Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Andrea Alvarez

“En este país si hacés lo que te gusta y ganás plata quedás mal”

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Beto Landoni

30 de Marzo, 2009

“En este país si hacés lo que te gusta y ganás plata quedás mal”

La cantante, baterista, percusionista y compositora Andrea Álvarez presenta el próximo jueves 16 de abril en Niceto su disco “Doble A”. En una cálida charla con El Bondi, la ex percusionista de Soda Stereo y Divididos, entre otros, nos adelanta algunas particularidades del show, y también comenta lo difícil pero encantador que es tener un proyecto propio en estos tiempos, a la vez que recuerda sus primeros pasos en la música desde muy pequeña.

-Vas a presentar el disco en Niceto, que es un lugar grande, casi para mil personas…
Es un show promo, que yo creo que por como se fueron dando las cosas el disco se lo merece, por eso elegí Niceto. Pero sí, es grande…

-Bueno, vos estás acostumbrada a tocar en lugares mucho más grandes…
Sí, pero ahora es distinto totalmente y además mucho más divertido. Pero la música es lo primero para mí, y yo pienso en que va a ser un show de música y no tanto en qué me voy a poner.

-Obviamente.
No tanto, la mayoría hace al revés. Yo lo pienso también, pero no va a ser prioridad. Le voy a dar mucha bolilla a las luces, voy a hacer un slide de fotos para cuando la gente entre, van a estar todos los que estuvieron en el disco. No voy a tocar todo “Doble A”, voy a mechar con los demás discos.

-Primero fuiste baterista y después llegaste a la percusión, ¿cómo surgió esa búsqueda?
Fue en Estados Unidos. A mi no me llamaba la atención, es más, la subestimaba. Decía que cualquiera que tocaba la batería podía tocar la percusión y me di cuenta de que era un mundo totalmente distinto. Empecé por una cuestión laboral, porque viviendo en Nueva York vi que la última tendencia era la incursión de percusionistas en las bandas, y de esa manera podía encontrar mejores trabajos, y de hecho fue así.

-Claro, tus trabajos más masivos fueron como percusionista…
Si, yo primero prefería tocar la batería con las bandas, pero después cuando empecé a tocar para mí, eso no lo se lo quería dar a los demás, salvo cuando toqué con Divididos. Es lo que me pasa ahora, no tengo ganas de tocar como baterista de otra banda o de un solista porque es lo que considero que yo mejor tengo y entonces me lo guardo para mí. Por supuesto depende de quien me lo proponga, y además me gustaría tener otra banda como proyecto paralelo para tocar. Por ejemplo, Jack White, uno de los músicos más grossos que hay en el mundo, tiene tres bandas. A mi eso me encantaría, pero claro, ellos ganan plata al hacerlo, acá no se puede, acá perdés.

-¿Cómo convivís con ese dilema económico que surge al tener un proyecto propio?
Yo no gano plata tocando con mi banda. Yo vivo de otras cosas, de dar clases o de tocar como músico profesional. Y cuando uno tiene la banda, en los shows tiene que pagarle a los que tocan con uno, que no son creadores de ese proyecto que tiene mi nombre. Y la verdad es que la cuenta de lo que uno puede cobrar las entradas por la gente que puede entrar en los lugares no cierra.

-Sobre todo con los precios que tienen ahora los lugares…
Yo estoy en contra de eso, es una barbaridad, no existe. Lo pueden hacer bandas que no tienen gastos, pero yo no puedo hacerlo. Igual lo sigo haciendo. A mí me cuesta mucho, y si sumo el gasto de volantes, afiches, etc…

-Arrancás en número negativo para intentar llegar a cero.
Sí, ojalá llegara a cero. Pero uno lo tiene que tomar con humor. Yo creo que acá en Argentina el músico no registra que la música es un negocio, y sin música no existiría tal; y los que se llevan más plata no son los músicos. Lo que pasa es que es tan lindo tocar que uno siempre tiene ganas de hacerlo, más allá de la parte desagradable y de que esté todo mal. Siempre terminan saliendo esas ganas de tocar, porque a todos nos gusta y no podemos estar sin tocar, y aparte acá en el país hay una gran culpa con el tema del trabajo y el displacer. En este país si hacés lo que te gusta y ganás plata quedás mal. Y si encima sos mujer, peor.

-¿De esta manera es que se justifica el hecho de tocar igual?
Exacto. Además si no tocás vos hay una fila de veinte bandas atrás tuyo que lo van a hacer, y van a tocar gratis, o incluso perdiendo plata. Y no es culpa solo de los boliches, porque tal vez al dueño le encantaría hacer los shows pero no le cierran los números. Lo normal sería que los lugares contraten a los músicos, que es lo que pasa en todos lados, y que la gente pague entrada y aprecie todo lo que uno trabajó, porque cuesta plata ser músico, los instrumentos cuestan, todo cuesta. Y la música se termina cuando uno se la da a otro, por lo que siempre es necesario tocar. Va más allá del ego, la canción se completa cuando vos la estás compartiendo. Lo que pasa es que uno no puede pedir que en la música se reaccione distinto a como se reacciona en el país en general.

