Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
Seguinos en
Banner

Diosque

"Creo que el plagio y la inspiración son casi lo mismo"

Cronista: Lucía Fernández | Fotos: Gentileza prensa

20 de Febrero, 2016

"Creo que el plagio y la inspiración son casi lo mismo"

Diosque se presenta hoy en el ND y aprovechamos para charlar con él sobre su carrera, que desde el primer disco nos envuelve con sonidos y poesías sin prejuicios.

 

Juan Román Diosque es un cantautor que siempre, junto a su guitarra, supo crear un universo musical autentico, ya sea por sus letras, pegadizas y bailables, como por su constante metamorfosis musical, que le permite trascender todos los géneros y no encasillarse. 

No hay fórmulas ni secretos, tal vez la simpleza de su música sea lo que genera una intensa atracción a ese mundo que recrea. Actualmente está trabajando en un EP que pronto saldrá a la luz, mientras sigue presentando las hermosas canciones que están inmortalizadas en sus tres discos y que esta noche se podrán escuchar y bailar en el ND junto a Los Animales Superforros.

-Estas en Buenos Aires hace más de diez de años ya. ¿Tu idea siempre fue venir aquí para dedicarte de lleno a la música?

-Sí, mi idea siempre fue venir para hacer música y ser músico. Un sueño total. Fue muy de a poco, primero me vine con un trabajo de oficina, pero de a poco le fui dedicando menos tiempo, algo bastante difícil. Yo jode, y digo que es más fácil ser ingeniero nuclear que músico profesional. Es complicado entrar en un circuito en el que todo cierra por dinero. Hablo de un círculo de música sin tonterías, sin marketing y esas cosas. Pura música y experimentación. Desde el underground es difícil profesionalizarse, pero no imposible. 

-¿Crees que estando en Tucumán hubiera sido más limitado?

-Me parece que, como artista, tenes que irte de la casa y de tu barrio, salvo que hayas nacido en un núcleo del arte como Berlín. Me vine para acá porque me parece que es un centro latinoamericano de desarrollo musical. A nivel nacional tenemos un rock impresionante, bandas increíbles, las mejores de habla hispana. Además, es una hermosa ciudad.

-En tu primer disco, I Can Ción (2007), contaste con el apoyo de grandes músicos como Daniel Melero, ¿sentís que eso te permitió gozar de cierta popularidad?

-No creo que ese disco haya tenido popularidad, pero sí creo que logró el aprecio de colegas y músicos. Después, la gente lo fue conociendo, pero cuando empecé a tocar me iban a ver siempre músicos. Yo decía: ‘‘El día que me vaya bien va a ser cuando no vengan sólo mis amigos y los músicos” (risas). Conocer a Daniel fue muy importante, me presentó mucha gente con la que aún hoy trabajo y voy a trabajar siempre. También tuve la suerte de conocer gente ideal, hice rápidamente amigos como ‘‘de toda la vida‘‘. 

-A diferencia de aquella época, ahora tu situación es totalmente distinta. En Constante (2014) te presentas con una banda fija. ¿Qué ventajas tiene eso?

-Ahora toco el toc-toc y canto, me puedo concentrar más en la voz y me quedo más tranquilo porque los músicos son muy buenos y se adaptan a mi música.

-Es importante el hecho de que puedan adaptarse a tu música, pero a veces hay cosas que negociar a nivel humano ¿Eso se complica?

-Hablando con alguien involucrado en un sello, le pregunté sobre los Auténticos Decadentes, cómo hacían para, siendo un montón, seguir juntos por tantos años. Y la respuesta fue una especie de enseñanza: “Es más fácil mantener un matrimonio entre diez personas en vez de dos. Porque si seis te dicen que sí, ya esta, es sí”.

-¿Vos tenías la idea de empezar a tocar con un grupo de músicos fijos?

-Mientras producía Constante se fue dando. Hablando con Jean, me decía que tenía que armar una banda fija para tocar y así empezamos a probar. Este es un formato que ya no quiero soltar. A la mayoría de los músicos los conocía, excepto a Peta, que es uno de los que toca sintetizadores. Ahora a él tampoco lo queremos soltar (risas).

-Entres tus discos siempre pasó un tiempo prudente, ¿eso es intencional?

-En realidad, no, se dio así. Ahora quiero mantener un ritmo de producción diferente. Estamos por sacar un EP con cuatro temas nuevos, en una canción canta Julieta Venegas y en otra Molly Nilsson. Creo que me gustaría que el tiempo promedio sea año de por medio, para poder tocarlo bien y ya sacar otro. El proceso de grabación será más rápido porque, por suerte, estamos en un estudio e hicimos un contrato y vamos a ir con toda la banda a producir.

-Tus letras son muy poéticas, ¿este género lírico siempre te gustó o se generó casualmente a través de la música?

