Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Karma Sudaca

 “El rock es revolución por la revolución misma”

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

27 de Junio, 2007

 “El rock es revolución por la revolución misma”

Desde los valles calchaquíes, Karma Sudaca trae a Buenos Aires no sólo lo carnal de su sonido, sino también una revalorización del mensaje y de lo que el rock significa.

Hace diez años, Tony Molteni probablemente fantaseaba con tocar en Buenos Aires mientras su voz empezaba a darle forma a los primeros temas de Karma Sudaca en una sala de ensayo perdida en el medio de Tucumán. Sin embargo, el viernes por la mañana nos esperaba, café de por medio, en un bar de Avenida de Mayo, preocupado por curarse del resfrío que le trajo el invierno porteño justo un día antes del primer show propio en la Capital.

El camino de los tucumanos fue, de alguna manera, inverso a lo que indica el “manual del rock”. Se hicieron de un nombre en el interior y recorrieron prácticamente todo el país antes de llegar al puerto de Buenos Aires. “Arrancamos en nuestra provincia y después seguimos por el norte, porque era lo que nos quedaba al alcance de nuestra humilde maquinaria. Nos empezó a ir muy bien en Jujuy, Santiago, Catamarca, Salta... todo eso nos dio confianza para seguir avanzando. Fuimos llegando a Córdoba, Santa Fe, Rosario, a Santa Cruz en el sur. Y desde hace un año y medio más o menos, la idea es tratar de venir acá una vez por mes a ver cómo nos va. Arrancando de cero. No queremos ocupar el lugar de nadie, sino ganarnos nuestro propio espacio”.

En esos diez años, donde la banda mantuvo siempre su formación original, el aspecto humano parece haber sido parte esencial en el progreso de los tucumanos. “Somos una banda de doce tipos: cuatro que suben al escenario y el resto que labura con nosotros desde el primer día. Al principio nos parecía imposible llegar a hacer un show donde vayan seis mil personas, fue un trabajo muy duro, pero siempre estuvimos convencidos de lo que sentimos, de lo que hacemos, de lo que decimos y cómo lo decimos. Sabiendo siempre que es tan solo nuestra humilde verdad y nada más, pero creemos y estamos convencidos de eso”.

¿Creen que ustedes pueden ser los que “abran el camino” para las bandas del interior?

A mi me sorprendió la cantidad y calidad de bandas que hay en todo el norte y el interior del país. Espero que todo este esfuerzo que estamos haciendo nosotros sirva para que algún día una banda del interior pueda estar en los primeros planos. Creo que el interior se lo merece. La gente se siente orgullosa de sus bandas, siente que la representan, y está bueno porque se va haciendo mucho más federal.

¿Cómo se explica que una banda, como fue el caso de ustedes, comparta escenario con Horcas y Almafuerte, y al mismo tiempo con La Mancha de Rolando o Kapanga?

No te sabría explicar cuál sería la razón, pero lo cierto también es que el sonido de Karma tiene un poco de todo eso. No de esas bandas en sí, pero de todos esos ritmos. Y yo respeto a todos esos grupos, porque más allá de que los estilos musicales son distintos, vivimos y sentimos la música de la misma manera. Y lo que te une es eso, cómo vivís y cómo transpirás la camiseta.
Nos pasó que en los primeros festivales que hacíamos siempre caíamos en la fecha heavy. Pero cuando ves a la banda en el escenario te das cuenta que no. Karma es una banda de rock en el sentido más amplio de la palabra, porque tenemos cosas del heavy metal, tenemos cosas del hard rock y también cosas de folclore. El show de Karma es como remorar viejas bandas de los ’70: sonido fuerte, tracción a sangre y que la gente sienta esa furia que tiene la banda.

En ese sonido también se mezclan muchas cosas de folclore o ritmos autóctonos. En los discos  de Karma hay palo de lluvia, bombo legüero, algún charango… ¿A qué se debe eso?

Lo que a nosotros nos pasó fue muy loco, porque yo no recuerdo haber escuchado un disco de folclore entero en mi vida. Un día yo llegué con un tema, y me mira el baterista como sobrándome y me dice: “es una chacarera”. Y ahí nomás agarró la guitarra y lo tocó con ritmo de chacarera, entonces le digo: ¿Uy, qué hacemos? “Está buenísimo, lo toquemos”. Y salió. Se ve que por más que uno no haya escuchado mucho, al vivir ahí en el norte, lo sentís y lo transpirás. Está en el aire y forma parte de tu vida.

