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La Zimbabwe

La Zimbabwe, una banda tracción a sangre

Cronista: Maximiliano Novelli Frutos | Fotos: Gentileza prensa

13 de Septiembre, 2018

La Zimbabwe, una banda tracción a sangre

El Chelo Delgado, histórico líder del grupo pionero del reggae local, repasa más de 30 años de trayectoria antes del recital en The Roxy.

Tres décadas, tres etapas y siete discos sintetizan la historia de La Zimbabwe, una de las primeras bandas en hacer reggae en nuestro idioma. Formada en 1987, al año siguiente editó su disco debut, el homónimo, con el que vivieron la primera explosión de popularidad que tuvo el género. Luego de registrar su segunda placa, Caminando en el Fuego, en 1989, el éxito cosechado los llevó a telonear a UB40 en su primera visita a nuestro país.

Pasada la espuma, vendría una época de alternancias. El primer impasse ocurrió en 1990, cuando el guitarrista y cantante MarceloCheloDelgado se radicó en Chile. Cuatro años después, el músico cruzaría la cordillera para refundar el grupo y lanzar Cuestión de Honor, el trabajo más popular de toda su carrera, el que contenía “Traición a la mexicana”. Gracias a esto, giraron por varios países de Latinoamérica y los Estados Unidos.

Luego de la publicación de un maxi-single, Seguir en la ruta, y el LP ADN, ambos de 1996, nuevamente se separaron. Esta vez, el interludio fue más prolongado. Con el cambio de siglo, Delgado viajó a México un tiempo y tras su retorno se ocupó de otros proyectos musicales, hasta que rearmó La Zimbabwe, en 2012. Ése mismo año grabaron nuevas canciones, que quedaron plasmadas en Cuestión de Tiempo, y cinco años más tarde salió #Cultivemos la Paz, su más reciente creación.

Además de Delgado, la formación actual incluye a Juan Pedro Oholeguy en teclados, coros y voz; Gonzalo Vitola en guitarra; Hernán "Rulo" Lezak en bajo; Mauro "Fury" Romero Coli en batería y Hernán "Camel" Sforzini en percusión. Así, tras varias transformaciones, experiencias, batallas ganadas y perdidas, Revista El Bondi conversó con el "Chelo" Delgado sobre el camino recorrido y el festejo que se viene.

-¿Cómo será el recital de celebración en The Roxy?

-El show que vamos a hacer es conmemorativo. Este año se cumplen tres décadas de la edición del disco debut, el que tenía “Natty Dread”, el primer hit radial que tuvimos. Por eso, la idea es recorrer nuestra historia, desde el comienzo hasta hoy, para que la gente tenga un pantallazo general de todo lo que se hizo en las tres etapas, por lo que contaremos con invitados de todas las épocas. Estamos bastante entusiasmados y muy motivados. 

-¿Tienen planes de extender el festejo a otros puntos del país y del exterior?

-Sí, claro, prendió la idea de que no sea un hecho puntual y único, sino que también sea un punto de partida. Será relanzarnos con otra perspectiva, a nivel nacional y ojalá latinoamericano, para que la gente y los chicos nos vean.

-¿Cómo está La Zimbabwe en la actualidad?

-Sigue siendo una banda de reggae roots, reggae pop, reggae rock; una mezcla de esas tres cosas que estuvieron desde siempre. Hoy está con todas las pilas, explosiva y con mucho por hacer.

-¿Cómo vivís la situación del estudio desde la experiencia del último disco?

-Siempre es lindo para un músico entrar y grabar el material que viene trabajando hace tiempo. Es como una fiesta interna. Gracias a la tecnología, la metodología cambió: ahora hacemos una pre producción y selección de los temas. Se trabaja mucho en ésa instancia. Con #Cultivemos la Paz nos dimos el gusto de masterizar en Londres, con una eminencia en la materia (Kevin Metcalfe), que trabajó con Bob Marley, Paul McCartney y The Who. Se nota y creo que fue una buena elección. Obviamente, hay algo que siempre va a ser igual: llegar al estudio, empezar a tocar y que suene. Seguimos siendo una banda tracción a sangre.

-¿Cuáles son actualmente tus fuentes de inspiración?

-En cuanto a las musicales, muchas las conservo desde los 80, cuando empecé a escuchar reggae. Hay varios artistas que siguen siendo influencias y los clásicos siempre están inmersos dentro de nuestra música. En los 90, nos influyó mucho lo que sonaba en ese momento y se notó en Cuestión de Honor. En cambio, el sonido actual tiene que ver con el reggae internacional, entonces, tratamos de nutrirnos y de tomar esos buenos ejemplos.

-¿Y en lo que respecta a lo lírico?

-Los discos reflejan la etapa que uno está viviendo o cómo ve las cosas. Antes componía de una manera muy autorreferencial y hoy intento tener una mirada mucho más panorámica del mundo y de la actualidad. En las letras de #Cultivemos la Paz creo que se nota, porque traté de bajar línea con una visión personal de la realidad. El disco es un manifiesto bastante extenso en contra de la violencia, del racismo, de la discriminación; a la vez, a favor de cuidar nuestros recursos, el planeta, de tratar de poner nuestro granito de arena para mejorar nuestro mundo.

