Los Tabaleros
"Siempre estamos en contradicción con lo que hacemos"
24 de Octubre, 2017
Forjado entre peñas y teatros, el grupo consolida su crecimiento con una presentación en La Trastienda.
Puede gustar más o menos, pero lo cierto es que no hay una banda como Los Tabaleros en la escena nacional. De ímpetu rockero y ADN folklorista, se hicieron lugar en el ambiente a fuerza de toques, que empezaron en las peñas, prosiguieron en los teatros y pasaron a lugares como el CC Matienzo, donde comenzaron a probar otras puestas. Desde hace tres años optaron por tocar parados, un cambio que les costó, pero que pudieron asimilar, por el bien del proyecto. “Nosotros siempre estamos en contradicción con lo que hacemos”, sostiene Roberto Luis Martínez, cantante y guitarrista del octeto. Y completa la idea: “Podemos hacer una cumbia, algo para bailar, pero con una letra que habla de trascender la belleza física”.
Si bien el grupo sufrió bajas (“no todos están decididos a ser músicos profesionales”) desde su formación, en 1999, hoy exhiben un presente mucho más estable, que no reniega de sus bases punk (de Ramones a los Chalchaleros), y que cuenta con tres discos de estudio -Carmesí, de 2009, Lolita, de 2013, y ¡Tuy!, de 2015-, más otro en proceso de elaboración. “Durante el año venimos mostrando temas”, concede Martínez y agrega que adelantarán dos más el 3 de noviembre, cuando se presenten en La Trastienda Samsung. Bajo el título de Fiesta Infierno, será todo lo contrario al show que brindaron en el Caras y Caretas, donde hicieron una expresión performática, con la intervención de artistas de diferentes disciplinas. Ahora, en cambio, sólo estará el conjunto al 100 por ciento, sin imágenes. “Queremos que sea un intercambio de energía entre el público y nosotros”, admite.
-Con 17 años de trayectoria, ¿cómo se sienten dentro del circuito?
-Al principio, nos preocupaba posicionarnos dentro del folklore: participábamos en festivales y en pre festivales, hasta que vimos la política que hay alrededor de ellos y que ser de Buenos Aires no nos favorecía. ¡Todo lo contrario! Así que nos fuimos y decidimos hacer nuestra plataforma desde Capital Federal. Hoy en día, somos capaces de tocar para 200 personas en 12 fechas al año.
-¿Qué lugar ocupa la peña en todo esto?
-Nos fueron gustando y dejando de gustar, por el murmullo de la gente. Si a vos te importa lo que decís, no te sirve. En cambio, si tocas para que la gente baile, sí. Hoy en día se ve todo más fácil, pero antes nadie escuchaba folklore, ni había una proximidad con Latinoamérica. En ese contexto, nosotros no modificamos nuestro discurso, pero lo hicimos más digerible, pero al mismo el público se abrió. Fue una línea paralela que nos benefició a los dos. La experiencia te va haciendo entender que las cosas no son al pedo.
-Porducto de la exposición que lograron, ¿notás que hay un real interés por lo que hacen?
-Causa mucha curiosidad. Por ejemplo, para componer tenemos mucha influencia del cine, y alguien no muy vinculado al folklore, se puede enganchar por lo cinematográfico. Lo mismo con las letras, que nos importan mucho, y que un adolescente que pecó, puede flashear por ese lado. A ciencia cierta, no sé qué es lo que queda de nosotros ni lo que se escucha. Por nuestra parte, intentamos hacer algo particular. El género abraza un canon de gente muy amplia, ya que es más musical, y no tiene una búsqueda por la distorsión del sonido o por acordes irreconocibles. Es súper popular y nosotros procuramos que a la gente le llegue algo de calidad.
-Pero, al margen de los discos, uno de los principales atractivos del grupo pasa por el vivo.
-Pasa que nos soltamos, logramos el tuco (NdlR: se refiere a una técnica de canto, donde hay más de una voz), un sonido que no tiene referencias actualmente en el ámbito local. Entendimos que el vivo es una cosa y que el disco es otra, y laburamos de forma paralela para las dos. Sin embargo, lo que más nos interesa es la canción, por cómo fluye, cómo está acentuada la palabra, porque hacerlo mal es una cagada, aunque muchos recurren a eso para tener una melodía. Nosotros, no.
-Al principio de su carrera, sólo interpretaban canciones de otros músicos, como Hernán Figueroa Reyes o Jaime Dávalos. ¿Cuándo les cayó la ficha y se dijeron que esto era cosa seria?
-Hay dos momentos. El primero fue en 2008, cuando nos propusimos contar con un repertorio de canciones propias, que nos llevó tiempo y nos costó asimilar de la misma forma que las canciones de los músicos que interpretábamos. Aunque la recepción del público era buena, no nos importaba mucho. Donde se producía algún conflicto, mentíamos y decíamos que eran canciones perdidas de algún folklorista que inventábamos en el momento. Siempre fue pelearla e ingrato (por momentos), pero la gente se copaba igual. De esa forma, sin darnos cuenta, llegamos a 2009 e hicimos nuestro primer disco.
-El segundo momento de quiebre, ¿verdad?
-Claro, porque decidimos hacer todo, arte, letra. No podía ser cualquier cosa y laburamos un montón, con miles de errores, producto de la precocidad del primer disco. Lo hicimos sin nunca haber estado en el sistema de la música, sin pretender una mierda, sin jamás haber enchufada nada. Es más, todavía no sé usar los pedales de distorsión.
*Foto: Gentileza prensa/Cecilia Salas
*Viernes 3 de noviembre en La Trastienda Samsung, Balcarce 460. A las 23:30.