Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
Seguinos en
Banner

Fernandez Pereyra

Papá rock nos enseñó esa libertad, de la cual él mismo luego renegó

Cronista: Nahuel Perez | Fotos: Gentileza: Prensa

09 de Abril, 2015

Papá rock nos enseñó esa libertad, de la cual él mismo luego renegó

El encuentro no se dio en un bar, ni en alguna esquina de Buenos Aires, pero sucedió. Fernandez Pereyra es un ser que existe en más de un lugar, y en alguna plaza, estación o avenida está él haciendo música. Su disco Sexo y Política no es todo lo que tiene para decir, pero hay más que suficiente. El sábado 11 de abril se va a presentar en el Rincón Casa Cultural para cantar de esas dos cosas de las que no se hablan en la mesa, pero que dan nombre a su primer álbum.

Se ríe cuando habla, no siempre, pero su carcajada es sincera… y clara, igual que sus letras. Él lo sabe y está dispuesto a recordárselo a quién sea que algo tan obvio se le escape. Igual, es generoso en la respuesta y no te niega nada; ni un cigarrillo, ni una explicación, aunque él no fume, y la aclaración no haga falta.

Según dice, no pretende llegar a nada con su disco, porque “no es una carrera, es un devenir”, pero tiene presente que lo popular, que es lo suyo también, es simultáneamente campo de batalla y territorio en disputa, según sus propias palabras. 

Acá está él, embarrado hasta la sien de toda esa pugna, los dientes perlados detrás de esa sonrisa, aunque los tenga manchados de alquitrán.

-¿Durante qué período de tu vida compusiste Sexo y Política? ¿Qué sucedía a tu alrededor? ¿Qué estabas mirando?
-El disco lo compuse durante los últimos diez años y sus canciones representan distintas etapas de mi vida. Por supuesto que tengo otras compuestas durante el mismo período que quedaron afuera, y que estas en particular fueron elegidas por considerarlas, de alguna manera, una buena carta de presentación. Por lo demás, lo que sucedía a mi alrededor son las mismas cosas que le sucedieron, seguramente, a casi toda la gente que conozco; amores, desamores, el sexo, la eternas novedades de la explotación del hombre por el hombre, la utopía de la empatía y la comunicación humana. Sólo que yo compongo canciones en base a eso que pasa a mi alrededor y la otra gente, o no compone canciones, o si las compone se inspira en otras cosas, ni mejores ni peores en términos artísticos, pero sí distintas.

-¿Cómo se fue habitando el universo musical del disco? ¿Representa la música que escuchás o estudiaste, o es resultado de un esfuerzo estético por alejarse de las fórmulas? ¿Es acaso un gesto irónico?
-Es un poco de todo. En principio, música pude estudiar poco y nada por circunstancias de la vida y alguna que otra falencia personal, a menos que ser más o menos melómano y analítico cuente como estudioso. Eso sí, soy orejero; para mí las cumbias no son cumbias, son aires de cumbia, los tangos no son tangos, son aires de tango, y así. Es también un esfuerzo por alejarse de las fórmulas. Amo a todos los géneros musicales de raíz popular pero no me caso con ninguno. No siento necesidad de hacerlo, y me parece que lo quiero decir se expresa mejor en la variedad, la libertad, el eclecticismo y el libertinaje sonoro. Vengo del rock. Está claro que papà rock nos enseñó esa libertad, de la cual él mismo luego renegó. El caso es que ya no soy un adolescente musical, y no quiero reprocharle más cosas a mi “viejo” musical. Me quedé con lo mejor que me enseñó y descarté lo otro, como debe ser, y le tributo amor eterno por haberme engendrado y haberme cobijado en su seno largos años, hasta que decidí independizarme de su yugo inmovilizador, como tantos otros de sus hijos. Y también es irónico, claro. Implícitamente, muchos temas hablan del género que los inspiran. La letra de Paraguayita no sólo habla de insumisas empleadas domésticas, sino también de la cumbia, implícitamente, de lo que pienso de las letras de cumbia en general, lo mismo para La novia de Dorian Gray y su relación con el tango. Más seriamente y sin ironías, lo mismo vale para Negra y su relación con el blues y la copla. Common people es la más irónica: no hay nada que deteste más que la pseudo bossa electrónica.

