Los Pericos
“Cada tanto nos gusta hacer un reseteo”
28 de Noviembre, 2008
Juanchi Baleirón, Diego Blanco y el Topo Raiman se hicieron un tiempo para conversar con El Bondi sobre “Pura vida”, el nuevo disco de estudio y viajar un poco sobre la historia de una banda que sentó las bases para la que hoy en día es una de las movidas más fuertes dentro de la escena rock. La vieja casa del Topo, acondicionada como centro de operaciones perico, es el cálido ámbito en el que se ensaya, se produce, se graba y se atiende a la prensa.
-¿Tiene ventajas laburar en estas condiciones?
Topo: Un poco te relaja y está bueno, pero por otro lado te cuelga también y necesitas que alguien te baje una línea de tiempo. Igual, más allá de la grabación, hay otras etapas como la masterización o la mezcla, donde tenés un tiempo lógico de trabajo.
Diego: Sí, pero las ventajas de tener tu propio lugar son infinitas, está buenísimo, podes probar muchas cosas, estás grabando y otro está cocinando, se generan ese tipo de climas.
-¿Ese clima se traslada a la hora de componer?
Topo: Hay varias formas, a veces sale algo en conjunto y otras de cada uno, así que decidimos hace tiempo firmar las canciones como del grupo, porque si bien son de cada uno de nosotros generalmente lo que vos escuchás es grupal.
Juanchi: Sea de uno o de otro, todos somos Pericos, y cada uno tiene un tema en el disco. Antes capaz componíamos de otra manera, más establecida, y en cierto modo funcionaba en el punto artístico. En esta etapa nueva, no significó sólo un cambio de actitud o vocal, sino también en la forma de componer, porque encontramos muchas más herramientas de las que teníamos antes. Cada tanto nos gusta hacer un reseteo, en este caso por ahí es más visible por la partida de Bahiano, pero en la carrera de Pericos hay diferentes quiebres.
-¿Por qué eligieron a Cachorro López y a Pablo Romero como productores de algunas canciones de “Pura vida”?
Topo: Nos gustaba la idea que el disco tuviera varias ondas dentro de una idea más general. En un principio queríamos cinco, pero al final nos quedamos con Pablo y Cachorro, les mostramos un montón de canciones y dejamos que ellos eligieran las que querían producir.
Juanchi: Cachorro fue más buscar la estructura de la canción y el perfil más pop; y Pablo era un poco más de romper, más inquieto.
-Con tantos años en la música y siendo además productores, ¿son de acatar las órdenes de un productor o las discuten?
Juanchi: Es que ahí no importa lo que hiciste antes, es la necesidad de ser producido. Elegís en función de un resultado, pero también es una forma de trabajar mejor en el proceso, porque siempre tenés la cabeza mitad de artista, mitad de productor. Así podés relajarte, yo me sentí totalmente cómodo en el proceso de ser guitarrista y cantante, y te permite olvidarte de lo que es ser productor, lo agendístico que es terrible. Diego laburó bastante más, porque hizo la ingeniería…
-¿Es más complicado grabar o producir a otra banda o a la propia?
Juanchi: A la propia, porque en una banda hay que mantener la unión y el equilibrio, si uno se pone en poronga genera una fricción al pedo que puede ser nociva.
Diego: Yo creo que, al nosotros también ser productores, aprendés lo que es el rol, entonces te abrís más. También se da que la persona que viene a trabajar con una banda como Pericos, que producimos y tenemos cierta trayectoria, sabe qué detalles va a tener que laburar y cuáles no. Cachorro nos dijo “yo sé como suenan ustedes, vamos a trabajar sobre las estructuras de canciones”. Y Pablo lo mismo, si bien tienen dos estilos diferentes.
-Desde la tapa y el corte (“Lindo día”) da la sensación de ser un disco muy relajado…
Diego: Sí, es un disco más playero, más simple en un aspecto, más directo y con el típico sonido perico. Son canciones que nos gusta tocar en vivo y queríamos que todo el disco se pueda tocar, que no haya tanta cosa experimental. Hemos hecho discos de esa otra manera y capaz en un futuro volvamos, pero ahora teníamos ganas de hacer algo más directo.
-Juanchi, con el tiempo se vio una evolución como frontman, desde aquella aparición en el Quilmes 2004 hasta los últimos festivales. ¿Es algo en lo que trabajás especialmente?
