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La Chilinga

Dani Buira: "Soy un saboteador de éxitos"

Cronista: Fernando Villarroel | Fotos: Gentileza prensa

17 de Diciembre, 2015

Dani Buira: "Soy un saboteador de éxitos"

El fundador y director habló de los veinte años de la escuela de percusión, del disco que están por de lanzar y de su mala relación con el director de La Bomba de Tiempo, Santiago Vazquez.

Daniel Buira es auténtico, no se calla nada y habla de todo sin ataduras. Aquel pelilargo que supo ser baterista de Los Piojos, hoy es el director de La Chilinga, una de las escuelas de percusión más importantes del país, y continúa conservando vivo su fuego sagrado. Buira no pretende que la gente baile al ritmo de su música, porque entiende que los sonidos que representa son la voz de los que menos tienen; este es el hombre que vive luchando al ritmo de su tambor.        

-Dani, pasaron 20 años desde el primer sonido de La Chilinga y aún siguen haciéndose oir. ¿Cómo se logra esto?

-Son 20 años y es todos los días. En los primeros tiempos sólo había una sede (El Palomar), y ahora hay seis; tampoco estaba la escuela, y en la actualidad se da clase durante toda la semana, de 16 a 22. Mientrás estamos hablando acá, hay ensayo en Saveedra, en Florencio Varela, en Lomas y en en resto de las sedes. Ese diagrama que está ubicado sobre aquella pared (señala una cuadrícula enorme dibujada sobre una cartulina) es un cronograma para saber qué está sucediendo a esta hora en las otras sedes. Creo que el éxito artístico se atribuye a que acá pueden tocar todos; esto es popular. De acá, nadie se va sin tocar. No tomamos examen, ni calificamos, ni tenemos niveles. Si a alguien le cuesta un poquito, vamos a tocarlo hasta que salga, ese es el espíritu de esta escuela.  

-Hablas de "la escuela" y vos sos su fundador y director...

-Es gracioso, porque cuando hablamos de La Chilinga siento que no hay disociación de mi persona. En la escuela, hay un programa de seis años al que lo he ido variando. Perdón (risas), un programa que la escuela fue variando y en el que se aprenden a tocar todos los ritmos de latinoamerica pero con el sonido y la impronta argentina. Porque nosotros tenemos un ritmo (no es rápido, ni agudo), es más bien grave y lo llevamos todos adentro. Por eso es que todos lo podemos tocar y no hay formas de que alguien fracase en el intento.  

-¿Cuán heterogénea es la composición de los integrantes de la escuela?

-Demasiado. Nuestra prioridad es que se formen grupos humanos; todos vienen de lugares diferentes: uno maneja un colectivo, el otro es médico, la otra es maestra jardinera, hay amas de casa y hay quienes no hace nada (risas). Sin embargo, se forman grupos hermosos y lo sentimos como a un equipo de fútbol, no tienen que ser todos buenos para formar parte, porque en un conjunto todos son importantes; están los que ordenan, los que tranquilizan, los que escuchan, los que hablan, los que aconsejan, los que tocan bien y los que lo hacen maso o menos.  

-Cuando te fuiste de Los Piojos, quizás en el de mayor éxito de la banda, formaste La Chilinga, esto de lo que hablás con tanta pasión ¿Te imaginaste la revolución social y el reconocimiento a nivel musical que lograrías?

-Siempre que hablo con alguien y recuerdo el momento en que formé La Chilinga, siento que en aquel momento ni empedo lo imaginaba. Yo vivo el día a día, porque no creo en aquellos que dicen “sí, yo apunté a esto”. Tuve fuerzas "raras", como de superhéroe; lo logré sin pensar en nada, por eso, a veces, sentí mucho miedo y no sabía si estaba bien por dónde estaba yendo. Estoy convencido de lo que hacemos y de que cuesta un huevo llevarlo adelante. Me siento muy pequeño en toda esta organización porque hubo mucha gente que aportó su granito para formar esto y la construcción fue colectiva, imaginate que, para mi, ésta es mi familia.

-¿Cuáles son los estandártes que levanta la escuela? 

-Los ideales están vinculados íntimamente a los de los Derechos Humanos, a los de las agrupaciones sociales, y lo hacemos sin banderas políticas, sin bajar línea de ningún tipo. Nosotros hemos acompañanado a la agrupación H.I.J.O.S., a las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, porque esos son los ideales de esta escuela.

-¿Cómo viviste estos años de kirchnerismo? 