-Muchos quieren vivir de la música, pero pocos se atreven a hacerlo por fuera de los márgenes de una industria que brinde ciertas garantías y comodidades. Vos venís de tocar en plazas y en estaciones de subtes. ¿Qué relación existe entre tu música y el espacio público, el tocar para los transeúntes, la “gente común”?
-Es sencillo en realidad. En una sociedad capitalista y estratificada en diversas jerarquías y clases como en la que vivimos, los llamados espacios públicos son los únicos en donde, simultáneamente, pueden llegar a convivir personas de muy diverso origen y status social. A mí me gusta que mi música, y la de cualquier otro artista en el que yo crea, ya sea su estética similar a la mía o no, circule y que rompa los cercos mediáticos, atraviese los guetos sociales y refute a la gran industria del prejuicio que es el marketing. Además me gano dignos morlacos. Admito que cantar canciones de laburantes, pungas en crisis existencial y chicas ricas curiosas por la vida proletaria en un tren del conurbano le agrega a todo cierto halo de coherencia, pero si escribiese letras como las de Spinetta, y le cantase a los valles de eterna sal, saldría a los subtes, trenes y plazas lo mismo, por las razones antes planteadas.

-Al escuchar el disco, la idea de “marginalidad” me viene a la mente constantemente. Desde los géneros musicales que lo integran, alejados muchos de ellos de lo que “abunda”, con personajes para nada mainstream, sin ningún tipo de edulcorantes, e incluso encuentra el modo de pintar aquella cultura que margina desde este cosmos que es Sexo y Política. ¿Cuál es tu relación con los marginados? ¿Qué llama tu mirada hacia ellos?
-Los marginados, la marginación en sí, la explotación del hombre por el hombre, la injusticia, la discriminación, son todas cosas que me duelen, por lo general en las tripas. Y como me duelen, me importan. Yo sólo sé escribir de las cosas que me importan. Por cierto, la existencia de eso que llamamos "mainstream" también me duele y me importa, las dos caras de la misma moneda, ¿no? Y también le dedico sus buenos versos, le tiro piedras más bien. Y sí… para ser un clase media progre y consentido, tengo bastante "calle", y destaco las comillas con que lo digo. La vida siempre me ha empujado a las calles, a laburar como docente en las villas, a tocar en el subte y ser colega de los vendedores de Carilinas y a relacionarme con los chicos de la calle, a dar clases en unidades básicas intercambiar miradas del mundo con militantes villeros, militar ahora mismo en un frente de artistas ambulantes organizado y a aborrecer a las estrellitas del arte. Cuando lo pienso, me causa gracia haberle encontrado un sentido constructivo a mi fanatismo adolescente por Kurt Cobain. Siempre le escapé a mi destino seguro de acomodado universitario, y lo seguiré haciendo, hasta que la muerte me separe de este mundo.

-Según un análisis de Sexo y Política de Joaquín Correa para “Puesta en escena”, publicada el 7 de noviembre de 2014, “Si Sexo y política es un manifiesto, ‘El Poeta’, su primera canción, es su declaración de principios”. ¿Estás de acuerdo?
-Es una declaración de principios, sí, pero no la única del disco. También es una parodia, y un delirio cuasi paranoico, qué se yo... creo que la mayor declaración de principios es haberla puesto al comienzo del álbum.

-¿Qué tenés preparado para tu presentación del 11 de abril en el Rincón Casa Cultural?
-
Alto show. Palabra. Y no digo más. Puedo responder entrevistas como un intelectualoso cualquiera, pero también soy, puedo, pretendo, intento y soy un tipo divertido. La verdad es que sin humor y sin placer no hay nada.

TODAS LAS FOTOS