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Güemes

Alex Martín: "No hay un camino a seguir para el metal extremo"

Cronista: Dario Kullock | Fotos: Jose Fuño

16 de Mayo, 2018

Alex Martín: "No hay un camino a seguir para el metal extremo"

Güemes, el cuarteto pesado surgido de las cenizas de Mastifal, se prepara para presentar su primer CD en Club V.

En la escena under del heavy nacional son muy pocas las bandas que cuentan con la constancia y convicción suficientes para durar dos décadas tocando, girando y grabando. Mastifal lo logró y se convirtió en una referencia del death metal argentino, pero el desgaste y las diferencias entre sus integrantes recalaron en la separación del grupo a mediados del 2016. Ni lentos ni perezosos, a fines de ese año Miguel Maciel (voz) y Alex Martín (antes bajo, ahora guitarra) unieron esfuerzos con Sebastián “Cyto” Maguna (bajista) y “Rama” Escobar (batero), para encarar un nuevo proyecto al que decidieron llamar Güemes.

Con la historia detrás y los aires de renovación al frente, en 2017 editaron su álbum debut, Güemes y Los Infernales, y en pocos días lo presentarán en Club V, ante un público que también será una confluencia de vieja escuela y curiosos. Antes de arribar a ese punto de inflexión, los cuatro músicos se embarcaron en un recorrido a través de los obstáculos y desafíos que encontraron desde el principio del viaje hasta el día de hoy.

-¿Por qué ocurrió la disolución de Mastifal?

Alex Martín: -Hubo mucho de desgaste, y un poco de frustración, porque no estábamos pasando un buen momento después de tantos años. Algunas malas decisiones, pero no tuvimos ninguna discusión distinta a las miles que tiene cualquier conjunto. Además, siempre hubo muchas diferencias musicales. Fuimos cambiando mucho, a algunos les gustaba más una parte, a otros otra. Algunos querían volver a hacer lo del pasado, otros, música nueva. Lo bueno es que nunca se vio reflejado en nuestro desempeño. Con Cultura Brutal (2015) tuvimos que establecer un montón de reglas, porque ponernos de acuerdo era imposible, pero llegamos a un resultado que nos dejó conformes a todos. No mordimos la banquina. Estamos en un país muy difícil, no hay un camino a seguir para el metal extremo. A.N.I.M.A.L. es un ejemplo recurrente, pero tenían un estilo mucho más accesible y la industria era distinta en los ‘90.

Miguel Maciel: -A cada uno se le fueron afectando las expectativas que tenía inicialmente, y esto generó que se fueran bajando de a uno como un dominó. Sentimos que ya no daba para buscar otro reemplazo de cada músico. Ya no tenía sentido seguir con la misma historia y con otra gente. Finalmente, preferimos dar un paso al costado y dejarlo ahí, fue una decisión sana. Cultura Brutal fue lo último que hicimos, y para mí es uno de nuestros dos mejores discos, junto con Intermundia (2010).





-¿Cómo se sumaron “Cyto” y “Rama” a Güemes?

AM: -Al principio, trabajamos con los temas mientras buscábamos compañeros sin apuro. Hay bandas tremendas que se disuelven por la inconstancia de la gente, y yo tenía miedo de entrar en esa. Con Sebastián nos conocíamos de unas reuniones en las que cada tanto nos juntamos con otros 20 bajistas. Yo sabía que él tocaba en Navaja, pero me dijo que se habían separado y en seguida lo sumamos. Baterista fue más complicado conseguir, porque no cualquiera maneja el doble bombo con tanta intensidad. En este caso fue “Wata” (cantante de Matan S.A.) quien nos contactó con “Rama”, en diciembre de 2016.

Sebastián Maguna: -Nos conocemos bastante, sabemos de dónde viene cada uno, el paso por el escenario, lo que implica sentarse, componer, armar, darle dedicación. Y se hizo accesible por tener tiempos para acomodarnos, no sólo venir a la sala a tocar y componer sino laburando cada uno desde su casa. Encontramos esa comunicación, más allá de la escuela que puede tener cada uno, la información, el punk, el hardcore, el death. Congeniamos bastante las ideas y la estructura. Eso es la experiencia de tantos años tocando.

-¿Qué les aportó encarar este nuevo proyecto con 20 años de experiencia encima?

AM: -A pesar de que tenemos nuestra historia, hubo que arrancar de vuelta, y te das cuenta de lo jodido que está. Como terminás poniendo vos la plata, pasa a ser casi como un hobbie.

MM: -Lo importante es divertirnos; de alguna manera hacemos un gran tributo a todos los artistas que nos gustan. Queremos que sea un afluente de ríos que mezcla doom, hardcore, thrash, death. Siempre cuidando que no termine siendo un choreo, que no se parezca demasiado a nada. 




-El primer álbum salió el año pasado, ¿ya están pensando en el próximo?

AM: -Así es. Nosotros creemos que el primero fue un discazo, por eso nos pusimos la meta de grabar rápido el segundo, para que sean como unos hermanitos. Este va a ser más completo, temas más largos, con sonidos más nuevos. Más oscuro, algo medio doom, medio stoner. Queremos sacarlo a principios de 2019, abril como mucho, y la idea es llegar a fin de este año con un adelanto.

MM: -Quedamos muy conformes con el audio final del primero, así que, si el segundo suena igual, ya está bien. Algo va a cambiar, obvio, el proceso es distinto, tenemos mejor armada la base. Por momentos suena a Sepultura, por momentos a Gojira, es thrashero, es death metal, es heavy clásico. Es una escuela de heavy metal. Muchas cosas son referencias a algo.

-¿Qué diferencias podrían establecer entre Güemes y Mastifal?

AM: -Decidí cambiar el bajo por la guitarra, porque soy un violero más rústico, y vamos hacia ese lado, para la crudeza, como Napalm Death: huevo, corazón y poca sutileza. Tenemos algunos detalles, pero estamos con la idea de que menos, es más. Es más directo, menos rebuscado, más relajado a nivel tempo.

MM: -Yo estoy buscando ofrecer una voz más clara, más limpia, porque es un ritmo con más aire. Estos últimos tiempos traté de no apretar tanto, como hacía en Mastifal, que salía la voz súper podrida, con menos proyección. Ya no es un gutural tan extremo, trato de alternar y abrir un poco más.

-A fines del año pasado, telonearon a Zakk Wylde en Groove, y de afuera pareció un recital algo caótico…

AM: -Fue muy desprolijo, la pasamos bastante mal al principio. Era demasiado bueno para ser real: prueba de sonido de una hora, 40 minutos de show. Llegamos ahí y nada que ver. No nos dejaban armar el escenario, porque la gente estaba con el meet and greet. Subimos las cosas recién 20 minutos antes. El staff de Zakk Wylde había perdido unos pedales de batería y una consola en su recital anterior, en Chile, por eso todo se hizo con mucha demora y nosotros arrancamos tardísimo. Por consiguiente, para no empezar tan tarde, ellos nos querían acortar el set. Por suerte, la producción nos re bancó cuando nos querían bajar del escenario, y el concierto estuvo buenísimo.

“Rama” Escobar: -Personalmente, estaba un poco nervioso, porque era la primera vez que tocaba en un lugar tan grande. Estaba todo lleno, porque tocamos a las 21. Fue una experiencia alucinante.

*Viernes 18 en Club V, Avenida Corrientes 5008. A las 23:30. 

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