-Soy muy mal lector, pésimo lector. Tal vez por mi déficit de atención lo único que puedo leer es poesía. Alguien que tengo cerca me enseñó que, abras donde abras el libro, empieza de nuevo. Cuando era chico menospreciaba la poesía y me parecía algo tonto y aburrido. Quiero decir, cuando era punk y mi papá era poeta. De hecho, él tiene un libro y nunca me prendí. Pero hace poco, hará cinco años, me empezó a interesar.

-Tal vez este interés que surgió en los últimos años se pueda apreciar más en las letras de Constante.

-Sí, la letra ahora está muy trabajada. Eso siempre me gustó, trabajar la imagen poética. Ahora están saliendo canciones más trabajadas y elaboradas, se da naturalmente, pero también las busco.

-También, en este último disco hay algo de rap. ¿Crees que tenga que ver con que los productores sean Jean Deon y Marcos Orellana, de Michael Mike, o siempre quisiste incorporar algo de este género?

-Me encanta el rap, cada vez me gusta más. De hecho, mi acercamiento a ellos fue por mi fanatismo con su música. Siempre están los ritmos, más que en la manera de raperar, está en los bits, por ejemplo en ‘‘ Fuego‘‘. La primera canción del disco tiene una cadencia rapera pero no es hip-hop.

-En tu música siempre puede pasar cualquier cosa.

-Sí, eso esta bueno, sería cruel limitarme en un género. Me encanta el punk, eso es lo que más me conmueve. Estoy mucho más cerca de eso que de Justin Bieber. Escuchando los primeros discos de Green Day, de los cuales era muy fanático, me di cuenta que las letras me llegaban porque son canciones primitivas. La simpleza del re, do, la y la, re y mi son la Santa Trinidad. Acordes muy románticos y muy apegados.

-¿Crees que en la simpleza esta la grandeza?

-Es más difícil hacer algo simple porque es más complicado tocar una sola nota y hacer algo maravilloso. Creo que lo simple es lo más difícil de encontrar y por eso conmueve. Dentro de lo simple es más fácil incorporar capas. 

-¿Vos intencionalmente empezaste de esa manera y después fuiste decorando tu música?

-Yo empecé con lo que tenía: guitarra y sampler y ahí salió I Can Ción. Después tuve la suerte de grabar Bote (2011) en un estudio, por primera vez tuve ese recurso. En Constante todo fue más pensado y dije: “Voy a trabajar con todo lo que quiera”. Todo se va dando, mi cabeza siempre estuvo abierta pero las posibilidades no estaban. Antes solo tenía una guitarra y ahora no es que tenga sintetizadores y todo, pero estoy en un entorno donde esas posibilidades están y las exprimo a morir.

-¿Al tener ahora más posibilidades hay algo que se pierda a la hora de producir?

-No, no se pierde nada porque las canciones las hago sentado con la criolla en la vereda o en mi cama. Si la canción es buena, el resto es maquillar. Si la canción es linda y te conmueve: ya está, porque todo lo demás es potencia y posibilidades. Lo único importante es cerrar los ojos y escribir algo bueno, a la vez es lo más difícil.

-¿Cómo surgió el nombre de tu último álbum?

-Lo que más me cuesta es ponerle nombre a los discos, siempre pensé que era mi punto más flojo. Con I Can Ción, por ejemplo, algunos no entienden qué quiere decir, ni cómo se escribe, ni qué significa. Con Bote titubié mucho. Recién con Brote (2013), el de los remixes, como que lo modifiqué un poco. Con Constante estábamos mezclando, masterizando y terminandolo en Río de Janeiro y no tenía nombre ni sabía cómo iba a ser la tapa. ¡Me desesperaba! Un día estaba solo en la playa dibujando emoticones y se me ocurrió hacer el signo de infinito, ahí me cerró todo. Cuando volvía al lugar donde estábamos parando, me bajé mal del colectivo y terminé en una calle que se llamaba Constante Souza. Dije: “¡Wow, qué loco!”. Y me emocioné porque ahora me gustaba más el nombre.

-Si nadie supiera todo esta anécdota, ¿qué sentido le darías a esa palabra en relación a tu carrera?

-Ser constante es dar todo, siempre. El sentido de la vida es lo que amas. Nosotros no teníamos sello, ni dinero para seguir invirtiendo en la mezcla. De hecho, hicimos malabares para ir a Brasil, pero en un punto decíamos: ‘‘Alguien se tiene que asociar a tu pasión‘‘ y así fue.

-Finalmente el disco salió primero con el sello chileno Quemasucabeza, ¿cómo surgió?

-Rodrigo es muy fan de I Can Ción y en 2007 nos invitó a tocar allá. Después pasó  el tiempo y hablando con un periodista mexicano, que vive en Estados Unidos y escribe en un blog de música muy influyente, al que le mande el disco para que escuchara, me dijo: “¿Cómo no lo sacás con nadie?Y ahí recibí una propuesta de Rodrigo, justo el día que empezó el mundial. Yo jodía con que era el día que menos mails se deben mandar, la hora menos pico de mails del mundo y ¡ahí me mandó su idea de trabajar juntos! (Risas) Después, acá, hicimos otro contacto con Geiser para sacarlo en formato CD y hacer la editorial de todas mis canciones con ellos. En este momento estoy con los dos sellos.

