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El Reloj

Eduardo Frezza: "Hay grupos que tocan para no ser escuchados"

Cronista: | Fotos: Gentileza prensa

23 de Agosto, 2017

Eduardo Frezza: "Hay grupos que tocan para no ser escuchados"

El bajista y cantante fundador de la banda de hard rock de los ’70 se reunió con el guitarrista Osvaldo Zabala y le rinden un homenaje a la historia del conjunto, con nuevos shows y un próximo disco en vivo.

“Escuchá esto”, dice con entusiasmo Eduardo Frezza, mientras reproduce, desde su celular, un fragmento del clásico “El viejo Serafín”, grabado en vivo por la nueva formación de El Reloj, registrado hace dos meses en el Teatro Roma de Avellaneda, junto a Osvaldo Zabala, -guitarrista que compartió con él, durante los ’70, centenares de shows y los primeros álbumes del grupo-, y a dos integrantes de su banda solista CronologíaRichard Arena en teclados y Junior Faraón en batería. 

El material parece producido en un estudio, como cuando tocaban en su primera época –de hecho, por eso se llaman así: les pusieron ese nombre porque sonaban con precisión de reloj-, pero no es ni más ni menos que el producto de horas de ensayo y mucho talento acumulado a lo largo de los años, y será, seguramente, un próximo disco a publicar.

En ese tren de reencuentro con Zabala, el espectáculo que montarán el 25 de agosto a las 21 en el teatro Palacio La Argentina, se llama “Homenaje”, en recuerdo de los ya fallecidos cofundadores del grupo, Willy GardiLuis Valenti y Juan “Locomotora” Espósito. Además, forman parte de la frondosa grilla que se presentará en la edición 2017 del B.A. Rock

-¿Cómo surge esta formación de El Reloj?

-Es un homenaje a los integrantes que ya no están y con los que hemos vivido experiencias maravillosas, cosas que no se las podés explicar a nadie. Estamos con Zabala y con dos músicos de mi grupo solista Cronología, que fue una banda bastante armoniosa, en general. Con El Reloj, en cambio, éramos músicos bastante temperamentales y a veces teníamos discusiones, pero que no vienen al caso… ¡Como todo rockero! 

-Ahora está de moda eso de las peleas.

-¿Ahora está de moda? Antes no estaba de moda pero igual había (risas). Los músicos, en ocasiones, con sus rollos, se olvidan de que el público los tiene en el corazón. Pero esas discusiones vienen del ego de cada uno, de la cabeza, no del corazón. 

-Pero para ser músico y plantarse ante un público, un poco ególatra se tiene que ser, ¿no?

-Saquemos la palabra “ego” como egoísmo, yo lo veo como la parte individual de la persona. Eso tiene que estar, sin dudas, pero si esa parte no está unida al corazón, olvidate. Para tocar en una banda tenés que sentir que la otra persona sos vos mismo. Ahí está la cuestión. Cuando estás arriba del escenario, se forma una magia que no viene de la cabeza, viene de la fusión, de la creatividad del Universo...

-Alejandro Medina le dice el “Reino Musical”.

-Ahí está, eso me gusta. El Reino Musical. No es nada propio del ego. Viene de ahí, del Reino Musical, y nosotros somos los encargados de entregárselo a la gente. 

-Ya pasaron más de 40 años desde que grabaron sus primeros discos, El Reloj de 1975 y El Reloj II de 1976, y su música sigue teniendo vigencia, especialmente entre los nuevos músicos de rock. ¿Hay artistas hoy que puedan continuar su camino?

-Mirá. Nosotros estamos haciendo un revival para mostrarle a la gente, justamente, el camino que se dejó un poco de lado, por un tema escabroso que es el de la industria, que tiene una óptica muy diferente a la del músico que busca la creatividad y quiere entregársela a la gente. La industria no lo ve de la misma manera. El asunto es poder amalgamar las dos cosas y que no se pierda lo verdadero. Es un desafío. El artista tiene que encontrar el punto intermedio entre crear algo que lo entienda la gente y que, a su vez, sea bueno.

-¿Sentís que la gente los dejó de comprender a ustedes?

-No. Para nada. En el último tiempo, durante mi proyecto solista, empecé a trabajar mucho con las redes sociales, y en particular con Facebook, y hay un contacto muy grande con el público. Me di cuenta de que la gente no se olvidaba de El Reloj, que nos tenía presentes. Y ahora, que nos rearmamos, está creciendo mucho el acompañamiento desde ahí. 