-Históricamente existe el prejuicio hacia las mujeres en el rock. ¿Ves alguna evolución con respecto a esto con el transcurso de los años?
Va cambiando como cambia la sociedad, pero con el género femenino no es que no pasa nada, la verdad es que pasa siempre. Yo huelo eso, a las personas que son misóginas, que tienen problemas con las mujeres, no sé como explicarte pero lo huelo. Es un registro energético, así como un negro registra a alguien que es racista aunque diga que no lo es, no hace falta la palabra. La palabra no es lo que más importa, hoy en día no existe la palabra. Hay una vibración que uno se da cuenta y además hay estadísticas y estudios que lo demuestran.

-¿Y fue siendo diferente con el tiempo?
Es diferente, no sé bien si es porque yo tengo otro peso y otro poder entre comillas, o porque cambió la sociedad. En la industria de la música del mundo es diferente. Hace mucho estaba Joni Mitchell que es una genia, y estuvo subvaluada totalmente, pero hoy en día las número uno en ventas son mujeres, y ellas participan, tienen mucho que ver en la parte artística a todo nivel. En Argentina todavía no se da, es más lento todo el proceso.

-Ya de chiquita estabas inmersa en la música, ¿cómo fue ese mecanismo de absorción?
Es lo mismo que hago yo con mi nene: así como uno trata de alimentarse con la mejor comida, el alimento también viene por otros lugares, en mi casa se preocupaban por eso. Estaba todo dado naturalmente para que yo salga así, mis viejos si bien no eran músicos eran consumidores de arte y yo aprecio mucho eso que me dieron: no sé lo que es no tener todo eso, como así tampoco sé como es no hacer música o leerla, porque lo sé desde que tengo cinco años.

-¿Qué instrumento fue el primero que aprendiste?
La flauta, pero no en el colegio, tocaba en una orquesta de cámara, música clásica, tocaba re bien la flauta y el clarinete. Hoy en día de esos instrumentos mucho no me acuerdo, pero en algún lugar queda todo eso porque compongo las canciones encima de la batería, y arriba hago las melodías, e incluso partes de las letras, y sé por donde van los acordes, toco un piano, me fijo las notas y me doy cuenta de qué notas van y se las paso a los músicos, pero no lo sé formalmente. La parte rítmica sí, es lo que más sé, y de hecho es lo que enseño.

-¿Te condiciona un poco lo que le pueda llegar a gustarle al que escucha?
No, a mí no me condiciona en nada por suerte. A casi todo el mundo le pasa, el músico en general trata de complacer al otro, necesita ser querido y complacer porque no se banca que alguien digo que no gusta de uno. Yo no me puedo hacer problema por eso, porque a mí no me gusta casi nada, tengo cosas muy definidas que me gustan y lo demás, cada año me gusta y me importa menos (risas).

-¿Y te ha pasado de entrar en bandas que no sabías que podía llegar a pasar con tu gusto?
En casi todas me pasaba, muchas no conocía, a Los Tipitos no los conocía y los re quise. Los Rodríguez no me gustaban y fui y me encantó. Lo que pasa es hay como una comunión cuando tocás, y ahí me llevo bien, les tomo mucho cariño, no te digo que pongo los discos pero me gustan las canciones y verlos tocar.

-¿Y con bandas que te gustaban mucho de antes pudiste tocar?
Con Divididos. Más que nada tocando la batería, porque la percusión en bandas de rock es un accesorio, no uso mucha materia gris para tocarla. Es más fácil, me gusta y la paso bien, pero a mí me gusta hacer algo más contundente. No es lo mismo hacer algo que sabés que si no estás funciona igual, a hacer algo que si dejás de hacerlo no existe la canción. Igual está buenísimo obvio.

-¿Qué música escuchabas de chiquita?
María Elena Walsh, y la iba a ver en vivo, tenía una banda alucinante. Me llevaba mi mamá. Después fui a ver a Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, y de muy nena, a los siete años, empecé a escuchar rock. Más o menos a los quince, uno de los primeros shows que vi fue Pastoral, me acuerdo que me dio un beso y no pude dormir por cinco días, yo tenia un póster y para mi era lo más hermoso. Después vi a Charly García, a Invisible, festivales de jazz muy importantes. Me acuerdo mucho de esos shows, con mi hermano estábamos muy enfocados en la música, nos re preparábamos, teníamos muchos discos, colecciones de vinilo. Ahora con mi hijo hacemos también ceremonias de escuchar música, pero música de verdad, eh.

-¿No te pide cada tanto escuchar algo que le tengas que decir “no nene”?
No, porque le gusta The Who, Ramones, Kiss… Ve mucho el canal VH1, y miramos todos los rankings.

-No escucha La Mega…
No, escucha radio Kabul y me dice “ese es Hendrix, ese es tal”, sabe mucho, ahora toca la guitarra y un poco la batería. Toca así nomás, para él es un hobbie, pero le gusta muchísimo, está ahí con sus remeras, e iba a al colegio y me decía “mamá ¿cómo puede ser que no sepan quién es Joey Ramone? ¡No entienden nada!”.

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