la popularidad. “Yate apela a un juego estético”, dice el cantante.

De manera gradual, Agustín Bucich entendió que la idea del éxito era relativa. “Cuando dejé de darle tanta importancia, empecé a reírme y a jugar más”, cuenta el cantante y guitarrista de Guli, proyecto inclasificable si los hay en la actualidad. Su plan: hacer música con menos peso y no tomarse las cosas tan en serio. No era fácil, pero buscaba un cambio. Eso implicaba alejarse de los estereotipos que ofrece el rock y formar “una familia”. 

Bajo esa lógica, en 2016 publicó Hanganga. Surgió tan natural que ni siquiera lo promocionó en los medios. Sólo quería que fluyera, que el ritmo salve a los seres vivos. No pretendía bajar una línea ni un mensaje. Mucho menos recorrer el camino de siempre: ensayar, sacar material, presentarlo y posteriormente girar. “Toco en bandas desde los 16 y siempre hacés todo para llegar eventualmente a algo estable: tener un público”, sostiene Bucich, que hasta hace tres años era la cara visible del grupo Levare. Pero hubo un click, como dice él.

A Hanganga le siguió Waiata, de 2017. Ambos, además de salir por el colectivo autogestionado Elefante en la habitación, están basados en las baterías, que fue lo primero que registró en su estudio, la Alfombra Mágica. A partir de los beats, construyó los temas. Piezas más psicodélicas, rítmicas, funkies y hasta bailables. Optó por un pulso más pop y directo.

Paradójicamente, el desprejuicio del que hace gala fue lo que llamó la atención del sello Geiser, que decidió acompañarlo en el lanzamiento de su reciente álbum, Yate. “Estoy contento, pero no deja de ser gracioso”, señala el cantante que para esta travesía sonora contó con las colaboraciones de Juan Ingaramo (“Ansia”); Ca7riel (“M.M.B.F.”), María Pien (“Cintas con vos”), que además es la guitarrista del grupo; Goyo Degano (“No hay nadie”), de Bandalos Chinos; y Tomi Morano (“Arriba”). 

Sobre la obra en cuestión, aclara: “Las canciones tienen una melodía fácil de entender, se repiten las partes y hay estribillos. Como el disco apela a un juego estético, las letras se ven afectadas por temáticas referidas al amor. Es un conjunto que cierra por todos lados. Inclusive en el audio, porque quería que suene a otra época”.

Si habla de “juego estético”, es porque Yate está inspirado en el pop y soft-rock de principios de los 80. Una corriente denominada yacht rock y encabezada por nombres como Michael McDonald, Steely Dan, Christopher Cross y Barry White. Por eso, creó un conjunto “hits setentosos”.

El resultado no es otro que un guiño hacia aquel género, aunque actualizado principalmente por el uso del AutoTune en la voz. “Le da contraste, color. Lo trae al día de hoy. Es una herramienta que en general los viejos rechazan y que los jóvenes absorben, aceptan y disfrutan. Además, me divierte escucharme así. Me da placer cómo la melodía queda clavada perfecta. Se limpian mucho las frecuencias”, agrega y explica que a diferencia de sus trabajos anteriores, Yate está compuesto desde el teclado y después viene el resto. El groove, entonces, es lo que une a los tres discos.

 -Yate es un disco que da por concluida una trilogía. ¿Fue pensada así desde un inicio?

-No, en verdad, fue algo que surgió a medida que lo hacía. Pero es cierto que cierra una etapa, una manera de producir. Le da paso a otra cosa.

 -¿A qué?

-Mientras terminaba Yate, apareció un disco nuevo, que va por otro lado, con otro sonido. Tengo pensado hacer algo más conceptual, como una historia larga, que dure una hora y media. Tendrá más beats electrónicos, sintetizadores, samples.

 -En la época de Nudos (2014), el primero de Levare, vivías con insomnio, lo que te llevaba a componer durante la noche. Actualmente, ¿cómo es tu dinámica de trabajo?

-Ya no tengo el hábito de quedarme hasta tarde con alguna grabación. Pero sí, lo sufrí bastante en su momento: funcionaba a la noche y durante el día más o menos. Descubrí que la mañana es muy productiva, te despierta ideas.

 -Aseguraste que la música de Levare maridaba mejor con la noche. ¿Y la Guli?

-Mucha personas me dijeron que la disfrutan durante el día, al sol. Siento que son discos compañeros. Que a diferencia de Levare, hay algo más rítmico, más corporal. Más fácil de escuchar. Guli genera un clima de fiesta.

 -La pregunta del millón: ¿qué es Guli?

-En realidad, es mi apodo de toda la vida. Hoy se transformó en la plataforma desde donde expreso y manifiesto mi música. Pasó de ser mi álter ego artístico a convertirse en una banda. Es un grupo de personas abiertas, que se escucha, apoya y no compite entre sí. No hay problemas de ego ni de protagonismo. Somos como una familia a la que le gusta hacer música.

 *Jueves 28 de marzo en la Tangente, Honduras 5317. A las 21.

 

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