Dentro de un mes están entrando en el estudio a grabar el nuevo disco ¿Cómo lo preparan?

Tratando siempre de que haya un crecimiento de un disco a otro, o al menos intentarlo. Lo que siempre queremos mantener es esa columna vertebral de Karma Sudaca, que es una banda carnal y donde hay que respetar esa furia y esa fuerza de guitarras que hacen a la banda. Pero a su vez, siempre cambiando y tratando de buscar la vuelta a que cada disco sea distinto. Nosotros aprendemos mucho de los propios errores. Cuando escuchás el disco siempre encontrás cositas que podrías haber hecho y no hiciste, y por ahí también se crean los cambios.

En “Furia Interior” contaron con la producción de Ricardo Mollo ¿Hablaron con él de nuevo?

Más allá de ser el productor, Ricardo nos dio una gran mano y nos ayudó muchísimo. Además lo hizo de manera desinteresada, la verdad es que fue muy emocionante lo que hizo, aprendimos muchísimo y no nos da para joderlo de vuelta pobre. El colorado y yo lo queremos producir, pero falta que los otros dos nos digan que sí. Queremos dar ese pasito, vamos a ver si nos dejan.

Vos hacés hincapié en la importancia del mensaje. En ese sentido, ustedes transitan lo que fue un poco la escuela y la lírica de los ’70 aludiendo más a metáforas que la puntual o explícito.

Yo creo que cada uno dice las cosas como verdaderamente le gusta decirlas. Yo pienso que cuando a la gente le das las cosas masticadas, por más que en el momento sea más efectivo, como no te llevó nada entender ese mensaje, entró por una oreja y te salió por la otra. En cambio, siento que cuando vos al mensaje lo tenés entender y desmenuzarlo, te abre más.
No digo que esté mal si se hace de otra manera, pero creo que la esencia del rock and roll es eso: la revolución por la revolución misma. Libertad. De opinión, de pensamiento, es la columna básica.

Siempre está el riesgo de que lo agarren para otro lado, Cerati por ejemplo comentó una vez que el escribió “Té para tres” pensando en sus viejos y alguien le preguntó si lo había hecho por triángulo amoroso. El mismo Spinetta tuvo que aclarar varias veces que “El anillo del Capitán Beto” no estaba inspirada en el Beto Alonso ¿Les ha pasado algo así?

Hay un tema que se llama “Buscándote entre las sombras”. La letra está escrita para mi vieja que ya no está, y que durante años había querido hacerle una canción y tiré papeles y papeles hasta que un día vino el Colo con la guitarra, me mostró algo y dije: ése el tema para mi vieja. Ese mismo día a la noche ya tenía escrita la letra, la canción misma me lo dictó. Después en una radio en Salta me dijeron: “Queremos hablar con vos del tema que le escribiste tu novia que se suicidó…” Yo no entendía nada, puede que sea un desastre pero nunca dejé tan mal a una novia… (Risas).

Sin embargo, ustedes han sabido utilizar esos recursos también a la hora de contar historias, como “El Hombre de la Basura” o “Fantasma Urbano”.

Si, más allá de la simpleza del relato, tenés que llegar a la historia que hay detrás de eso. Hay una realidad que duele muchísimo y se nos está haciendo cayos. La miseria, los pibes de la calle, un chico que duerme debajo de la lluvia tapado con un cartón y para la gente ya forma parte del paisaje. Es una realidad muy dolorosa y a nosotros nos surge eso: si hay sangre tiene que doler. Y a través del dolor podrá venir el cambio, porque si nos acostumbramos a saltar a los pibes que duermen en la calle no lo vamos a cambiar nunca. Si sentimos ese dolor, esa injusticia, tal vez así llegue la manera de cambiar esta realidad. Pero hay que mirarla, no hacer la vista hacia un costado. Nos estamos acostumbrando a nivelar para abajo y eso está mal.

¿Sentís que la música tiene en cierto sentido la responsabilidad de pasar ese mensaje?

Si, pero creo que hay que buscar las historias para que no caigan como una demagogia, sino mostrar que somos cuatro tipos que creen en que las cosas pueden ser de otra manera. Creo que puede venir el cambio, a través de la honestidad individual, que cada uno sea honesto con lo que hace. Yo creo en un mundo mejor, sinceramente, sino no estaría cantando, estaría en mi casa encerrado viendo un programa de Tinelli.

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