-Me trataron mucho de oficialista y la palabra así sola suena rara. Pero me sentí bien siendo oficialista, porque mis amigos de H.I.J.O.S. y de Abuelas ocuparon puestos políticos que les permitieron transformar la vida a muchas personas; como así también tengo a amigos de toda la vida laburando en la secretaria y subsecretaria de Derechos Humanos. Conozco a gente muy sensible que labura en el área de cultura y con los que siempre voy a estar. Nosotros hemos ido a tocar a los actos de Cristina Fernandez de Kirchner y lo hicimos con gusto, porque creemos en lo que representa. En esta última campaña electoral también nos han llamado para que toquemos en los actos de (Daniel) Scioli y, por nuestras convicciones, no hemos ido. No nos interesan esas jugadas políticas, no vamos y listo.  

-Además de Scioli, ¿quiénes los llamaron para que participen de sus actos?

-Una vez, por algo así como 90 mil pesos de aquel entonces, nos llamaro para tocar en la caravana de (Eduardo) Duahlde y no fuimos, ni empedo. Nos han invitado para ir al programas de Marcelo Tinelli, al de Susana Gimenez y nunca fuimos. Nunca bailaríamos con un culo al lado. Ahí tenés la ideología de la escuela. En la época de carnavales, siempre nos llaman para que toquemos en la tele y nosotros no vamos, ni a palos. La chilinga son tambores en lucha, escucha lo que está pasando alrededor, nuestra música no se baila. Nuestros tambores, cuando terminan de tocar, aplauden a su público. ¿Te lo imaginás a Calamaro haciendo eso? (risas).

-¿Cómo nació la idea de grabar un nuevo disco?

-El último álbum, Banda Fantasma (2010), salió espontáneo. No me interesa el mercado y nunca le di bola. Lo que estamos por publicar es un compilado de los cinco discos anteriores, y lo hice porque mucha gente no conoce el trabajo y todo lo que hacemos en la escuela. Hay un tema inédito que grabamos con Vicentico, es una canción de de Bowie, y te puedo adelantar que es un auténtico hit, pero me da un poco de miedo.

-¿Te da miedo tener un hit?

-Y...un hit es el diablo. El diablo tiene cosas buenas y malas, tenés que estar atento a todo. Porque empiezan a aparecer los que nunca aparecieron, vienen los que nunca vinieron y se van los que siempre estuvieron, pero es una materia que tenés que rendir para consagrarte: lo hicieron los Stones, los Beatles, entre otros.

-¿Cómo creés que reaccionaría el grupo ante un éxito? 

-Creo que nos miraríamos y chocaríamos entre nosotros, no sabríamos qué hacer. No sabríamos si ir a la tele, o si tendríamos que tocar ese tema en todas las presentaciones. Si Vicentico tendría que acompañarnos a todos los shows o si tendríamos que contratar a un imitador (risas). Soy el principal saboteador de los éxitos. No me interesa ganar plata con esto, prefiero que le llegue la guita a otro.

-¿Tanto te preocupa? 

-Mirá, me acuerdo que en el año 97, había una batucada que iba a tocar siempre al programa de Nicolás Repeto y tiempo después se mataban entre ellos. Algunos de los chicos que formaron El Choque (Urbano) integraron aquella murga, pero ellos fueron los que vieron la luz y se supieron alejar a tiempo de todo eso. Es muy fuerte el éxito, empezás a ser esclavo de muchas cosas.  

-En actualidad, hay varias bandas de percusión, La Bomba de Tiempo, El Brote o la ya citada El Choque. ¿Cómo vivís este momento del género? 

-Bien, salvo por esos muchachos de La Bomba. Esos son unos traidores, son unos truchos. La última vez organizaron un festival nacional de percusión no nos llamaron. Son unos "genios". Lo que hicieron lo tomamos como una provocación pero, bueno, ellos son la "elite". El día que se hicieron los "sociales" y tocaron en la Villa 31 me broté, porque estaba claro por dónde iba cada uno. Ese pibe (Santiago Vázquez, director de La Bomba) iba escuchando Spinetta y yo iba por otro lado, más de lucha. La otra vez, vi un recorte de una nota que había guardado mi madre, en la que yo hablaba de los trabajos sociales que hacíamos y los problemas de la calle, y él, en un recuadro chiquito, hablaba de que queria traer a tocar al país a un nigeriano a Niceto. Y así eran nuestros caminos, él me trataba de bruto y de grasa, pero bueno.  

-¿Cómo ubicas a La Chilinga en la escena?

-Lo sentimos un semillero porque antes de nosotros no había nada. Me pone muy contento el presente, pero se que fue un laburo de la concha de la lora el que hicimos para llegar hasta acá; no tenemos mucho tiempo para disfrutar, porque esto es día a día y sé que hay muchos percusionistas que tocan mejor que yo, pero siento que lo que hicimos acá fue generar una escuela.

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