-Tu segundo disco directamente lo subiste a Internet para que los descarguen gratis, ¿pensaste en hacer lo mismo para Constante?

-Sí, estaba viendo la posibilidad de hacer lo mismo pero la situación no me cerraba. En nuestro segundo disco yo estaba muy en bolas y decidí subirlo a Internet. Después se interesó un sello de Perú (Plastilina Records) y luego sacamos el de remixes.

-¿En ese momento te desmotivó un poco el hecho de no tener sello? 

-Me sentí muy enojado y frustrado muchas veces. Me pasó con Bote, y tal vez por eso hubo un alargue. No tenía nada y di todo. Pero bueno, la vida es mucho más injusta para otros y, dentro de todo, me siento un privilegiado porque hago música. Lo puedo hacer porque tengo mis manos y eso es bueno e impagable. Si bien muchas veces me sentí triste ahora solo cierro los ojos y no hay tiempo para pensar en tonterías.

-¿En algún momento pensaste en dejar de hacer música?

-Nunca lo dude porque sería mi muerte. La música para mí no es un hobbie, es el sentido de la vida. La poesía y el amor. Reitero, nunca lo dude ni lo dudo, porque no tengo malas intenciones ni las motivación de vivir de eso haciéndolo de manera frívola. 

-Por suerte la existencia de Internet, hoy por hoy, hizo que todo sea un poco más fácil.

-Sí, estamos en la mejor época de la historia en lo que a difusión respecta. Igual, siempre fue y será la ley de la selva. Es innegable que Charly, Andrés Calamaro y Spinetta sean unos monstruos y referentes indiscutibles, pero al mismo tiempo pienso que ellos en esa época, los ’70, tuvieron la posibilidad de tener una guitarra eléctrica, algo que no era para muchos. Ahora, con la computadora, creo que todo se abrió mucho. Podes grabar algo y subirlo en el momento. Es más accesible, al mismo  tiempo no deja de ser difícil porque ante tanta variedad la mente del hombre solo puede captar lo que lo conmueve.

- En algunas entrevistas mencionaste tu gran admiración por Las Ligas Menores, ¿qué es lo que te atrajo de su música?

-Siempre a las chicas les cuesta más, es difícil encontrar una banda así, de cuatro chicas y un chico. Más allá de eso, tienen unas letras hermosísimas, muy lindas y dulces. Soy muy fan de su disco. Nos fuimos a Perú a tocar juntos y ahí cerró todo, porque son una dulzura esas chicas. Parece egoísta y soberbio, pero no tengo tiempo para escuchar tanta música. Además, cuando escucho algo que me gusta, queda adentro de mi corazón.

-¿Entonces crees que cuanto más música consumís hay más posibilidades de imitación?

-No, si me siento apegado a algo lo uso. Si me decís ‘‘che, esto es igual a Michael Mike‘‘, no me importa, porque somos una lengua viva. Soy más optimista con eso porque creo que el plagio y la inspiración son casi lo mismo. 

-De todas maneras, la inspiración en el proceso de creación tiene mucho que ver con las experiencias de cada uno.

-Totalmente, todo tiene que ver con los momentos personales. I Can Ción lo empecé en Tucumán y lo terminé acá, pensado en que tenía que quedar perfecto. En cambio Bote, son canciones muy tristes que tienen que ver con la pérdida de un ser querido, ser amado,  con el no ser correspondido. Está claro en ese disco que hay una pena fuerte. En Constante me olvido de eso y empiezo a escribir de otra manera. 

-Lo que siempre está presente es lo bailable.

-Sí, es lo más lindo. Dice una amiga mía: ‘‘No se conoce a alguien del todo hasta que no se lo ve bailar‘‘. (Risas) Son melodías por ahí melancólicas o triste pero con ánimo, somos tripolares. El EP que está por salir va más por ese lado, el de la poesía libre, excepto en “Toca mis huesos”, que canta Julieta Venegas. Esa habla un poco de que te rompen el corazón, es una balada.

-¿Cómo se contactaron con ella?

-Antes de ir a México, ella puso en Twitter: ‘‘Que bueno esto, tienen que escucharlo‘‘. Para mi sorpresa, había posteado el video de “Bronceado”, del último disco. Y ahí le mande un mensaje agradeciéndole, porque esa mención te abre muchas puertas. Después pasó un tiempo y le mande una canción preguntándole qué le parecía y me preguntó qué quería que hagamos juntos.  Ahí le dije: “¡Cantala, me encantaría!”.

Foto: Gentileza de prensa/Luis Sens.

 *Sábado 20 en el ND Teatro, Paraguay 918. Junto a Los Animales Superforros. A las 20.

TODAS LAS FOTOS