Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Mariano Manzella

"El canto es lo más genuino del flamenco"

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza: Prensa

20 de Julio, 2016

"El canto es lo más genuino del flamenco"

De Italia a Estados Unidos, pasando por Japón, el guitarrista trotamundos relata cómo se gestó su opera prima, Amphora, la cual contiene diversas colaboraciones internacionales y la producción artística de Macabre (Catupecu Machu).

Historias de músicos que partieron a Estados Unidos a vivir el gran sueño americano hay muchas. Pero, ¿cuántos se marcharon para vivir del flamenco? “En 2006 y durante dos años, me instalé allá”, marca el guitarrista Mariano Manzella. Por otro lado, menciona, fueron varias las veces que llegó a presentar en el Teatro Thalia, en el distrito de Queens. En el medio, agrega, hubo un interesante viaje a Japón. “En el circuito nos conocemos todos”, señala.

Nueva York, reconoce, es una ciudad muy generosa con la cuestión del trabajo. “Siempre surgía algo”, admite. Y completa: “Se podía vivir como músico”. Además, apunta, participó de un festival internacional de flamenco en Albuquerque, Nueva México. “Ahí, aunque no viví, estuve trabajando unos cuantos meses junto a una compañía”, dice.

Durante 2008, la travesía del músico transcurrió en Italia. También a la par de otros artistas, viajó por las principales ciudades (Udine, Taranto, Capri, Roma). No obstante, su base de operación se emplazó en Nápoles. “Producto de la personalidad que poseen, hacen un flamenco muy pasional y explosivo”, recuerda.

-Una vez instalado, en 2010, te topaste con los Catupecu Machu.

-Con Fernando (Ruiz Díaz) nos conocíamos de chicos, ya que él era amigo de mi hermana (NdlR: Laura Manzella, reconocida bailadora) y yo era amigo de Gabriel (Ruiz Díaz). Surgió la invitación para tocar “Vi llover”, en el marco del espectáculo Madera Microchip. Fue ahí donde empecé a interesarme por tocar con la tecnología, utilizar el Ipad, loopear cosas o disparar bases.

-¿Eras reacio?

-No, más bien indiferente, pero no un fundamentalista. Cuando lo descubrí, me pareció un mundo increíble, alucinante. De repente, me vi tocando en el Gran Rex con los chicos y con una máquina que disparaba Macabre con el teclado.

-Esa faceta ellos la tienen muy aceitada.

-Sí, y fue en ese momento en el que a Mac le mostré ideas y temas que tenía. Empezamos a intercambiar cosas: a él le interesaban cuestiones del flamenco y a mí trabajar con el Ipad. De hecho, fue quien terminó produciendo el disco.

El trabajo en cuestión es Amphora (2016), una placa que contiene diez exquisitas piezas, que alternan entre composiciones propias y versiones, como “Round Midnight”, de Thelonius Monk, “Canción del jangadero”, Jaime Dávalos, “Hoy tengo ganas de ti”, Miguel Gallardo y “Bebe”, Hermeto Pascoal. La particularidad del álbum pasó por cómo llegaron las colaboraciones, ya que, en la mayoría de los casos, fueron vía mail.

-La forma, ¿cómo nació?

-Fue consensuado. La dinámica fue así: armaba una base rítmica y de armonía; la enviaba; y sobre ésta y algunas sugerencias, el músico trabajaba. Y así fue que artistas de Japón, Italia y Estados Unidos me pasaban su parte, la cual era tratada por Mac. Asimismo, hubo una ocasión en la que los Catupecu fueron a Nueva York, y tanto Macabre como Agustín Rossino (baterista) montaron un estudio casero en lo de un conocido de ellos y así grabaron a un trompetista, mientras yo supervisaba todo vía Skype. La verdad, fue un hermoso viaje el que se produjo con el álbum.

-Después de años de colaboraciones, publicaste tu primer disco.

-La verdad, me siento maduro. Con 42 años, siento que llegó en el momento justo. Disfruto mucho de lo que hago y toco, también acepto lo que tengo. Es como dice la frase: “La vida no es lo que debería ser, sino lo que es”. Y si lo traslado a mi ambiente, uno posee la música que tiene, que no es poco. Es la riqueza de uno.

-Y acá, a nivel escena, ¿qué pasa?

-Lo que sucede en Buenos Aires es muy curioso, ya que, a diferencia de otros lugares, hay una gran comunidad de flamencos y gitanos españoles, lo que enriquece el estilo local. Los gitanos transpiran y respiran flamenco, lo viven de una manera única. Es su arte.

-¿A dónde se concentra el grueso de la comunidad?

-En Congreso. Hay muchas familias que se dedican a la venta, otros son artistas, como cantadores y bailadores. Es como si fuese Madrid, pero en Buenos Aires. Producto de esos inmigrantes españoles, hacen que el flamenco tenga un peso y su propia personalidad.

-Sin embargo, aún no ha conseguido la trascendencia necesaria.

-Es que siempre fue un arte de minorías, no es como el rock, que es mundial. No obstante, el flamenco, en la actualidad, es patrimonio universal.

-En eso se asemeja al jazz.

-Es que comparten el mismo lenguaje: negros africanos y gitanos, siempre expulsados y marginados. De ahí nace toda la pureza y el lamento en la forma de cantar e interpretar.

-¿Hay referentes en la escena local?

-Claro. Por ejemplo, Baldomero Cádiz, que es un gitano de ley y un artista increíble. Otro es Eugenio Romero, familiar de Cádiz, que también es un gran cantador. En argentina hay muchos y muy buenos artistas emergentes.

-El flamenco se caracteriza por la improvisación, que sucede segundo a segundo. Y este concepto choca la idea de hacer un disco, de perpetuar un sonido o una frase.

-Es verdad, pero sucede que cada canción fue realizada con mucha fluidez, con libertad. La esencia, de esa manera, se mantuvo. Por caso, “Chipbule” la registramos en un bar centenario de Avenida de Mayo, muy típico español, con jamones colgando. Y mientras tocábamos, atrás había alguien hablando en la cocina y otra persona viendo un partido.

-Has dicho que el flamenco, muchas veces, es sencillez: voz y la guitarra. Entonces, ¿no resulta contradictorio que tu disco esté plagado de colaboraciones y diversos instrumentos?

-Es verdad, pero también me gusta incursionar en lo nuevo, viajar por otros mundos. Y, para ser sincero, cuando el cante es genuino y tiene personalidad, siempre será flamenco. “Melodía del jangadero”, por nombrar una canción, tiene algo de chill out, pero el cante, que es lo más puro, es tan fuerte que evita que se corra del camino.

 

*Miércoles 20 en Bebop Club, Moreno 364. A las 21.

 

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