-A lo largo de los años, El Reloj tuvo muchos “hijitos”, diferentes formaciones que acuñaron ese nombre con ex integrantes de la banda original. ¿Nunca hubo conflictos por eso?

-Para ese momento, yo estaba con mi proyecto solista y el nombre lo usaron muchos de los integrantes. Y yo, como vi que querían alargar la historia de El Reloj, no lo vi mal, y no les hice ningún juicio ni nada. No me pareció importante hacer un drama de algo que no tiene sentido.

-¿Y cómo lo reencontraste a Zabala?

-Fue por Facebook, te lo juro. Vi un video de Zabala tocando unas guitarras en una casa de música del Oeste, que hoy en día es sponsor nuestro. Como no tenía ningún rollo con él, no sé lo que me pasó, fue una cosa en el corazón, y dije “lo llamo ya”, y así fue. Lo llamé, nos encontramos en un bar de Ramos Mejía y armamos la banda. Él es un tipo auténtico, ético, que se toca todo, es muy inteligente y no tiene discusiones con nadie, porque es callado y no habla mucho (risas). Por suerte, también me encontré con Jorge “Monitor” Rodríguez, que se metió a hacernos la producción ejecutiva y con una persona que nos llevaba en los ’70 en su camioneta, Litte Graziano, que ahora tiene una empresa y, como tiene puesta la camiseta de El Reloj, decidió bancar nuestra producción. Gracias a eso estamos armando esta movida.

-Volviendo al origen, ¿cómo era hacer un Luna Park en los ‘70? Debía ser algo complicado, por la situación del país.

-Era bravo, un momento difícil. Tuvimos varios problemas, pero no a nivel letras, porque no nos entendían. Hacíamos canciones que no tenían un contexto tan metido dentro de la política, sino que eran más introspectivas y tenían que ver con lo humano, o contábamos historias, como “El viejo Serafín”. 

-¿Por qué creés que aun hoy, con esta reedición que se hará del B.A. Rock, hay artistas presentes como ustedes, Litto Nebbia, Emilio del Guercio, el Negro Medina, León Gieco, Ricardo Soulé, David Lebón, Willy Quiroga?

-Pienso que todos esos que me nombrás estuvieron en una época de una energía mundial, en la cual venimos surfeando los de esa época. Traía una frecuencia y una vibración muy espiritual con referencia al movimiento musical, de modificaciones energéticas. Musicalmente, para nosotros lo principal era la melodía. Ahora, todo lo nuevo la dejó un poco de lado, cuando en realidad es muy importante en la música. Lo dice el mismo Charly García. Si en un armado de música no traés eso, estás haciendo un chorizo de música. 

-¿Hoy sentís que es todo un chorizo compuesto solo por ritmo?

-En algunos casos, la música heavy metal es muy lineal, con un ritmo machacante. No es una algo que te eleve, sino que te distorsiona. Lo que hacíamos en los ’70 era para elevar a las personas, y hoy está todo hecho más con los pies sobre la tierra. 

-Igual ustedes tenían el doble bombo de “Locomotora”.

-Eso es lo único que nos afirmaba a la tierra (risas). El doble bombo era nuestra ancla. 

-¿Cómo te llevás con el pop?

-Me parece muy blandito, le falta fuerza, pero ha tenido algunas melodías muy buenas, como Soda Stereo, con “La ciudad de la furia”, que es un temazo. Potente y con melodía. Y, como música pop, claro que los Beatles me mataron. Pero es porque fueron los primeros pop, aunque después crearon toda la música, y pasaron por la psicodelia. John Lennon era pop pero tenía una fuerza en la voz que era hard rock. De hecho, yo dije “quiero hacer música” a partir de ellos, cuando tenía 16 años. 

-En el inicio, ¿había mucho descontrol?

-No te digo que no hayamos pasado por lo que pasan los jóvenes de todas las épocas, pero nosotros no podíamos joder mucho porque estábamos muy embalados. Hacíamos hasta cinco o seis shows por día los fines de semana. Justamente, el otro día me encontré con Federico Favrot, de Espíritu, que era una banda de la época de El Reloj. Estamos un poco más viejitos, pero vernos fue emocionante. Nos miramos y me dijo: “Qué bárbaro… ¡Todo lo que hicimos!”. 

-¿Y qué hicieron?