-¿Cómo ves el paso del tiempo en relación a tu carrera?

-Está buenísimo sentir que uno pudo evolucionar de alguna manera. En el camino vas creciendo, ganando y aprendiendo. A veces a los golpes, por experiencias ajenas, por cosas que ves o que te pasan. Me parece que eso es inevitable, está buenísimo que ocurra, que se note en la música y en las letras que uno hace. Tiene que ver con la madurez y es innegable que todas las cosas que te suceden en la vida te van marcando y lo mismo pasa en las canciones.

SEGÚN PASAN LOS AÑOS

En estas tres décadas de trayectoria, La Zimbabwe sumó hits radiales, mutaciones sonoras, exposición mediática, separaciones y cambios de rumbo. Desde el primer estallido hasta la reciente estabilidad, El Chelo analiza las diferentes etapas del grupo. ¿Hay un horizonte? 

-¿Cuáles fueron las situaciones que los definieron en el primer período?

-La etapa fundacional la marcó mucho la inocencia con la que salimos al mundo del reggae: primera experiencia en el estudio y un despertar en la música. El 80 por ciento de los temas del primer disco están en inglés. Ahí te das cuenta que no había mucho filtro, escuchábamos lo que nos gustaba y tratábamos de tocar de la mejor manera, lo más parecido a esas influencias. Con el tiempo, se fue gestando un sonido más personal, como así también la necesidad de poder comunicarnos en nuestro idioma, algo que se notó en Caminando en el Fuego. 

-¿Qué los interpeló durante los 90?

-La salida de Cuestión de Honor, que tuvo una explosión y marcó la década con un sonido diferente, porque ahí se notó un cambio muy grande. Fue una jugada que hicimos, ya que en ése momento buscábamos sonar lo más actual posible. Nos abrió las puertas de un montón de hogares en Latinoamérica. Teníamos fe e ilusión en las canciones del disco, pero no nos imaginábamos que nos permitiría tocar en Miami, Colombia, Perú y Venezuela.

-¿Cuáles fueron las batallas ganadas por ustedes?

-Cotidianamente, un músico tiene que luchar contra un montón de cosas: organizar los horarios para ensayar, tener la energía como para poder seguir el camino, que la gente escuche lo que está haciendo y buscar trascender más allá de su entorno, que es también una pelea diaria. Aunque es una frase hecha, es difícil la vida del artista. Y lo sé bien, porque hay épocas en las que te puede ir mejor y otras no tanto, pero hay que seguir adelante. Uno tiene que estar preparado para todo, de eso se trata la vida cotidiana de una banda, más cuando es independiente, como nosotros, que no tenemos una gran compañía detrás, como sí pasó en otra época.



-¿Cómo influyó tu experiencia en México?

-Esos dos años que estuve allá, de 2003 a 2005, fueron una escuela a nivel musical. Cuando volví, saqué Cuestión de Amor, pero con María Mulata, que fue un grupo de transición. Ésa etapa la tenía que vivir, para superar el período anterior, y lo hice a través de un disco donde volqué todo lo que había compuesto durante la estadía en México y se nota mucho la influencia del Caribe. Me marcó mucho el salir del punto de conflicto -por decirlo de alguna manera-, como pasó cuando me fui a Chile. El tomar una visión más lejana y a la vez más objetiva de las cosas me resultó a nivel compositivo y artístico.

-En cuanto a lo creativo, ¿existe una suerte de fórmula pasada que repetirías o te sentís mejor ahora?

-Recorro con gusto las épocas pasadas a través de las canciones, más ahora que estamos con el tema de los 30 años. Estoy reviviendo los discos con todo el amor del mundo. Es como volver a tener contacto con esas raíces, pero ahora estoy de otra manera. Tenía 25 años recién cumplidos cuando grabé mi primer disco, y hoy tengo 55. Soy el mismo, pero más grande, un poco más viejo y más experimentado. Obviamente, sigo teniendo el mismo amor por el reggae que tenía en aquellos años, y creo que eso no va a cambiar.

-¿Quedó algo pendiente?

-Muchas cosas, como hacer un disco en vivo u otro de grandes éxitos de todas las épocas. Ojalá las pueda cumplir. Si ya hubiera hecho todo, me tendría que retirar y recién llevo siete discos. Hay colegas que tienen más que nosotros, pero porque La Zimbabwe tuvo separaciones. Cuenta con una historia más sinuosa.

-¿Cómo ves el futuro de La Zimbabwe?

-Este 13 de septiembre quizás sea un punto de inflexión, porque nunca hicimos un show tan importante en Capital Federal. Festejar 30 años quiere decir que tiene una proyección y eso empieza a quedar atrás para seguir. Supone que vamos a dejar de celebrar ese aniversario y miraremos hacia adelante.

-¿Se puede hacer buen reggae en la Argentina?

-Treinta años después, creo que sí. Hoy la respuesta está dada, no sólo por mí o por La Zimbabwe, sino por la cantidad de artistas y bandas que surgieron y que lo siguen haciendo. Dieron muestras de que la impronta del reggae argentino es muy fuerte a nivel latinoamericano.

*Jueves 13 de septiembre en The Roxy-La Viola Bar, Niceto Vega 5542. A las 20. 

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