Juanchi. Obviamente al principio el rol de guitarrista y cantante era complicado, y la guitarra era como un escudo, un ancla, de la cual me agarraba y me clavaba en el escenario. Pero la música de Pericos va de la mano de la arenga, y eso lo tiene que manejar alguien. Así me fui adaptando lentamente al rol, sabiendo que tenía que hacer la mía, y sin comparar con lo que hacía el Bahiano, aunque sabía que las comparaciones iban a venir. Pero fue muy lento, los chicos me ayudaron y estos últimos años me siento más fuerte.
-¿Tienen pensado algo especial para el sábado? Uno asocia a La Trastienda con algo íntimo o acústico
Juanchi: No, va a ser polenta. Intimo, enchufadísimo e hiperactivo.
-¿Cómo hacen para meter los temas nuevos en un repertorio con tantos hits?
Topo: Armamos las listas según el show: Si tocás en un festival con poco tiempo, hacés una cosa, si es un show largo es otra cosa, si venimos tocando seguido en una ciudad podemos cambiar temas. Pero hay canciones que siempre tienen que estar.
-¿No se cansan de tocar esos temas que siempre tienen que estar?
Diego: No, a veces te lo marca la gente, cuando lo estas tocando y ves que ni arriba ni abajo del escenario pasa demasiado Pero se renueva, “Me late”, la tocamos mucho y en un momento paramos, después fuimos a Venezuela y nos recopamos tocándola. O temas del primer disco que son súper hits acá no lo fueron en América hasta la aparición del “1000 vivos”.
-Hablando del primer disco, da la sensación de que la pegaron enseguida. ¿Fue realmente así?
Juanchi: Como Los Pericos tuvimos 4 o 5 shows de under. El Bahiano entró a la banda en mayo del ‘87, grabamos un demo en junio con “El Ritual de la banana” y “Jamaica Reggae” y en septiembre estábamos grabando el disco. En marzo fue Disco de Oro, y en setiembre del ‘88 llegamos a Obras, con lo que significaba en ese tiempo. Una locura, en menos de un año estábamos hasta en la sopa. Veníamos con una onda rara, éramos pendejos, hacíamos algo diferente, en un inglés raro…
Diego: Nadie sabía como pronunciarlo, reggai, rigguei, riggi, de cualquier manera menos reggae. Cuando una banda crece muy rápido sin mucho cimiento under, después se te corre el piso y viene la caída y hay que bancarse ese momento.
-Me acuerdo que era un disco que escuchaban los chicos cuando no era como hoy: a los 10 años ningún pibe escuchaba rock…
Juanchi: Estuvimos muy expuestos, hasta aparecimos en “El profesor punk”, la película con Porcel. No lo pudimos controlar, éramos pendejos y los managers de ese momento queríamos que toquemos a morir y nosotros no queríamos parar, estábamos al remango. Imaginate que te pasa eso con tus amigos, a los 20 años, es muy loco, te llueve todo. Pero salimos bastante bien de esa, a pesar de la exposición.
-¿A qué atribuyen el boom actual del reggae, que sucede bastantes años después de aquel primer álbum?
Juanchi: Yo no veo como un boom, es algo que entró más lento y se irá más lento si se tiene que ir. Aquello era una bola confusa de éxito y quilombo. Pero desde “Big Yuyo” (1992), Los Cafres más hacia el 2000 y muchas otras bandas que fueron construyendo una entidad menos vertiginosa, hay un gran momento. Si bien Cafres es lo más fuerte, Nonpalidece está muy bien y hay diferentes bandas y estilos dentro de lo que es el género: raggamuffin, ska instrumental, reggae de raíz, tipos que pasan música…
-¿Qué lugar ocuparían ustedes dentro de ese espectro?
Juanchi: Nosotros ponemos la energía porque a veces un festival de reggae se puede tornar muy chato, como que el género tiende a mantenerse en una línea de la que el reggae de raíz no se aparta. Y cuando subimos damos vuelta todo, nos gusta hacer quilombo con el estilo nuestro.
-¿Cuándo sintieron que eran una banda clásica, que habían alcanzado un nombre más allá de las modas y los hits?
Juanchi: Después del primer éxito vino un bajón. Con “Big Yuyo” (1992) levantamos de vuelta, y el grupo empezó a trascender fuera del país, hubo más respeto. Nunca lo pensé, pero ahora que lo preguntás, creo que con “1000 vivos” (2000), que tenía clásicos de más de diez años en un solo álbum.