-Hicimos alegrar a mucha gente. Por ejemplo, me acuerdo de la cancha de All Boys, en el ’74, donde teníamos que tocar ante 30 mil personas. Ya lo había hecho Pappo y, antes de arrancar, yo veía que desde la tribuna tiraban botellas que caían al campo, que le pegaban a los equipos. Un lío tremendo. Y El Reloj era una banda nueva, que recién estaba siendo conocida. Cuando empezamos con “El Mandato”, pararon los botellazos y… ¿viste cuando escuchás, en un partido, “gooooooooooooool”? Bueno, eso. Te juro que las piernas me temblaban de la emoción. Esto es lo que quiero decir con “la alegría de la gente”. No me lo olvido más. Fue una experiencia única, de dar energía por parte de cinco tipos y 30 mil que la recibieron. Era un 220 enchufado al corazón.

-¿Cómo se llevaban con Pappo?

-Siempre nos llevamos bien. Venía al ensayo nuestro. De hecho, Espósito y Valenti tocaron en la banda de él. 

-Me han contado que iba a los ensayos porque quería a los músicos de El Reloj para él.

-¿Quién te contó eso? 

-No puedo revelar las fuentes…

-(Risas) ¡Yo fui el primero que vino a buscar, en el ’74! Nunca acepté. Zapábamos con él, pero nunca toqué en vivo. Pappo venía tipo 10 de la mañana al ensayo y decía -imita la voz del Carpo- “Eh, loco, quiero zapar”, y se metía en la sala. En realidad, todos venían: Rinaldo RaffanelliDavid LebónMedina. Hasta Ricardo Iorio lo hacía, cuando tenía 15, 16 años, pero no entraba, se quedaba en el tapialito de la entrada de la casa a escucharnos, porque, al principio, ensayábamos en un patio al aire libre. Imaginate eso, todo el barrio nos escuchaba, pero no tuvimos mayores inconvenientes con los vecinos. Pero, volviendo a Pappo, me acuerdo que un día vino sigiloso y me dijo “Frezza, con vos tengo que hablar”, y me llevó a un bar de Ciudadela. Nos sentamos a la mesa y pidió una cerveza. Cuando le pregunté de qué necesitaba, me dijo “quiero que cantes en Pappo’s Blues”. Sentí un baldazo de agua fría. Le contesté: “Pero, Pappo, escúchame, en El Reloj somos todos italianos. Si yo llego a cantar con vos, me agarran entre todos y me cagan a trompadas”. Me miró, me palmeó el hombro y me dijo “dejá que canto yo”. (Risas). Igual, fue un visionario, porque fue el primero que me habló de que todos los músicos deberían tocar con todos. 

-¿Cómo se hace para sobrevivir con la música?

-Yo vivo de otra cosa. Nunca viví de la música bien a fondo. Siempre hay altibajos. Alguna vez logré una suma importante en los ’70, pero hacíamos cinco o seis shows por noche. 

-Como las bandas de cumbia ahora.

-Más o menos. ¿Viste cómo cambiaron las cosas? (Risas). Para hacer negocio tenés que estar en el momento justo y en el lugar indicado. 

-Pero parece que, si no estás en el momento justo y en el lugar indicado, el arte queda postergado.

-Por supuesto, lo está. Hay una postergación que, por un lado, viene por uno mismo, pero después está la que ejerce la industria, que va por si lo que hacés es negocio o no lo es. Por eso El Reloj no fue tan famoso como lo tendría que haber sido en su momento. Por ese motivo en este momento hemos elegido tocar en teatros, porque la gente va a escucharte. En una época decidí tocar en bares, pero no es lo mismo. Yo veo que hoy hay dos clases de bandas: las que van a ser escuchadas y las tocan para no serlo, que son las generan el pogo, para la gente que va a divertirse. 

-¿Me vas a decir que nunca se armó pogo en un recital de El Reloj?

-Ahora le dicen pogo, pero en los ’70 era emoción más que pogo. Era gente que se emocionaba con lo que tocabas, se levantaba y rompía un asiento. Pero otra cosa es generar un pogo para que la gente se agite y se golpee. Una cosa es la emoción que te generó la música, que te sacó; y otra es una emoción violenta generada o creada por la banda, para descargar un alimento energético, que vaya a saber uno para quién es. Eso es un peligro, no es viable para mí, y creo que para nadie de los ’70. 

Txt: Alejandro Moreyra

*25 de agosto en el teatro Palacio La Argentina, Rodríguez Peña 361. A las 21.

*B.A. Rock, Día 1. El 14 de octubre, en el Predio Malvinas Argentinas. Horario a confirmar.

 

 

 

 

 

 

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