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Masters of Rock 2025: Los monstruos más grandes del heavy metal en Tecnópolis

El predio de Villa Martelli fue el escenario para la nueva edición del festival que trajo a bandas del calibre de Opeth, Queensrÿche, Savatage, Europe, Judas Priest, entre varias nacionales.

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El Masters of Rock 2025 tuvo varias particularidades, que se dieron desde una mayor cantidad de grupos, tanto argentinos como internacionales, a diferencia de la anterior edición, que tuvo lugar en 2023, hasta un imprevisto que ocurrió para el cierre de la noche que obligó a cambiar los planes a último momento.

Aunque la participación no fue la esperada, una multitud de personas vino desde diversos puntos del país para vivir una fiesta de heavy metal que estaba planificado desde el mediodía hasta la medianoche, en dos secciones: la parte nacional, con siete bandas y la parte internacional, otras seis agrupaciones que empezaron desde la segunda mitad de la tarde hasta bien entrada la noche.

El hard rock de Renzo Leali fue el que empezó a calentar los motores en el escenario, un artista emergente que inició su camino en la música con un EP, Flores de Cristal, publicado en 2024 y un puñado de singles. Poco tiempo después fue el turno de La Carga, quienes aumentaron la velocidad de los riffs para que siga Tandem. 

La concurrencia aumentaba, al igual que la potencia sonora, conforme avanzaba la tarde, esta vez con el thrash de Against, para dejar a los y las presentes Entre el Cielo y el Infierno. De la misma manera que hace dos años atrás, Horcas tuvo su segunda aparición en esta fiesta y detonó todo su poder antes de que llegue el particular dúo OnOff con su sonido generado por la batería de Javier Herrlein y Poly Pérez en stick.

Desde Suecia, Opeth y su metal progresivo iniciaron la sección internacional del banquete cuando el sol iluminaba completamente los dos escenarios montados dentro del predio de Villa Martelli, mientras el afluente de fanáticos continuaba su flujo en el campo, vip para quienes pudieron y general para buena parte de la concurrencia. Una gran porción del público fue por Judas Priest, Scorpions, según declaraciones de diversos asistentes a Revista El Bondi, pero también por el resto de las bandas anunciadas en la grilla.

Luego del grupo sueco, fue el turno de Queensrÿche, en la que fue su tercera visita a la Argentina en más de 15 años. Quedaron evidenciadas las “acrobacias vocales” de Todd La Torre, tal como el cantante contó previamente a este medio, un mes antes del convite. Desde “Queen of the Reich” hasta “Eyes of a Stranger”, repasaron lo más rápido posible, diversos hitos de su carrera como el clásico “Operation: Mindcrime”, y desde su más reciente trabajo de estudio “Walk in the Shadows”; así también “Silent Lucidity”, canción que tocaron por primera vez en un tour por Latinoamérica. “No tenemos de eso en nuestro país”, dijo el vocalista ante el “olé olé” de la base local. Un setlist que a más de uno dejó con ganas de más, no obstante, el tiempo apremiaba.

Lentamente se acercaba el ocaso del día y el ingreso a las tinieblas estuvo a cargo de Savatage, que pisaron por primera vez nuestro país en sus más de 45 años de trayectoria. No fue fácil comprimir tan vasta obra en doce tracks, cuyos exponentes fueron “The Ocean”, “Welcome”, “Jesus Saves”, “Dead Winter Dead”, entre otros. Además aprovecharon la oportunidad para rendir homenaje a uno de los fundadores del grupo, Criss Oliva -fallecido en 1993- mediante una versión de “Believe”, grabada y proyectada en pantalla donde se lo veía a su hermano Jon tocando el piano, a la que luego se le unió la agrupación en vivo. Después cerraron con “Hall of the Mountain King”, otro infaltable que proviene de su quinto disco.

El cartel retroiluminado con el nombre del festival alumbraba como un faro mientras ocurría el preludio de Europe, quienes ingresaron a las tablas con “Broken Wings”, festejo generalizado mediante, el conjunto se dispuso a “Rock The Night”. Continuaron con otras muestras de su obra, por ejemplo, “Scream of Anger”, “Hold your Head Up”, la archi conocida “Carrie”, matizados con la histriónica impronta del vocalista Joey Tempest, que incluso agarró la guitarra para hacer una suerte ska de “Olé olé” a la par del público. El hit de los hits, “The Final Countdown” clausuró su recorrido, como no podía ser de otra manera.

La espera se hizo larga antes de que el grupo del sacerdote apareciera en las tablas, mientras desde el campo se coreaba “Judaas, Judaas”. La arenga se empezaba a repetir con más intensidad hasta que uno de los productores de la fiesta apareció en el escenario para dar una buena noticia y una mala: Scorpions cancelaba su show en ese instante debido a la laringitis que padecía su cantante, Klaus Meine. La decepción de muchos fue notoria, pero de modo contrario fue la alegría de varias almas que, como compensación, habría por parte del grupo liderado por Rob Halford: Judas Priest sumaría más canciones a su repertorio preparado para la noche.

Así las cosas, los de Birmingham salieron con “Panic Attack” y las ruedas del heavy metal se echaron a rodar hacia el infinito. Pasó de todo, “Rapid Fire”, “Breaking the Law”, “Love Bites”, “Crown of Horns”, la potencia inquebrantable de la voz de Halford como también del resto del grupo fueron el puño de hierro que sostuvo lo que se convirtió en la última parte de la fiesta.

Los fans deliraban con un repaso por varios hitos de su extensa trayectoria: “Love Bites”, “Turbo Lover”, el cover de Fleetwood Mac “The Green Manalishi (With the Two Prong Crown)”, entre muchos otros. La sección final sumó tres canciones más a lo que estaba pautado: “Metal Gods”, “Heading Out to the Highway” y otra reversión, original de Joan Baez, “Diamonds & Rust”, fueron la yapa de la velada, para terminar con “Living After Midnight”. Los miles de cuerpos que se encontraban en las dos secciones del campo, pudieron irse con el corazón lleno de metal a sus hogares.

Un percance de último momento no impidió que el festival que reunió a pesos pesados del heavy tuviese una nueva edición en Tecnópolis, pese a una convocatoria que fue menor a lo esperado. Pero, a fin de cuentas, lo único que importa es el rock que continúa viviendo en las viejas generaciones e incorpora a las nuevas. 

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