Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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La Mosca

"Nos resignamos con alegría a dar lo que la gente espera de nosotros"

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Gentileza: Prensa

14 de Noviembre, 2016

"Nos resignamos con alegría a dar lo que la gente espera de nosotros"

La Mosca vuelve a la carga con nuevo corte de difusión, por lo que aprovechamos para charlar con su cantante Guillermo Novellis acerca de los nuevos tiempos de la música, los hits y también de sus otras canciones. Y de lo asumido que tienen el hecho de que nadie espere otra cosa de ellos.

La Mosca pone en marcha nuevamente su máquina de hits y la canción “Todas las lindas son crueles” parece ir por el buen camino, con una letra y un video más que compradores. “Creo que hemos hecho vuelto a hacer una canción universal”, augura de entrada el cantante Guillermo Novellis, quien no, no tiene los anteojos puestos para charlar con El Bondi (“Me incomodan, pero asumí que son parte de mí, los tengo que usar, aunque si doy una nota me gusta mirar al otro a los ojos”).

-Creo que todos los hombres nos sentimos muy identificados con el nuevo video.
-Está bien que cambió ya lo de romper fotos y quemar cartas, ahora es “te bloqueo del Facebook”, pero esta canción creo que sigue algún viejo acierto, como “todos tenemos un amor que nos complica la vida” o “esta noche me emborracho”. Ahora todas las lindas son crueles, y cuando las lindas te interpelan les decís “no te estoy acusando de nada, solo de ser linda”. No son crueles por naturaleza, la naturaleza las hace crueles. Nos ignoran, directamente sos un árbol en la plaza, no te ven. Y te dicen “¿yo?”, “no me di cuenta”. Y eso es lo más cruel que te pueden hacer. Pero quiero mandar un servicio de información a la comunidad masculina, y es que a partir de esto las lindas se están deschavando, y me están diciendo casi en forma unánime que les encantan los feos y audaces, y consideran a los lindos medio tontos. Y si un feo audaz las encara y las hacen reír, tiene medio partido ganado.

-Aunque lo cantaba con más bronca, me hacés acordar a “La rubia tarada” de Luca Prodan.
-De eso se trata. Claro que ahí había también una especie de queja social y de clase. Acá hablamos de todas las lindas, y que la naturaleza las puso en un lugar que aunque no quieran, terminan siendo crueles. Y nosotros de una manera simpática con esta canción se lo hacemos saber.

Muy lejos por ahora de editar un disco, el año pasado La Mosca también había sacado otro single, “Vuelvo a vivir, vuelvo a cantar”, cover de los ’70, de una peli del mismo nombre. “La cantaba Sabú, un tipo muy fachero que era un éxito. Nos gusta hacer lo que se nos canta, lo que nos parece que puede funcionar, no tenemos que discutirlo con nadie porque somos independientes y decidimos con un sentido muy práctico: las canciones tienen que sonar en la radio y tienen que ser aceptadas por la gente, nosotros somos una banda popular por definición”.

-¿Sentís que va cambiando la forma en que surgen los hits si miramos veinte años hacia atrás?
-La actividad musical ha cambiado notablemente. Lo favorable es que hoy con poco dinero podés grabar un disco en tu casa de calidad. También está la inmediatez de llevar tu música a cualquier parte del mundo. Pero también al haber tanta facilidad hay tanta información que es muy difícil que la gente se entere, y es todo tan rápido que ya hay algo atrás que lo reemplaza. Nada se queda para siempre.

-Las canciones terminan teniendo menos poder.
-No tienen tanta autoridad para quedarse. Antes tenían la autoridad para quedarse como clásicos para siempre, hoy no pasa eso. Hay bandas que últimamente han hecho cosas importantes y han quedado, y vos notás que son clásicos ya, de vez en cuando algo pasa. Antes pasaba mucho más seguido. Pero el mundo sigue. Es más, les contamos que tenemos redes sociales, poné La Mosca Oficial en todos lados, ¡y ahí estamos!

-A mí me pasa con temas de bandas como Los Auténticos Decadentes, Kapanga, que quedaron para siempre, pero hoy ya no sucede. Tal vez existen temas que tienen mismo potencial pero la época no es la misma.
-Hay una cosa trascendental. Nosotros a partir de “Vuelvo a vivir, vuelvo a cantar” decidimos editar solamente de forma digital. Es que los autos vienen sin CD, la gente escucha música por teléfono, los chicos ya no ven televisión sino que miran una serie cuando se les canta.

