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Infierno 18

"Uno no nace siendo Spinetta"

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Gentileza: Prensa

09 de Febrero, 2016

"Uno no nace siendo Spinetta"

A punto de grabar un disco junto a León Gieco, el baterista Nicolás Taranto hace un breve repaso de los años en la banda.

Los chicos crecieron y no es novedad. Lejos quedaron las letras desafiantes con mirada adolescente que se quejaban de la realidad que le había tocado vivir al país, con frases como “Malos aires, ya esto es una mierda”. Hoy tienen en claro que lo transmitido en sus anteriores discos fue producto de lo vivido en cada uno de esos momentos. Lejos de los prejuicios, se ponen cada día la vara más alta en cuanto a lo musical y mantienen la cabeza enfocada en los proyectos a futuro.

Ya no les cabe el cuento de que buscan su identidad musical.  En su último trabajo, En mis manos el fuego (2015), Infierno 18 logró encontrar el sonido tan ansiado. “El formato cuarteto nos ayuda mucho. Logramos una mejor comunicación. Al ser todos muy amigos y conocernos tanto logramos una conexión que se vuelca a la hora de ensamblar los instrumentos”, cuenta Nicolás Taranto, baterista y co fundador del grupo.

-¿Recordás la noche del debut de Infierno 18 en el cumpleaños número 50 de León Gieco?

-El 20 de noviembre de 2001, León realizó un festejo y también lanzó su disco Bandidos rurales. Hizo una presentación para la prensa y los amigos, y nos invitó a tocar con él. Ya de antemano, en la apertura, había dicho mal el nombre de la banda y estábamos súper nerviosos. Teníamos tres temas preparados, pero por suerte la gente ya estaba media borracha y la prensa tenía muy buena onda, así que nos quedamos haciendo un par de canciones más, que eran más que nada un poco de ruido.

-¿Cómo es la relación con él en la actualidad?

-Con el correr de los años mantuvimos el vínculo, de hecho, hoy en día seguimos tocando como banda de él. Hemos compartidos escenarios, fechas y este año vamos a grabar un disco. La idea es que, con nosotros como su grupo, hacer canciones nuevas de él, que serán más rockeras, más algunos covers de artistas nacionales.

-¿Qué se te viene a la cabeza al escuchar el primer disco que grabaron desde tan chicos?

-Cuando escucho Malos aires (2002) se me pone la piel de gallina y me retrae a situaciones que vivimos en la época de los 2000. En ese momento nos salió ser contestatarios. El país estaba colapsado, la gente nerviosa salía a manifestarse con cacerolas por miedo a perder la plata que tenía en el banco. Todo eso fue contado desde la mirada de un pibe de 12 años que veía esa realidad en su familia.

¿Volverían a escribir letras que transmitan críticas?

-Con el tiempo fuimos creciendo. Hoy en día vamos escribiendo y contando cosas a medida que las vamos viviendo.

-Antes eran un power trío. ¿Qué inconvenientes tuvieron en ese formato y por qué decidieron incorporar un integrante más?

-A nosotros siempre nos copó tocar en vivo y tuvimos la suerte de hacerlo desde muy pendejos y darnos cuenta de que algo nos faltaba en los recitales. Por ese motivo, decidimos incorporar un elemento más, esa parte que nos faltaba y fue cuando incluimos a Nahuel (Zaccagnino, guitarrista). Desde ese momento nos sentimos muy cómodos con él. Musicalmente, le sumó mucho a la banda.

-La popularidad y el dinero llegaron desde que eran muy chicos, algo que puede resultar contraproducente. ¿Qué sostén afectivo tuvieron para no malgastar esa oportunidad?

-La contención fundamental que tuvimos fueron nuestros familiares, más que nada nosotros los Taranto. El que más nos guió fue Alejandro Taranto -padre de Tomás y tío de Nicolás-, porque fue quien nos hizo la escuela y el camino. Él siempre fue una pieza fundamental. Muchos pueden pensar que nuestro recorrido fue fácil, por tener a alguien de la industria ayudándonos y produciéndonos, pero también tuvimos que curtirnos y hacer un montón de cosas que hacen todas las bandas under, pero con la ventaja de que teníamos ese conocimiento de parte de alguien que ya lo había vivido. 

-El año pasado, la web de Vorterix subió una nota que les hicieron en la radio, en la que, según dijeron, con la salida del último disco continúan en la búsqueda de su identidad musical.

-Eso estuvo muy mal citado. La doy vuelta, y digo: con este disco sí encontramos la identidad musical, algo que, por cuestiones lógicas, como la edad en la que arrancamos, nos costó muchísimo. 

-¿Qué características tiene En mis manos el fuego?

-Son canciones mucho más nutridas y con personalidad. La meta del disco fue siempre esa búsqueda del sonido. Es una puerta que se nos abre para seguir laburando más que felices.

-¿Cómo te llevas con las críticas?

-Cada uno puede hacer su juicio de valor o de lo qué sea. A veces nos dicen que nos cambiemos el nombre, pero eso sería dejar expuesto todo ese camino recorrido. Me esforcé mucho todos estos años y escuché prejuicios estúpidos. Yo comparto la crítica, la acepto y no me la creo. Arrancamos imitando a Blink 182 porque en esa época nos copaba. Hoy en día nos gusta la música. Todo eso pasó porque agarraron a alguien más vulnerable, cuando es de lo más sano influenciarse de algún músico que te apasiona. Uno no nace siendo Spinetta. Es una búsqueda. 

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