La Furia de Petruza, la esencia y la modernidad

A principios del siglo XXI, en el centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires, en los barrios de Almagro, Boedo, Caballito, Flores y sus márgenes, surgió una escena rockera nucleada en torno a La Casona de Boedo y bares aledaños y capitaneada por el vertiginoso ascenso popular de Las Pastillas del Abuelo en la segunda mitad de la década pasada. En ese contexto surge La Furia de Petruza y empieza a hacer su camino codo a codo con bandas como Locos de Nacimiento, La Chusma, Los Enviados de Thot y La Chancha Muda. Una camada llamada a reconstruir la escena del rock porteño post Cromañón, donde la solidaridad fue la clave para trascender. “Las Pastillas son hermanos y siempre depositaron su confianza en nosotros", cuenta Ezequiel "Enano" Requejo, cantante de La Furia y reafirma el concepto de hermandad que se hizo fuerte luego de la tragedia de 2004, cuando conseguir un lugar para tocar y un arreglo digno era una todo una cruzada. "Somos una comunidad, prima más el compañerismo que la competencia, y, a diferencia de otras épocas, eso se nota”, agrega el líder del proyecto en la previa del show que darán en Niceto, el sábado 4 de agosto.

Con 12 años de carrera, presentaciones en los festivales de Cosquín y Baradero y toques en varios de esos escenarios que de chiquilines miraban de abajo, la banda asumió el desafío de mantener sus bases rocanroleras aplicándoles un giro moderno. “Aggiornarse sin perder la esencia”, sintetiza el músico, y da pie al viaje que supone Luces al costado, el segundo álbum, editado en 2017. “Cada canción es como un perfume, te transporta a un momento particular”, agrega y las gráficas que acompañan cada letra -disponible en su bandcamp- ratifican el concepto. He aquí la primera diferencia respecto a su antecesor (el homónimo, de 2013), que desde su formato de periódico ubicaba al conjunto en un rol de observador. Ahora, se trata de vivencias, de “dejarnos llevar por el sentimiento más que por la razón”.

Pero, fundamentalmente, Luces al costado muestra diferencias importantes respecto a lo que venían produciendo en lo musical. “Hay un cambio radical en el sonido. Tiene otro nivel de detalle y profesionalismo”, explica. La producción la trabajaron con Luciano Farelli (ex Parteplaneta), lo grabaron en MCL Records y lo masterizaron en Estados Unidos. Y para experimentar a diario con el nuevo sonido, cambiaron parte de su equipamiento y montaron su propia sala de ensayo, otro giro hacia el profesionalismo. "Te ahorra tiempo y te potencia como grupo", sentencia.



El trabajo con Farelli fue decisivo para este presente. “Pasamos por varios productores y las canciones nos estaban pidiendo algo que no encontrábamos”, cuenta Requejo. Un algo llamado a complementar la esencia del rock nacional que forjó la identidad petruziana (Los Redondos, La Renga, Divididos, Pappo, homenajeados en el anteúltimo track, “Santos de mi devoción”) con las inquietudes que fueron surgiendo en el camino. “Veníamos escuchando Muse, Radiohead, Mumford & Sons, que tienen sonoridades y atmósferas que no hay mucho por acá. Cuando se lo comentamos a Luciano, él ya tenía toda esa data en la cabeza”.

-¿Cómo fue la experiencia de la producción?
-Muy buena, porque si bien él no había laburado mucho con este palo, se halló en las canciones. Hay temas como "Soldado de nadie" donde se ve su mano. Estaba en ese mundo sonoro para que todo suceda y con otro productor hubiera sido posible.

-¿Cuál fue la respuesta del público ante el material?
-Las canciones necesitan tiempo, tanto para nosotros, que las tocamos, como para que el público las digiera. Al principio costó, pero vemos que algunas, como “Luces al costado”, “Santos de mi devoción” o “Arte x revolución”, se perfilan para ser infaltables en cada recital. Empiezan a formar parte de la vida de la gente, y eso quiere decir que vamos por el buen camino.

*Sábado 4 de agosto en Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 20.