-Está volviendo el poder del single.
-Totalmente. El disco no sé si vale la pena. Nosotros escuchábamos música en patota, mi amigo Pichonga compró Sticky Fingers de los Stones importado, con el cierre hecho por Andy Warhol, y lo poníamos de la primera a la última canción. Hoy te mandan un whatsapp y te dicen “salió el último de La Mosca”. Y lo escuchás y ya, pero solo. Pero no hay que renegar, hay que adaptarse. Para mí, mi época fue mejor. Esta es distinta, no me pertenece, es de mis hijos, hagan lo que quieran con el mundo, seguro lo harán mejor que nosotros.

-El mundo sigue decías antes, y ustedes no paran de tocar. ¿Cómo es esa mecánica?
-Somos muy organizados. Tenemos una estructura, como una pyme. El manager vende y negocia los shows. Un cantante que hace las canciones apoyado por todos los demás. Encaramos la difusión de forma independiente y opinamos entre todos. Uno de los chicos administra la plata, y a su vez hay un road manager que maneja todo el tema de transporte, hoteles, horarios, etc. Hay autoridades y lo que organiza cada uno no se cuestiona, una especie de verticalismo práctico. Tiene su sacrificio el laburo y el viaje, pero después nos rascamos el higo toda la semana, que es cuando labura el manager. Tenemos una mentalidad empresarial muy fuerte dentro de la bohemia que significa ser músico.

En una banda en la que el hit termina siendo el valor más preciado, al cantante se le viene una sonrisa cuando la charla viaja hacia canciones propias no conocidas por el imaginario popular. Se le nombran algunos títulos y empieza a recitar tratando de recordar una letra propia que parecía tener olvidada: “En la mira de un buen tirador nos volvemos tan vulnerables. A los ojos de la perfección todos somos tan despreciables. Si pudieras morirte de amor en un acto sublime y heroico, ya no habría ninguna razón para que el corazón se te muera de odio”. Termina la estrofa, y casi como descubriéndose esboza un “escribo cosas lindas, eh” entre risas. Al instante ataja y se pone serio y por qué no, también melancólico: “Pero hay un prejuicio, ni se esperan una canción así. Son pequeñas frustraciones”.

-¿Asumen el hecho de que nadie espera otra cosa de ustedes?
-Sí, ya dejó de doler. De hecho, el último disco nuestro se llama La Fiesta Continúa y tiene doce canciones bailables. Intentamos hacer buenas letras igual, ese intento siempre está, pero fuimos a lo bailable. A veces se logra, a veces no, pero ya estamos resignados con alegría a lo que la gente espera de nosotros. Capaz que escuchan las canciones y ni se les ocurriría pensar que son nuestras. Si vos ponés por ejemplo “Al otro lado de los cuentos” y no decís que somos nosotros nadie va a adivinar, no lo esperan.

-Sin embargo este tipo de canciones fueron parte de la discografía mucho tiempo.
-Después se acorta mucho el camino, la información va tan rápido que no podés darte el lujo de pifiar en un corte de difusión. Para las radios, las fiestas, aniversarios de ciudades, fiestas populares. Por ejemplo, vamos a tocar el próximo 4 de diciembre en Armstrong que cumple 100 años y va a estar todo el pueblo. Entonces claro, vas a tocar “Baila para mí”, “Yo te quiero dar”, porque sonríen, bailan y se las acuerdan. Pero ya no duele, ¿y sabés por qué no duele? Porque tipos como vos que están acostumbrados a tratar con artistas ya saben que nos ganamos un lugar, que la banda pela, toca bien. Y nuestros colegas nos respetan también, si hablan mal de La Mosca saltan y aclaran lo que es la banda.

-Es un prejuicio muy existente.
-Claro, pasaba y mucho, pero hoy ya no está. Hemos tocado con todos.

-Les pasó a Los Decadentes también.
-Le pasó a Sandro, que decían que era un grasa. Le pasó a Cacho, que claro, hizo “Quieren matar al ladrón”, pero también “Café La Humedad” y “Garganta con arena”. Y bueno, yo hice “Te quiero comer la boca”, aunque también, por ejemplo, “El otro lado de los cuentos”. Es lo que hay.

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